Volver al inicio: Dosis sola facit venenum

 

Su obra

Con sus luces y sus sombras, Paracelso fue un innovador (3). Entre otras cosas quiso desterrar del uso médico los polifármacos (es decir, la utilización de múltiples ingredientes -brebajes- para preparar medicamentos) con el objetivo de simplificar las elaboraciones más complejas. Debido precisamente a ello fue un gran divulgador de nuevos preparados (descubiertos en su mayoría por él mismo gracias a su labor investigadora y experimental) compuestos a base de antimonio, hierro, azufre, mercurio o sales, e incluso preparados vegetales.

También propugnó la unión de la medicina y la cirugía, que en aquella época estaban separadas, ya que la última era de uso exclusivo de los barberos y los médicos la consideraban indigna de su estatus; ejerciendo indistintamente ambas a conveniencia del paciente.

Mucho más esforzadamente que Vesalius, Paracelso abogó por dejar atrás las doctrinas médicas de Galeno y reemplazarlas por un nuevo sistema científico del conocimiento, basado en fundamentos de experimentación y empirismo. De primordial importancia para considerar a Paracelso entre los primeros boticarios –en el sentido actual del término– es su concepción de toda dolencia como entidad específica, afectando a órganos determinados y localizados, con un curso natural en su desarrollo y un remedio individual para cada una. Esta moderna concepción de la enfermedad enterraba las desfasadas ideas galénicas vigentes durante siglos (4).

Por otro lado, relacionar la actividad de un producto con la dosis le permitió introducir el mercurio como fármaco para el tratamiento de la sífilis. Sus investigaciones sobre sustancias tóxicas aportaron nuevos puntos de vista a la medicina y a la farmacia.

Desde el punto de vista etimológico, el término tóxico deriva de la palabra griega toxikon que significa flecha envenenada (referido originalmente a las sustancias aplicadas en su punta). Así lo utiliza Homero en La Ilíada y en La Odisea. Toxikon, junto a logos (conocimiento) conforman la palabra toxicología, que viene a significar “ciencia de los venenos”. Durante mucho tiempo veneno y tóxico fueron sinónimos y no se diferenciaron hasta el siglo XIX cuando la toxicología pasó a definirse como “la ciencia que se ocupa del estudio de las sustancias tóxicas”, siendo “veneno” únicamente aquella sustancia que se utiliza con la intención de matar.

Las investigaciones de Paracelso sobre sustancias toxicas aportaron nuevos puntos de vista a la medicina y condujeron a su conocido axioma: Dosis sola facit venenum. Este principio, aceptado aún en parte en el ámbito toxicológico, relacionaba por primera vez la actividad de un producto con la dosis. Se anticipó así Paracelso al señalar la posibilidad de que ciertos venenos podrían actuar como medicamentos si eran administrados a las dosis adecuadas. Consideró esencial la experimentación animal para obtener datos sobre la respuesta frente a los productos químicos.

Relacionar la actividad de un producto con la dosis le permitió introducir el mercurio como fármaco para el tratamiento de la sífilis, práctica que le sobreviviría trescientos años. Muchos médicos empleaban mercurio para preparar los ungüentos que curaban las enfermedades de la piel. A falta de otros antisépticos o antibióticos, los mercuriales así como los arsenicales resultaban eficaces para curar enfermedades como la tiña, producidas por parásitos que anidaban bajo la piel. El mercurio eliminaba el Treponema pallidum causante de la sífilis, pero las dosis prescritas para ello eran altísimas y los pacientes sufrían perturbaciones mentales, úlceras bucales e intensos dolores de estómago, y terminaban perdiendo pelo y dientes: Aegrescit medendo (6).

Sus investigaciones se centraron sobre todo en el campo de la mineralogía y la alquimia. Produjo remedios minerales para destinarlos a la lucha del cuerpo contra la enfermedad. También aportó ideas alquímicas, por las que fue tachado en su tiempo y a posteriori de charlatán.

Su obra principal fue La gran cirugía o Cirugía Magna (Die Grosse Wundartzney). A pesar de que se ganó bastantes enemigos y tuvo fama de mago, contribuyó en gran manera a que la medicina siguiera un camino más científico y se alejase de las teorías de los escolásticos. Sus aportaciones, sobre todo en el campo de la terapéutica, son consideradas especialmente importantes por dos motivos: el inició del uso de nuevos medicamentos (de hecho, fue el primero en suministrar láudano), ya que consideraba que cada enfermedad debía tener su tratamiento, y porque fue el primero en defender que ciertos venenos, administrados en pequeñas dosis, podían ser empleados como medicamentos.

También escribió tratados sobre enfermedades como la sífilis o las respiratorias que sufrían los mineros, y obras que describen la visión de su sistema humano y cosmológico: Liber Paragranum (1530) y Opus Paramirum (1532).

En palabras del profesor Pedro Laín Entralgo (7):

«Tal vez no haya existido jamás un médico que se propusiera tan alto y ancho objetivo como el de Paracelso. Quiso este, ante todo, saber curar. Pero no creyó posible el cumplimiento de su propósito fundamental sin saber en profundidad y por sí mismo lo que es la enfermedad; y, por tanto, lo que es la naturaleza del hombre; y, en consecuencia, lo que es la universal naturaleza; y, por fin, suprema clave, lo que es Dios, y cómo Dios gobierna el mundo de modo que pueda haber hombres enfermos y sanables.

No entenderá la obra escrita de Paracelso quien no vea en ella el intento de rehacer con mente cristiana y nueva la historia de los saberes humanos acerca de la naturaleza y del hombre, pero no mediante lectura y reflexión, sino merced a una fervorosa y omnímoda pesquisa personal.»

Quizás la mejor manera de definirle- si es que se puede- la tengamos en sus propias palabras, éstas las pronunció en la Universidad de Basilea donde tras ser contratado como profesor publicó un programa revolucionario que decía así (8):

“No vamos a seguir las enseñanzas de los viejos maestros, sino la observación de la naturaleza, confirmada por una larga práctica y experiencia. ¿Quién ignora que la mayor parte de los médicos dan falsos pasos en perjuicio de sus enfermos? Y esto sólo por atenerse a las palabras de Hipócrates, Galeno, Avicena y otros. Lo que el médico necesita es el conocimiento de la naturaleza y de sus secretos. Yo comentaré, por lo tanto, cotidianamente, durante dos horas en público y con gran diligencia para provecho de mi auditorio, el contenido de los libros de medicina interna y cirugía práctica y teórica, de los cuales yo mismo soy autor. No he escrito estos libros como muchas otras personas repitiendo lo que han dicho Hipócrates o Galeno, sino que los he creado basándome en mi experiencia, que es la máxima maestra de todas las cosas. Y lo demostraré, no con las palabras de las autoridades, sino mediante experimentos y consideraciones razonables. Si vosotros, queridos lectores míos, sentís el afán de entrar en estos secretos divinos, si alguno quiere aprender en breve tiempo toda la medicina, que venga a Basilea a visitarme y encontrará todavía más de lo que puedo decir con palabras. Para explicarme con mayor claridad indicaré, como ejemplo, que no creo en el dogma de los humores con el que los antiguos explican equivocadamente todas las enfermedades; pues únicamente una mínima parte de los médicos de hoy tiene un conocimiento más exacto de las enfermedades, de sus causas y de sus días críticos. Prohíbo hacer juicios superficiales sobre Teofrasto antes de haberlo oído. Que Dios os guarde y os haga comprender benévolamente la reforma de la medicina. Basilea, día 5 de junio de 1527.”

 

 

  Javier Pérez Frías*,  Nuria García-Agua**,  Inmaculada Medina y   Francisco Martos.

UMA. *SEMA. **Academia de Ciencias de Málaga.

 

Bibliografía:

  1. Michaleas SN, Laios K, Tsoucalas G, Androutsos G. Theophrastus Bombastus Von Hohenheim (Paracelsus) (1493–1541): The eminent physician and pioneer of toxicology. 2021. Toxicology Reports. 8:411-14. https://doi.org/10.1016/j.toxrep.2021.02.012
  2. Pérez Frías J. Miguel Servet y Erasmo de Rotterdam. SEMA; 2012. Editorial 33. Málaga.
  3. Sadurní JM. Paracelso. El médico que fue alquimista. National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/paracelso_18769
  4. Webster CH. Paracelsus, and 500 years of encouraging scientific inquiry.1993.BMJ; 306(6):597-8.
  5. González-Martín C. Del veneno al nanotóxico ¿dosis sola facit venenum? 2017, Fundación Universitaria San Pablo CEU.
  6. Enferma medicándose. Virgilio. Aeneas. 12,46. Es peor el remedio que la enfermedad.
  7. Laín Entralgo P. La antropología de Paracelso. 2017.Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Edición digital a partir de Theoria, núm. 2 (1952), pp. 76-77
  8. https://www.yolandaostomiayvida.com/paracelso/

 


epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Pérez Frías J, García-Agua N, Medina I. Dosis sola facit venenum. epistemai.es 2023 junio (20). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/5962

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