José Blanco Coris, pintor, corresponsal de guerra y crítico de arte

 

Cuarenta años después de José Vallejo y Galeazo, nace en Málaga otro pintor, escritor y periodista. Nos referimos a José Blanco Coris, nacido en el número 26 de la calle Pozos Dulces de la capital malagueña, a las seis y media de la tarde del 26 de septiembre de 1862. Era hijo de don José Blanco Fernández, natural de San Juan de Silva, provincia de Lugo, de profesión sastre, y de doña Angustias Coris Serrano, natural de Granada. Nieto por línea paterna de don José Blanco y doña Francisca Fernández, ambos naturales de la citada San Juan de Silva; y por la materna de don José Coris y de doña Rosa Serrano, los dos nacidos en la ciudad de Granada. Sus padres eran feligreses de la parroquia de los Mártires, en cuya iglesia bautizaron al recién nacido el día 1 de octubre, imponiéndole el nombre de José Cipriano Ciriaco.

Detalle de la partida de bautismo de J. Blanco Coris. Fuente: Archivo Histórico Municipal de Málaga

La elección del tercer nombre, no sabemos si fue por devoción de sus progenitores a los Mártires y patronos de Málaga, San Ciriaco y Santa Paula, o por sugerencia del párroco, el licenciado Villa Cobos, bien como recuerdo de uno de los titulares del templo, bien como muestra del culto creciente a los Patronos, a raíz de la creación de una congregación en su honor que había tenido lugar en aquella parroquia el año anterior. Lo cierto es que, según consta en el libro de inscripciones de nacimientos existente en el Archivo Municipal de Málaga, son numerosos los bautizados en los Mártires, en ese año de 1862, que reciben como segundo o tercer nombre el de Ciriaco, en los varones, y el de Paula, para las niñas.

José Blanco Coris estudia en el instituto de segunda enseñanza de Málaga durante dos años. En dicho centro se impartían las asignaturas de: Latín y Castellano, primer y segundo curso; Retórica y Poética; Geografía; Historia de España; Historia Universal; Psicología, Lógica y Ética; Aritmética y Álgebra; Geometría y Trigonometría; Física y Química; Historia Natural; Fisiología e Higiene; Agricultura. El 28 de junio de 1878 hizo el segundo ejercicio para la obtención del grado de Bachiller, siéndole expedido el título de Bachiller con fecha 30 de julio del mismo año.

Según Román Hernández Nieves, estudió en la Escuela provincial de Bellas Artes de Málaga entre 1877 y 1882; donde fue condiscípulo de José Moreno Carbonero. Este centro había sido creado por la Academia de Bellas Artes de Málaga en 1850 e inaugurado oficialmente el 20 de enero del año siguiente. Desde sus inicios se estableció en unas dependencias del antiguo Colegio Náutico de San Telmo que, a su vez, había ocupado el edificio del extinguido Colegio de los Jesuitas.

Posible ubicación de la casa natal del pintor en calle Pozos Dulces. Foto del autor

Por Real Orden de 3 de abril de 1868 había sido nombrado profesor de pintura y copia de cuadros de la Escuela de Bellas Artes de Málaga Bernardo Ferrándiz. Cinco años después, en 1873, la Gaceta de Madrid reconocía la antigüedad de otros cuatro profesores: Antonio Maqueda (Dibujo de figura), Jacobo Acosta (Dibujo geométrico), Benito Vila (Aritmética y Geometría) y Antonio Gutiérrez de León (Modelado). En 1881 se incorpora a las labores docentes en esta escuela Antonio Muñoz Degrain, valenciano como Ferrándiz.

Con 19 años, Blanco Coris obtiene una beca de la Diputación Provincial de Málaga para estudiar en Roma. En efecto, a finales de enero de 1882 La Correspondencia de España daba cuenta de que dicha institución había otorgado las dos plazas de pensionado en el extranjero, destinadas a jóvenes pintores, a Antonio Reina Manescau y a él. Sin embargo, su estancia sería tan sólo de unos meses al no pagar la Diputación malagueña la pensión comprometida; circunstancia similar a lo ocurrido con otro pensionado, José Moreno Carbonero, según contaría el periódico La República en junio de 1884.

Ya en 1883, Blanco Coris presenta un cuadro al óleo en la exposición internacional de Boston, a la que concurrieron 2.945 expositores representando a 35 países. Dicha obra, titulada Niños en un bote, fue premiada con una medalla de oro y adquirida por aquella ciudad, se quedó en su museo. En 1884 presenta varias obras en la Exposición nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid. Así las describía La Correspondencia de España a finales de mayo de ese año:

Margarita se desmaya en el templo, es un lienzo que representa la nave de una iglesia donde se hallan rezando varias señoras y un doncel, la heroína del Fausto, imaginando que hasta la Virgen la mira con desprecio y la rechaza á causa de su deshonra, cae sin sentido al pie de un altar y es recogida y auxiliada por una mujer del pueblo que está á su lado.

Conduzíone della Bambina al cimiterio.— Cuatro niñas que llevan á la última morada el cadáver de una amiga cubierto de rosas y detrás acompañamiento del pueblo.

Una tarde de invierno.— Paisaje nevado y una pobre niña aldeana conduciendo un haz de leña seca.

Un recuerdo de Venecia.— En una góndola van dos hermosas damas dando un paseo por el tranquilo golfo y a lo lejos se divisa la ciudad que fue célebre y poderosa república.

También lleva su firma una marina.

A finales de ese mismo año, Blanco Coris se traslada a Madrid para participar en la exposición organizada por la Sociedad de Escritores y Artistas; La Época daba la noticia el 2 de diciembre diciendo: “Muñoz Degrain se dispone á dejar ‘Málaga la bella’ por los Madriles, se ha trasladado ya aquí desde aquella ciudad andaluza un joven de risueñas esperanzas, Blanco Coris, que figuró dignamente en la Exposición de Mayo y figura hoy en la de Escritores y Artistas”. Efectivamente, en aquella exposición el pintor malagueño presentó un cuadro titulado En el taller de un artista.

Caricatura de Blanco Coris en ‘Madrid Cómico’. 1887

Caricatura en ‘La España cómica’. 1890

Un Cafetí a Malaga. Dibujo de Blanco Coris publicado en ‘La Esquella de la torratxa’. 1891

Manzanilla. Dibujo de Blanco Coris publicado en Almanach de ‘La Esquella de la torratxa”. 1892

Tres años más tarde envía a la Exposición nacional de Bellas Artes un cuadro de gran formato (9 m. de largo por 4 m. de alto) titulado El copo. La obra causó gran expectación en la prensa, sin faltar alguna crítica desfavorable. El crítico Manuel Martínez Barrionuevo se mostraba favorable al pintor y su obra en las páginas de El Imparcial, el 21 de marzo de 1887, en vísperas de la inauguración de la exposición:

“No hay que contar historia ninguna; todo el mundo sabe al verlo que es la pesca de redes. Celaje espléndido, mar apacible, en la arena barcos, redes canastos, jabegotes y otros requilorios; ya nos parece que avanzamos por la playa sin caer en la cuenta de que las olas pueden salirse del mar, llegando finas, melosas, hasta nuestros pies como perrillo noble que haca fiestas al amo, sin perjuicio de destrozarle de una dentellada tal ó cual día; allí están los artefactos de la pesca sobre los guijarros brillantes por el sol y las aguas; recuéntase [recuestanse] algunas mujeres en la arena y miran á los hombres ir y venir en confuso tropel desde la orilla hasta el centro casi de la playa, aquellos hombres de gorras sin viseras aquí, cabezas descubiertas allá, anchos sombreros de palma unos, remangados hasta la rodilla otros, y las mangas hasta al codo, ó cortados manga y pernil, para menos molestia, por el lugar dicho, gastan chaleco recio de lana a cuadros de colores con abundancia-del rojo y gris, blusa de lienzo fuerte, cuando no hacen uso para su vestimenta del deshecho de costales; y chaleco, camisa, blusa o prenda que sea, sin botones, rota, abierta por delante, y contemplándose el pecho allí, recio, enorme, con largos vellos, que más parecen cerdas; las piernas y los brazos son velludos como el pecho, y únese la cabeza á éste por un cuello de toro. Todos van con la tralla al hombro, y el cabo de la tralla con su corchito en la punta, enganchan ésta a la maroma de la red, solo con arrojarla; colgando después los brazos, tiéndense casi sobre el suelo, haciendo hincapié, para tirar con más fuerza; avanzan lentamente cobrando maroma, llegan como a quince metros de las aguas; el Gardón está allí prevenido, doblando la maroma conforme sale, y parécenos oír últimamente, la contemplación de aquel gran lienzo, el concertante horrísono de las coplas de la playa, que con decir de la playa se dice todo, de voces chocarreras, de jaleo del patrón, de rumor de olas, llantos de chiquillos, exclamaciones impacientes de los curiosos que esperan la sardina para el espetón y la moraga, y el canto monótono del mar, aquel mar inmenso, magnífico, con arrullos suaves y músicas gratas, sereno y movible a la vez, con los tonos azules del cielo, plateados por el sol y parduzcos por las arenas del fondo; aquel mar movible, reverberante, cristalino, surcado como con línea de plata, y fingiéndosenos en la idea, al leve ondeo y a la irradiación solar, como gran piélago formando sobre mundos, con interminable lluvia de estrellas. = Todo esto, limitándose a la izquierda por una línea serpenteante de montaña y el blanco y caprichoso caserío a los pies, casi oculto por la tupida red de palos y cuerdas de las embarcaciones surtas en la hondonada del puerto, es el asunto que el artista escogió valientemente para trasladarlo con sencilla verdad á la tela. = ¿Ha conseguido el pintor lo que se proponía? Yo creo que sí, pero aún queda el público y queda el jurado. De todos modos, Blanco Coris es de esa fanática y ardiente juventud batalladora, incansable en la lucha, que jamás se rinde y que vence al fin”.

Pocas semanas después la revista Madrid Cómico publicaba en portada una caricatura del pintor malagueño, acompañada de un poema:

"Copia con gran vigor y valentía / la extraña animación de la Caleta, / y parece que tiene en la paleta / el espléndido sol de Andalucía."

Tras la inauguración de la exposición instalada en el nuevo Palacio de la Industria y de las Artes, realizada el 21 de mayo, el cuadro de Blanco Coris suscitó la polémica entre los críticos; algunos, como Luis Alfonso o Blanco Asenjo, se mostraron en desacuerdo con el gran tamaño de la obra en relación con el asunto tratado. El jurado no lo consideró digno de premio, a pesar de lo cual la Diputación malagueña adquirió el cuadro, según El Imparcial del 21 de julio de ese año; aunque El Correo, un mes más tarde, informaba que El Copo había sido regalado por Blanco Coris a aquella institución, en una crónica firmada por Díaz de Escovar.

Ulises donant beure á Polifemus. Dibujo de Blanco Coris publicado en ‘La Esquella de la torratxa’. 1892

Placa homenaje del Ayuntamiento de Málaga a algunos de sus pintores más ilustres. Foto del autor

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