La Málaga lúdica entre dos siglos (XIX-XX)

 

Orígenes

En la década de finales del siglo XIX se gestaron una cadena de sucesos -proyectándose hacia el futuro, la primera década del siglo XX-, los cuales, respaldados por la burguesía malagueña de entonces, y, en muchos casos, con el apoyo y la colaboración del Ayuntamiento, contribuirían al inicio de un nuevo criterio de modernización, que se plasmaron en una serie de acontecimientos que redundaron en el bienestar de la ciudad y para los ciudadanos.

 

Inauguración de la calle del Marqués de Larios

Desde que comenzaron las obras de la calle del Marqués de Larios, el 15 de mayo de 1887, hasta su inauguración el 27 de agosto de 1891, hubo una serie de trámites: demolición de los inmuebles expropiados, desescombro, explanado del terreno, replanteo, licencias administrativas, construcción de los nuevos edificios, etcétera.

Calle Larios en construcción

Arco levantado, calle Larios, con motivo de su inauguración, 27 agosto 1891

Una vez inaugurada la calle de Larios, comenzaron a instalar hoteles, viviendas y toda clase de establecimientos. En pocos años se impuso como la vía más importante de Málaga y el centro de todos los acontecimientos sociales y populares.

En el inicio de la referida calle, se desmontó la fuente de Génova y se instaló en el extremo opuesto del paseo de la Alameda, inmediato al Puente de Tetuán. En el espacio que dejaba vacante la fuente, se estableció la estatua del Marqués de Larios, obra de Mariano Benlliure que, sufragada por suscripción popular, fue inaugurada en enero de 1899.

 

Construcción del Parque

No podemos olvidar la importancia que tuvo, también, en el tránsito de un siglo a otro, la construcción del Parque, que venía a facilitar la comunicación de la ciudad con la barriada que desde hacía ya décadas se desarrollaba en La Malagueta.

Proyecto del Parque firmado por los arquitectos Manuel Rivera Valentín y Joaquín de Rucoba, 1897

En el transcurso del tiempo, la cala que había al pie de Gibralfaro, junto al espigón del Muelle Viejo, se fue rellenando hasta formar una ancha playa; mientras, el Puerto, que desde este muelle se extendía hasta el de Poniente, en las proximidades del Guadalmedina, se iba cegando, inutilizándose los embarcaderos y muelles, sin que el dragado que se realizaba fuera suficiente para impedirlo. Hubo, pues, que iniciar una serie de obras: construir diques, drenarse las aguas y terraplenarse el terreno, apareciendo los nuevos muelles de Guadiaro, Cánovas y Heredia, prolongándose los espigones de Levante y Poniente. Este desplazamiento de los muelles originó el Parque al cederle a la ciudad, por una R. O. de 5 de septiembre de 1896 de la Reina Regente, los terrenos ganados al mar, con la obligación de convertirlos en jardines que, en un principio, debían unirse a la prolongación de la Alameda en su confluencia con la recién construida calle de Larios. Luego se pensó enlazar con La Malagueta y el Paseo de la Farola.

El arquitecto municipal Manuel Rivera Valentín fue el encargado de realizar el proyecto del nuevo Parque en 1897, basado en el de Strachan Viana-Cárdenas del año anterior. Aunque el Ayuntamiento no estuvo de acuerdo con los presupuestos económicos de aquél, sí lo aceptó en su parte técnica. Joaquín de Rucoba fue el encargado de hacer las reformas al de Rivera, interviniendo, finalmente, el arquitecto Tomás Brioso como director de las obras.

Proyecto de prolongación de la Alameda y del Parque, Rivera Valentín, 1897

Inauguración de construcciones lúdicas: el cinematógrafo

En esa gran explanada que quedó después de terraplenarse estos terrenos, en los años finales del siglo XIX, y antes de construirse el Parque, que en aquellos momentos estaba proyectándose, tuvieron lugar una serie de actos lúdicos, algunos sorprendentes y novedosos para la ciudad.

El 22 de julio de 1898, según Narciso Díaz de Escovar en su obra Efemérides históricas malagueñas: “Se inauguró en los rellanos del muelle un cinematógrafo y se llamó Lumière. Asistieron Autoridades, Junta de Espectáculos y Prensa”.

A finales de 1898 se le concedió permiso a Antonio Rapela para construir un teatro denominado Teatro del Parque -más tarde, al trasladarse en 1900 a la actual avenida de Manuel Agustín Heredia, cambiaría su nombre por el de Vital Aza- en la explanada que se extendía delante del Puerto, en aquel extremo del iniciado Parque -justo donde hoy se encuentra el jardín denominado de Alfonso Canales.

En 1899 se le concedió permiso a Rafael Baquera y Carlos Lafuente para instalar un cinematógrafo durante los meses de agosto y septiembre: “…en los terrenos ganados al mar, en el muelle del Marqués de Guadiaro”.

Hubo una serie de cines a principios del siglo XX: el Pascualini, cuyos inicios lo datamos en 1900. Su propietario era Emilio Pascual Marcos, y de ahí le viene el nombre de Pascualini. Era una barraca completamente metálica, y empezó siendo llevado de un lugar a otro de la ciudad. Así, sabemos que estuvo instalado en el Pasillo de Santo Domingo durante la Feria del Carmen; luego, en el Paseo de Reding, y también en la Plaza de la Merced, donde permaneció hasta 1906. En 1907 se estableció definitivamente en la actual calle de Córdoba, en el lugar que ocupaba el Teatro-Cine Alameda -actualmente denominado Teatro Soho Caixa Bank-. El Banco de España estuvo situado, desde 1874, en el número 7 de la entonces denominada Alameda de Carlos Häes. Detrás estaba el consulado americano. Junto al Banco, pero separado de él por una estrecha calle, estaba el cine Pascualini. A causa de una bomba que lanzaron las tropas nacionales el 2 de enero de 1937, a las nueve menos cuarto de la mañana, el cine voló en pedazos que se dispersaron por doquier -no olvidemos que era completamente metálico-. Apenas se veían los rastros de sus cimientos. Entre el consulado y el Banco de España, la explosión de las bombas había causado profundos cráteres. Del consulado sólo quedaron los marcos vacíos en los dos cierros rectangulares de la oficina. A ambos lados de la amplia entrada del Banco, grietas irregulares en zigzag lo recorrían desde el remate del tejado hasta los cimientos. Curiosamente, con anterioridad, se estaba construyendo    el nuevo inmueble de la sucursal del Banco de España en Málaga, entre el Ayuntamiento y el de Correos -hoy Rectorado de la Universidad-, en la avenida de Cervantes, bajo la dirección técnica del arquitecto José Yarnoz; las obras habían comenzado en 1933, inaugurándose, finalmente, en 1936.

Teatro-cine Vital Aza

Cine Pascualini, Plaza de la Merced, 1905

En 1906 se inauguró un cine en la calle de Larios denominado Salón Cinematográfico, en el número 9, junto con la peluquería Porras y el café Viena. En los pisos altos de dicho edificio -donde hoy se encuentra la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y antes la Sección Femenina-, estaba el Nuevo Hotel Victoria. Dicho cine sólo permaneció un año o poco más.

Diversos cines primitivos inaugurados en esta década fueron: Ideal, en la desaparecida Plaza de los Moros -desde 1902 hasta 1918-, y Salón Novedades en el Paseo de Heredia -desde 1908 hasta 1919-. En definitiva, vemos que hubo una serie de barracas cinematográficas transportadas de un lugar a otro de la ciudad; sin embargo, no olvidemos que en nuestra ciudad ya existían los teatros: Principal (1793), Cervantes, (1870) Lara (1893) y Vital Aza (1898), los cuales, posteriormente, proyectaron películas.

Cine Pascualini, calle Córdoba, 1907-1937

Propaganda del cine Pascualini, 1928

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epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Lara García, MJ. La Málaga lúdica entre dos siglos (XIX-XX). epistemai.es [revista en Internet] 2023 junio (20). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/5992

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