Ángeles Molina y Angoloti y el hospital Reina Victoria en Málaga (página anterior)

 

Las Damas de la Cruz Roja en Málaga y la guerra de África

El desastre de Annual, en julio de 1921, cambiaría todo el planteamiento de las Damas de la Cruz Roja, tanto a nivel nacional como local. En San Sebastián, la reina Victoria Eugenia decide enviar a Melilla un grupo de damas enfermeras, a cargo de la duquesa de la Victoria que también se encontraba en aquella capital. Carmen Angoloti emprendió el viaje a Madrid el 27 de ese mes y el 29 embarcó en Sevilla en el vapor Marqués de Campos, llegando el 31 a Melilla e, inmediatamente, comenzó a organizar el trabajo de las enfermeras de la Cruz Roja en los hospitales.

La tragedia de Monte-Arruit que recogieron los fotógrafos de guerra (‘La Esfera’)

En Málaga, la Junta de Damas de la Cruz de Roja comenzó a organizar la asistencia a las tropas que embarcaban, con su presidenta Isabel Roca al frente, secundada por su junta directiva, en especial por Matilde Cimiano y Rafaela Grana. Muy pronto la presidenta empezó a preocuparse también por la atención de los heridos que comenzaron a llegar a Málaga. El 4 de septiembre las damas de la Cruz Roja malagueñas comenzaron a atender el hospital de sangre instalado en el Grupo Escolar Bergamín, pero en colaboración con la empresa Ferrocarriles Andaluces y el Comité ejecutivo de auxilio al soldado.

La aspiración de la Cruz Roja era gestionar independientemente su propio hospital, por lo que muy pronto la Junta de Damas de Málaga propuso al alcalde de la ciudad hacerse cargo, en exclusiva, del Grupo Escolar Bergamín, pero éste se negó a ello. A partir de entonces, comenzarán las gestiones para instalar un nuevo hospital de la Cruz Roja en Málaga. Es de suponer que Isabel Roca y su junta tenían conocimiento, a través del presidente de la Cruz Roja de Málaga, Antonio Gómez de la Bárcena, y del delegado Regio de Primera Enseñanza, Narciso Díaz de Escovar, de dos ofrecimientos que se habían hecho el día 9 de agosto en una reunión patriótica de las llamadas “fuerza vivas” de la ciudad. Por un lado, Antonio Baena Gómez, en nombre de la Agrupación de Cofradías, ofertó 40 camas en un local cercano al cuartel de la Aurora; por otro, el ex ministro Francisco Bergamín hizo lo propio con una casa de su propiedad situada en el Limonar.

Fiesta de la Agrupación de Cofradías de Málaga para recaudar fondos para el nuevo hospital (‘La Unión Ilustrada’)

Las negociaciones de la Cruz Roja en Málaga con la Agrupación de Cofradías, autoridades militares y municipales y con Francisco Bergamín se llevaron a efecto y el 14 de octubre salía de Madrid la expedición encabezada por el marqués de la Rivera y Ángeles Molina Angoloti.

El delegado regio de Enseñanza Narciso Díaz de Escovar (‘Ilustración americana’)

Tres días después, el día 17, llegaba a Málaga (desde Melilla) la duquesa de la Victoria. Además de visitar los hospitales ya en funcionamiento, como el del Grupo Escolar Bergamín, los delegados de la reina Victoria Eugenia (marqués de la Rivera y duquesa de la Victoria) visitaron los locales ofrecidos por la Agrupación de Cofradías y Francisco Bergamín para establecer nuevos hospitales. Ambas instalaciones fueron aceptadas por la duquesa de la Victoria, en nombre de la Cruz Roja, en ese mismo día. Esa noche partían para Melilla ambos comisionados.

Es de suponer que Ángeles acompañase en la visita a su prima y al resto de la delegación de la Cruz Roja, y que inmediatamente pusiera manos a la obra para poner en marcha el nuevo hospital del Perchel, como destacaba La Unión Mercantil el día 20 de octubre:

“En la tarde de ayer estuvieron de compras para el nuevo Hospital de la Cruz Roja que ha de instalarse en los almacenes del señor Baena, la Excma. Sra. Doña Isabel Roca de Martos, presidenta de la Junta de Damas de dicha Institución y la Excelentísima Sra. de Lersundi.= En la presente semana precisamente ha de quedar terminada la instalación del referido Hospital.”

A pesar de todo, la prensa malagueña no acababa de tener claro quién era la responsable del nuevo hospital de la Cruz Roja. Así, a finales de octubre, La Unión Mercantil todavía la citaba como “condesa de Lersundi” al reseñar la estancia de la infanta doña Luisa en Málaga, de paso para Melilla, añadiendo además: “Probablemente dentro de breves días regresará de Melilla la infanta María Luisa, pensando aprovechar esta ocasión para visitar los hospitales de esta capital”.

La infanta doña Luisa visitando la posición de Monte-Arruit (‘La Esfera’)

El día 30 de ese mes el órgano de difusión de la Agrupación de Cofradías de Málaga, Málaga Católica, informaba de la terminación del nuevo hospital y destacaba la labor de Ángeles Molina Angoloti:

“Nuestra Soberana, la Reina Victoria, al tener noticia del nuevo Hospital que se erigía, acogió la idea con entusiasmo, protegiendo su desenvolvimiento y encomendando a la Excelentísima Duquesa de la Victoria se hiciera cargo del edificio en su nombre y en el de la Cruz Roja. Esta noble y altruista dama, que una vez aceptado el edificio y planeada su instalación y tener que marchar a Melilla para atender a los establecimientos que allí se encuentran a su cargo, delegó en su próxima parienta, la no menos noble y altruista señora doña Ángeles Lersundi, que tras continuos trabajos, con solicitud y esmero, ha dado cima a la labor que le fue encomendada, con la meritoria colaboración de la señorita de Figueroa y otras señoras y señoritas venidas de Madrid para ocupar puestos de enfermeras.”

Por aquel entonces, el nuevo centro no tenía nombre oficial y era denominado como “hospital de la Cruz Roja”; tal y como señalaba la revista en su información sobre él, aunque adelantaba ya la posibilidad de que llevase el nombre de la reina Victoria Eugenia, recogiendo la propuesta de dos de las damas enfermeras que habían visitado el hospital, la citada María de Figueroa (hija del duque de Tovar), que había llegado a Málaga con Ángeles Molina, y “la hija del general Navarro”, según Málaga Católica, en referencia a Cristina Navarro y Morenés, hija del general Felipe Navarro y Ceballós-Escalera (capturado por las harkas rebeldes en Monte Arruit), la cual habría llegado a esa capital desde Melilla acompañando a la duquesa de la Victoria. Según está revista, ambas contestaron al señalarles la circunstancia de carecer de denominación oficial: “El nombre debe ser el de quien haya sido alma y vida de esta grandiosa obra que enaltece a Málaga y enorgullece a España”.

Representantes de la Agrupación de Cofradías en la inauguración del hospital Reina Victoria en Málaga (‘Málaga católica’)

Lo cierto es que el día 6 de noviembre Ángeles Molina acompañaba a la infanta doña Luisa, junto a Antonio Baena, en el acto inaugural del hospital ya con el nombre de la soberana: ‘Reina Victoria’. A partir de entonces se dedicará a la gestión del centro, en colaboración con el director médico, el doctor Bastos. El 18 de enero de 1922, el periódico madrileño La Época dedicaba un amplio artículo al hospital malagueño, destacando tanto la labor de Antonio Baena como la de Ángeles Molina y el doctor Bastos. Respecto a la directora y sus colaboradoras decía:

“En torno á la señora viuda de Lersundi, se agrupan otras señoras y señoritas, enfermeras de la admirable institución: María Figueroa, hija de los duques de Tovar; la señora y señoritas de Cestí, las hijas de la marquesa de Prado Ameno, la hermana del marqués de San Carlos del Pedroso… Cada mujer, una voluntad incansable y una especial competencia en la labor que la corresponde.”

Casi un mes después, el 4 de febrero, el mismo periódico señalaba que en el hospital Reina Victoria estaba instalada también la Escuela de Damas Enfermeras de la Cruz Roja en la que, señalaba “Cursaban hace poco tales enseñanzas en el mismo, 30 alumnas”, tarea de formación en la que seguramente participó Ángeles Molina. Además, al describir el hospital para oficiales instalado en el Limonar, gracias a Francisco Bergamín, destacaba que su organización había estado también a cargo de ella, señalando: “La organización de este nuevo Hospital ha sido labor de la misma inteligencia que organizó el del Perchel, o sea la señora viuda de Lersundi”.  Pero su labor no se limitó a la organización, y continuó con la dirección, también, de este centro. Así lo demuestra el que fuese ella la que guiase al periodista, que firmaba “Mascarilla”, en la visita al hospital.

El 10 de marzo de ese año se entregaron las insignias y el título a 26 de las 28 alumnas del primer curso de damas enfermeras realizado en el hospital Reina Victoria de Málaga; las crónicas señalan la presencia de la marquesa de Urquijo, Rafaela Grana y otras damas en el acto. Es de suponer que una de ellas fuese la directora del centro hospitalario, muy probablemente Ángeles Molina, que dejaría ese cargo en los meses siguientes, una vez formadas las damas de la Junta de Málaga que podían ponerse al frente de los hospitales de la Cruz Roja dependientes de aquella.

Lo cierto es que el 7 de julio Ángeles debía estar en Madrid, ya que aunque no asistió a un acto celebrado en el Palacio Real presidido por la reina Victoria Eugenia, en el que debía recibir la medalla de primera clase y pasador de la Cruz Roja, al día siguiente salía de la capital hacia San Sebastián. Ya no volvería a Málaga, en los años siguientes viajó a Londres, París y San Sebastián, alternando sus viajes con estancias en la capital de España. La muerte la sorprendió en su residencia de San Sebastián, en el paseo de Salamanca, número 5, a las nueve de la noche del 17 de noviembre de 1929, siendo enterrada en el panteón familiar de los Lersundi, en Azcoitia.

Sala para jefes y oficiales heridos en uno de los hospitales de los marqueses de Urquijo (‘La Esfera’)

Los servicios de Ángeles en Málaga habían sido reconocidos por la Cruz Roja el año 1923, cuando la Asamblea Central de Señoras de la Cruz Roja Española publicó la memoria de sus actividades desde julio de 1921. En ella, al tratar la actuación en los hospitales de Málaga, se decía:

“Así pudieron abrirse los hospitales de Málaga, sólo para heridos, bajo la dirección de la señora viuda de Lersundi, elegida por Su Majestad la Reina para tan importante misión, y que supo desarrollar de un modo acertadísimo y en brevísimo tiempo, a pesar de las obras que hubo de realizar. = Estos hospitales de heridos eran dos, uno de 80 camas en un edificio cedido por don Antonio Baena, y otro en el “Limonar” para 20 oficiales, establecido en el hotel que puso generosamente a disposición de la Cruz Roja D. Francisco Bergamín, y como anexo la finca llamada el “Crucet”, propiedad de la señora duquesa viuda de Nájera, en la que esta señora caritativa dispuso por su cuenta el alojamiento para veinte soldados convalecientes. Empezaron éstos a funcionar en noviembre último, auxiliando su labor algunas damas enfermeras de la Cruz Roja de los hospitales de esta corte, de Ceuta y de San Sebastián, que no vacilaron tampoco en prestar allí su ayuda, llenas del mejor espíritu y entusiasmo. = A estos hospitales quedaron luego afectos, por disposición de Su Majestad, los sostenidos por los señores marqueses de Urquijo con su patriotismo, ya que el régimen, servicios y director médico era el mismo en todos, y constituyendo así un núcleo importantísimo hospitalario en aquella capital.”

Málaga dedicó una de las calles próximas al hospital Reina Victoria de la Cruz Roja a su primera directora, llamándola ‘Calle Ángeles Molina de Lersundi’; denominación que se mantendría en nuestro callejero, al menos, entre 1935 y 1985. Si bien con distinto trazado, en función de la evolución urbanística de la zona; así, en 1935 tenía entrada por la calle Profesor Domínguez Sánchez (denominación que había sustituido a la tradicional de ‘Callejones’), pero no tenía salida; en 1939 mantenía la entrada por la misma calle (de nuevo Callejones) y ya tenía salida a las huertas; y ya en 1985, la entrada era por ‘callejones del Perchel’ y llegaba hasta la avenida de la Aurora. Las modificaciones urbanísticas de aquella zona, antiguo vestigio de la Málaga industrial, terminaron con la calle y los restos de lo que fue el primer hospital de la Cruz Roja en Málaga: el Reina Victoria; y con ello llegó el olvido para su primera directora: Ángeles Molina Angoloti, viuda de Lersundi.

 

 

Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”
Universidad de Málaga


 

Marcar como favorito enlace permanente.

Comentarios cerrados.