La claqueta es uno de los símbolos cinematográficos por antonomasia. Gracias al chasquido que se produce al chocar ante la cámara las dos planchas de madera que la componen, la sincronización de imagen y sonido es posible. En La claqueta, si se permite la analogía, sincronizaremos cine y humanismo. En cada nuevo número de Epistêmai se abordará el análisis de una película que tenga en el centro de su discurso la exploración de las preocupaciones humanas desde esa perspectiva. Se pretende con esta sección, pues, reivindicar el cine como un medio artístico para la plasmación de ideas e ideologías, más allá de su vertiente como espectáculo audiovisual.
Si bien no hay que obviar que el componente estético en cinematografía es esencial, en los comentarios a los filmes que pasen por esta sección primará el análisis del contenido por encima de la forma, o, dicho de otra manera, se observará cómo los y las cineastas ponen las técnicas cinematográficas al servicio de un discurso. Sin forma pueden prevalecer las ideas, pero ya no quedaría cine.
El único criterio que se seguirá a la hora de seleccionar las películas será que estas propongan una reflexión acerca de los valores humanos, o bien puedan ser abordadas con los parámetros del humanismo, en su sentido más amplio. Por lo demás, no habrá limitación geográfica ni cronológica, si bien, por cercanía cultural, las cinematografías europeas y americanas serán más recurridas. E, igualmente, sin pretender convertir esta sección en una crónica de los últimos estrenos, se pondrá el foco de atención en el cine de las últimas décadas que refleje inquietudes contemporáneas.
Al chasquido de La claqueta comenzamos a rodar. Luces, cámara, ¡acción!
Isidro Molina Zorrilla