Muy pocos días antes de que se firmase este acuerdo, Rafael Mitjana había ascendido a secretario de segunda clase, con cuya categoría fue destinado a nuestra legación en La Haya y Luxemburgo. Hasta octubre de ese año no emprendería Rafael el viaje para incorporarse a su nuevo destino; pero poco antes de partir comenzó a escribir una serie de cuatro artículos, con el título genérico ‘Música del Porvenir’, que serían publicados en La Época a partir del día 7 de octubre. Las primeras líneas del primero de ellos daban cuenta de su inminente marcha: “Próximo á dejar á España, llevado por vicisitudes de mi carrera á prestar mis servicios á la Patria en luengas y extrañas tierras, he querido despedirme de algunos amigos artistas (…)”.
En la citada serie analizaba y defendía composiciones inéditas en España de Pedrell, Isaac Albéniz y Enrique Morera. Cuando Rafael estaba ya en La Haya y ya estaban publicados los dos primeros artículos, dedicados a Pedrell, tiene lugar el fallecimiento de su padre en Málaga, a primeros de noviembre. Quizás por ello, aunque el tercero de la serie, dedicado a Albéniz, se publica el 18 de ese mes; el cuarto se retrasaría hasta enero de 1903.
Como ya hiciera en Roma, aprovecha su destino en Holanda para escribir diversas crónicas sobre el festival celebrado en Dusseldorf (Alemania) en honor de Goethe y de “su Fausto famoso”, las cuales serían publicadas en La Época en agosto y septiembre de ese año. Rafael volvería a la ciudad renana en 1904 para visitar la Exposición internacional de Bellas Artes que tuvo lugar allí del 1 de mayo al 23 de octubre de aquel año. Fruto de esta visita fue una crónica, igualmente publicada en La Época, titulada ‘Notas sobre la exposición de Bellas Artes de Dusseldorf’. Unos meses antes, a finales de mayo, Mitjana había sido nombrado delegado de España en la cuarta conferencia de Derecho internacional privado, sin dejar su destino en La Haya; esta reunión tuvo lugar en dicha ciudad del 16 de mayo al 7 de junio de 1904. Al año siguiente se publicaría en Madrid la memoria sobre esta reunión, redactada por el mismo Rafael; un breve folleto de 46 páginas que recogía los puntos más importantes de aquella conferencia.
Para entonces, Rafael ya estaba trabajando en nuestra embajada de Estocolmo y Copenhague. Este nuevo destino habría tenido lugar a finales de 1904, o bien en los primeros días de 1905, ya que en el escalafón de la carrera, publicado el 31 de enero de este último año, ya consta en aquel puesto.
Dos años después Mitjana daba cuenta del hallazgo de, lo que él denominó, el Cancionero de Upsala en un artículo publicado en La Época el 2 de enero de 1907, con el título ‘Un cancionero musical español’ en el que afirmaba:
“La colección de Villancicos, que me atreveré a llamar Cancionero de Upsala, merece, pues, una descripción detallada y exacta, por tratarse quizás, y sin quizás, de un ejemplar de extremada rareza, no existente, a ciencia cierta, en las grandes Bibliotecas de París, Viena, Munich, Berlín y Londres (no he podido comprobar si en Madrid, aunque me consta que ha escapado a las investigaciones de Barbieri y Pedrell), y por ser una de las colecciones de música profana española más antigua que se conocen”.
Ya entonces Rafael era consciente de la importancia de su hallazgo, tal y como afirmaba en su artículo:
“Si la importancia del Cancionero de Upsala es extraordinaria bajo el punto de vista musical, no lo es menos bajo el concepto literario; pues la serie de poesías que han servido de texto a los diversos compositores, son en su mayor parte bellísimas, y dignas del gran florecimiento literario que se había iniciado en España en tiempos de D. Juan II, y persistió lleno de pujanza y lozanía hasta fines del siglo XVII”.
Mitjana permanecería en nuestra legación de Estocolmo hasta su ascenso a secretario de primera clase, el 2 de enero de 1911, siendo destinado con su nueva categoría, y como encargado de negocios, a Teherán. Para entonces ya había conocido a una joven sueca, llamada Hilda Falk, nacida el 27 de junio de 1883 en Ytterlännäs. Muy probablemente, el nuevo destino de Rafael adelantó el matrimonio de ambos, que tuvo lugar en la localidad natal de Hilda en 1911.
Diez años después, el 15 de agosto de 1921, fallecía Rafael Mitjana Gordon en Estocolmo; capital a la que había regresado como ministro residente de España en 1919. Meses más tarde, su cadáver fue traslado a Málaga por un barco de la armada sueca, el crucero acorazado Fylgia, que zarpó de Estocolmo el 27 de octubre y arribó al puerto de Málaga el 17 de noviembre. Ese mismo día fue desembarcado el féretro y trasladado en un solemne cortejo fúnebre hasta la iglesia de la Victoria, donde después de los oficios de difuntos fue sepultado en la “capilla de Nuestra Señora de Belén”.
Así terminaba la historia de este musicólogo y diplomático que quiso volver desde el frío Norte a su tierra de nacimiento y reposar en ella para siempre.
Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”
Universidad de Málaga
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epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Pérez Frías PL. Rafael Mitjana Gordon, nuestro hombre en Upsala. epistemai.es [revista en Internet] 2022 junio (17). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/4951