La deslenguada lengua de un cartel

 

A diferencia de su aparato fonador –pura fisiología–, el hombre no recibió de fábrica el lenguaje verbal articulado. Necesitó mucho tiempo para –en un largo proceso selectivo– crear la palabra (logos, lenguaje verbal), el pensamiento abstracto (lógica, dialéctica, diálogo) y el arte (saber hacer, instrumentos, estilo…).

De todos los sonidos que el hombre es capaz de emitir, acabó limitándolos a una escasa serie cerrada, que constituye lo que luego se ha denominado «sistema fonológico» de una lengua. Primero, el hombre habló; y luego –muy recientemente, apenas hace un par de siglos–, tras liberarse de mitos, reflexionó científicamente –con objetividad y rigor– sobre su modo de expresarse, tan distinto del resto de los demás animales terrestres. André Martinet llamó al habla «primera articulación», y a su posterior análisis estructural, «segunda articulación».

El análisis de esta segunda articulación muestra los elementos que estructuran las lenguas naturales y su funcionamiento. Los «fonemas» son sonidos elementales que –en número reducido y cerrado– permiten discriminar semánticamente unas palabras de otras por el único sonido que las diferencia. Así, paCa, paGa; paLa; paNa, paRa, paSa, paTa, paVa dan como resultado los fonemas /k/, /g/, /l/, /n/, /r/, /s/, /t/ y /v/, y así hasta completar el sistema español de consonantes. Similarmente, pAra, pEra, pIra, pOra, pUra, permiten extraer /a/, /e/, /i/, /o/ y /u/, constitutivas de nuestro sistema vocálico.

No es cuestión de seguir aquí el análisis completo que hace Martinet de la segunda articulación lingüística para entender fácilmente sus dos conclusiones fundamentales sobre la naturaleza de la comunicación. Si el hombre ha sido capaz de organizar en un sistema reducido la inmensa variedad de sonidos que podía emitir, se deduce que la primera ley fundamental consiste en «garantizar» la transmisión correcta del mensaje; y la segunda, «economizar» medios, hacerlo de la forma más sencilla posible, denominada «ley del mínimo esfuerzo» –especialmente para quien lo recibe–. Cuanto más se ajusten a ellos, más «arte» tendrán.

Recientemente se ha expuesto en grandes paneles murales un anuncio sobre la exposición universal prevista para 2027, a cuya sede aspira la ciudad de Málaga. El texto que ilumina la gran maqueta reza así: «Hagamos de un sueño, una realidad [sic, sin punto]». La voluntad del redactor del texto está más clara que su exposición: ¿qué hace una coma en una frase inconclusa, sin punto? ¿Qué justificaría la inclusión de la coma? Nada, absolutamente nada, porque “una realidad” es el objeto directo de “hagamos” y no cabe separarlos. La estructura básica es “hacer algo de algo” (una realidad de un sueño). Por tanto, dicha redacción atenta contra la primera ley: no garantiza el mensaje. Pero también atenta contra la segunda, pues hay una forma más sencilla, directa y menos redundante: Hagamos realidad un sueño.

 

«Detenido por matar a su pareja y madre de un niño de dos años» (2023-06-12p25). ¿Cuántas mujeres son las asesinadas? De entrada, parecen dos, por la inoportuna conjunción copulativa entre dos sustantivos (pareja y madre). Luego, tras la relectura, cae uno en la cuenta de que son la misma persona. Esa conjunción extemporánea impide la “garantía” de entender el mensaje a la primera, obligando –contra la economía– a releer un texto, que, de haber sustituido la conjunción por una coma, se habría entendido de corrida: Detenido por matar a su pareja, madre de un niño de dos años.

 

EL PSOE ordenó a Correos en 2005 una investigación «sin éxito» contra Feijóo. (2023-06-12). ¡Qué cosas encargan algunos, una investigación «sin éxito»! No es de extrañar que fracasen. Pero es que la redacción de esta noticia en la portada de un gran periódico de tirada nacional empeora aun en la página interior que la desarrolla (p. 29): Correos lanzó en 2005 una gran investigación a Feijóo «sin éxito». Es probable que, de haber dispuesto Ucrania de esa lanzadera, Rusia, despavorida, habría abandonado ya aquel territorio. Tampoco es seguro el género novelesco al que dicha redacción pertenece: ¿bélico, policiaco, gore…?

Ampliemos la imagen verbal de ambas frases. Primero, el sujeto de ambas varía de una a otra: en la de portada el sujeto es el PSOE; en la de interior, Correos. En la primera Correos es un instrumento del PSOE; en la segunda, toma él mismo la responsabilidad. Segundo, el determinativo «sin éxito» sigue a ‘investigación’ en la frase de portada; en la de interior sigue a ‘Feijóo’. ¿Quién carece de éxito, la investigación o Feijóo? El determinativo entrecomillado («sin éxito») sigue –sin separación alguna– al nombre al que por principio y colocación debe determinar. Podría incluso pensarse –con más razón aún– que la locución prepositiva adverbial “sin éxito” afectara no al nombre que la precede, sino a las respectivas acciones ‘ordenar’ y ‘lanzar’, que se saldaron con sendos fracasos. En dicho supuesto la locución debería haber seguido a dichas acciones: ‘ordenó, «sin éxito»,’ y ‘lanzó, «sin éxito»,’. En cualquier caso, como locución parentética que es, debería separarse con una coma: «…una investigación, “sin éxito”, contra Feijóo».

La «garantía» del sentido del mensaje (como pide Martinet) debe primar sobre el ansiado impacto en negritas de un titular de portada: En 2005 el PSOE ordenó, «sin éxito», a Correos una investigación contra Feijóo. En cualquier caso ambas frases originales adolecen de los dos defectos señalados: dudosa comprensión y poca economía (sólo el tiempo gastado en estas disquisiciones valdría un potosí). Sin contar el efecto hilarante de la acción marrada de “lanzar”, que sugiere que el lanzador no había practicado bastante.

 

«Hijo de un pintor barcelonés que nunca encontró el reconocimiento en su ciudad natal que su talento merecía…» (2023-06-11p2). Volvemos a encontrar un defecto abusivo: cuando se trata de un relativo invariable (que), su antecedente debe precederlo inmediatamente (el sustantivo al que sustituye el relativo en la oración propia); en caso contrario, para evitar ambigüedades, debe usarse el relativo variable (el cual, la cual, los cuales, las cuales). En la oración propuesta, el antecedente es “el reconocimiento”, y su redacción correcta habría sido: Hijo de un pintor barcelonés que nunca encontró en su ciudad natal el reconocimiento que su talento merecía.

El número de ejemplos aducibles aquí, relativos a estos dos principios elementales de la comunicación –garantía y economía–, serían innumerables. Tampoco es preciso hacer acopio: basta la lectura diaria ya de la prensa ya de libros de prestigiadas editoriales para darse un festín de mal gusto. Por lo que hace a la primera, los actuales planes de estudio de Periodismo acogen la asignatura de lengua española sólo de forma testimonial. El estudio de las extranjeras ha sido erradicado como una mala hierba. El término «excelencia» ocupa en dichos planes el tiempo y lugar que debería ocupar su estudio.

Nuccio Ordine, nuestro reciente y ya añorado premio Princesa de Asturias 2023, dice: «…en las aulas de un instituto o de un centro universitario, un estudiante debería poder aprender que […] el aprendizaje requiere lentitud, reflexión, silencio, recogimiento. Por este motivo, en tiempos tan difíciles, el elogio de la lentitud y de la filología tejido por Friedrich Nietzsche constituye un valioso bálsamo» (Clásicos para la vida, 2017: 38).

 

Quintín Calle Carabias
Doctor en Filología Moderna, profesor titular de la UMA y Presidente de la SEMA


epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Calle Carabias, Q. La deslenguada lengua de un cartel. epistemai.es [revista en Internet] 2023 junio (20). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/6236

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