Folklore, poesía popular y flamenco en la dinastía de los Machado

 

Antonio Machado y Alvarez (a)

Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, el padre de los hermanos Machado, había mostrado, tempranamente, gran interés por las creaciones populares y sus investigaciones fueron apareciendo en la revista científico-literaria La Enciclopedia (1887), donde vería la luz una sección permanente dedicada a la “Literatura popular”. Las coplas, decía Machado en 1879, “no han de estudiarse por bonitas, ni raras, y curiosas: coplas, adivinanzas, tradiciones, leyendas, trovas, adagios, refranes, proverbios, diálogos, juegos cómicos, cuentos, locuciones peculiares, frases hechas, giros, etc. Han de estudiarse como materia científica.” (1)

Podríamos, por tanto, afirmar que fue la primera persona que celebró con rigor, y con abundancia esa porción tumultuosa de nuestra poesía popular (2).

La Sociedad El folklore andaluz o Sociedad Andaluza fue la primera creada por Machado y Álvarez, cuyo órgano fue la revista de mismo nombre (1883-1884) y la Biblioteca de las Tradiciones Populares (1833-1888) (3), con el propósito de recoger y difundir el saber popular.

Tras la muerte de Demófilo, en el panorama intelectual del primer tercio de siglo, el interés por la tradiciones populares sufrió una gran decadencia y con gran notoriedad en la propia Andalucía. Tal vez influyeron, entre otros factores, la falta de identificación de la burguesía andaluza con el pueblo llano, y el antagonismo de clases, constituiría un grave impedimento para una aproximación tan solo a nivel intelectual, a la cultura del pueblo (4).

Concretamente en las décadas de los cuarenta y los sesenta -cuando en los teatros de toda España obtenían un rotundo éxito de público los llamados espectáculos folclóricos-, sin embargo, los estudiosos del folclore de Andalucía eran minoría y escasa su presencia en revistas y congresos especializados. El término ‘folclórico’ se degradó hasta tal punto que aparece usado como sinónimo de algo poco serio, vulgar o para designar la música popularizada que interpretaban las cantantes llamadas tonadilleras o “folklóricas”. Fue en la década de los ochenta cuando asistimos al renacimiento del folklore por parte de los estudiosos del campo de la etnografía y de la filología, interesados por el conocimiento de la cultura tradicional, de la literatura de tradición oral, del flamenco como expresión genuina de Andalucía, y quienes editaron una revista con el título El folklore andaluz, como permanente homenaje a la figura de Demófilo (seudónimo que indica amante del pueblo y de la cultura popular).

‘Cantares’, de Antonio Machado, hijo

Creemos necesario acercar la Universidad al pueblo y que aprenda de sus valores eternos. El pueblo es la gran Universidad de la vida. El propio Antonio Machado, hijo, diría por boca de su alter ego Juan de Mairena…”el saber universitario no puede competir con el folklore…porque todo lo que no es folklore es pedantería”. Y así dijo Juan de Mairena a sus discípulos: “Pensad que escribís en una lengua madura, repleta de folklore, de saber popular, y que ése es el barro Santo de donde sacó Cervantes la creación literaria más original de todos los tiempos” (Machado, 1940: 494, Juan de Mairena, 1936). “La aristocracia española está en el pueblo”. “Existe un hombre del pueblo que es, en España, al menos, el hombre elemental y fundamental, y el que está más cerca del hombre universal y eterno…” (Machado, 1940: 871-872, El poeta y el pueblo). El pueblo y “la tierra”, dice Machado: “Mis romances no emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que las compuso y de la tierra donde se cantaron; mis romances miran a lo elemental humano, al campo de Castilla y al libro primero de Moisés, llamado Génesis”. (Machado, 1940: 27-28).

Antonio Machado, por Joaquín Sorolla (b)

No en vano el alma de los hermanos Machado estaba impregnada de las más puras y genuinas esencias de su Andalucía y el influjo de su padre se haría muy pronto notar en sus conciencias. El primer libro publicado por Manuel fue Alma, un libro que sonaba a Francia pero también a su Andalucía: “Medio gitano y medio parisién-dice el vulgo-,/ con Montmatre y con la Macarena comulgo…” (5). Cuenta Pérez Ferrero que un día de 1922, Manuel Machado con la inteligencia de la humildad, se situó como artista ante su hermano Antonio: “Tu poesía no tiene edad. La mía sí la tiene”(6). Manuel Machado era el poeta de su tiempo; Antonio Machado, el poeta del tiempo, de los universales del sentimiento. Para Antonio Machado “lo esencial humano” sólo se encuentra en “el alma del pueblo”. El secreto de ser un gran escritor consiste en escribir para el pueblo.

Resultan nítidas las enseñanzas recibidas del padre-maestro. Considerando el folklore como “cultura viva y creadora”, en lo que ambos coinciden (Machado y Álvarez, 1885. 206). Antonio Machado señalaba que lo que se debe buscar en cada pueblo es el “hombre”. Ya en 1884, su padre, Demófilo, planteaba similares razones con referencia al tema: “¿Pero qué es el pueblo para mí? Es como pudo ser en otro tiempo una personalidad mayor en la humanidad que no come ni bebe, ni cava, ni suda y desprovista de todas las imperfecciones de la vil materia, tiene, sin embargo, el privilegio de pensar, sentir y querer como esos seres angélicos y beatíficos, todo es espíritu (…) El pueblo es la tierra sobre la cual crece la planta que tapiza de verdura, el animal que se nutre de la planta, el llamado homo sapiens que subyuga al animal, y el verdadero hombre, ser hoy en formación, que redimiendo a aquellos en lo posible, va arrancando a la Naturaleza esos secretos, sólo a los sabios confiados, únicos que pueden romper las innumerables cadenas que hoy nos esclavizan” (Machado y Álvarez, 1884ª, pp. X-XI).  Machado y Álvarez se aproximó a pensar que la historia de un pueblo debería buscarse a través del conocimiento de su folklore, donde se encuentran sus verdaderas raíces: “¿Queréis conocer la historia de un pueblo? Ved sus romances. ¿Aspiráis a saber de lo que es capaz? Estudiad sus cantares…” (Machado y Álvarez, 1884a, p.6). Las coincidencias entre padre e hijo resultan evidentes, pues Antonio Machado señalaría cincuenta años más tarde que “el hombre lleva la historia dentro de sí” (7).

Manuel Machado (c)

Asimismo añadía Demófilo que lo que nos mueve a indagar en las raíces del pueblo es “la convicción de que la belleza no se encuentra vinculada en clase determinada (…), antes bien a todos nos pertenece, como el aire que respiramos y la luz con que nos vemos. Y así, no es únicamente patrimonio del erudito, como no es exclusiva del sabio la verdad. Dios concedió una y otra a todos, y pensar lo contrario sería, (…), profundamente irreligioso. ¿Por qué, (…) no recurrir a esa inagotable fuente de poesía donde se inspiraron Lope de Vega y Calderón y el inmortal Cervantes? ¿Por qué desdeñar las bellezas de nuestra propia casa, que en forma de cantares, cuentos, romances, leyendas y tradiciones por todas partes se nos ofrecen, revelando nuestra índole propia y peculiar, para la ilustración del historiador, enseñanza del crítico, educación del artista y acaso también como de oportuna advertencia al hombre político?…” (Machado y Álvarez, 1884 a, p.3).

Machado y Álvarez añadía: “las creaciones del pueblo no son en nada inferiores, (…) a las del poeta erudito, cuya misión consiste sólo en tallar el diamante que la riquísima tierra ofrece en sus entrañas”. Y se pregunta: “¿Es, por ventura, más sorprendente y maravilloso –(…)­- el pulimiento que da el joyero al diamante, que la obra de la naturaleza, cuyo misterioso y sublime trabajo escapa a nuestra vista. Burlando nuestros anhelos?” (Machado y Álvarez, 1884a, p.7). El folklorismo de Antonio Machado, hijo, se reduce, pues, a una actitud ante la vida. En su obra existe una evidente valoración del pueblo, de su historia y de su folklore meramente humanística, con ausencia de hechos folklóricos. No es así en su hermano Manuel donde podemos apreciar gran abundancia de hechos folklóricos en su obra.

Dos publicaciones de Antonio Machado y Alvarez

Cansinos-Asséns hace una viva descripción de la casa de los Machado en los altos de Fuencarral en Madrid: “Uno de los Machado, creo que Antonio, en mangas de camisa, se estaba acabando de afeitar ante un trozo de espejo sujeto a la pared, como los que se ven en las carbonerías” (8). El ejemplo resulta muy expresivo para lo que queremos señalar, pues ese trozo de espejo desaliñado, también solía verse colgado de una mohosa alcayata en una encalada pared de un patio o en un corral de casa de vecinos. Este espejo destartalado y desvalido como la pobreza también acompañaría durante siglos la historia del flamenco, reflejando los rostros de grandes cantaores y guitarristas.

Aquellos hermanos, tan unidos aún, redactaron sin que podamos distinguir cuál acierto expresivo o flamenco corresponde a uno o a otro, una obra de teatro que permanece en el recuerdo de todos, emocionando de forma muy especial a los aficionados al cante. La Lola se va a los Puertos donde se nos brinda la más honda dimensión del arte flamenco: su confraternidad y valores éticos. Toda una lección de vida.

Asimismo en el arte flamenco podemos ver reflejados una serie de valores morales y fraternales en su pobreza, en su desvalimiento, en su pena… Todos sabemos que la especie humana es xenófoba y racista por naturaleza y que de esa fractura moral participan payos y gitanos. Pues bien, podemos afirmar que el flamenco es el único espacio moral de este mundo en que los gitanos y los payos han aprendido a sufrir juntos, consiguiendo convertir su pobreza y su pena en unos de los espacios más emotivos y verdaderos del mundo. El flamenco nos aproxima a esa lección ética que deberíamos comenzar a aprender. Como los hermanos Machado, sin duda, aprendieron a leer en el Cancionero Anónimo Flamenco (9) y de esa Colección de Cantes Flamencos (donde se recogen 900 coplas flamencas) que publicó su abuelo en 1881, en Sevilla y al que se le suele considerar el origen de la flamencología. Y como toda semilla que arraiga en tierra blanda, las semillas de la cultura flamenca germinaron, sin duda, en las conciencias infantiles de ambos hermanos.

En su formación literaria y vital están presentes las palabras flamencas que fueron alimento verbal para un gran lírico como Manuel y para un poeta intemporal como Antonio.

 

María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora

 

Notas bibliográficas

1. Machado Álvarez, Antonio. De Soledades: escritos flamencos, 1979). Ediciones Demófilo, Córdoba, 1982.

2. Sabas de Hoces Bonavilla: “Demófilo, ese desconocido…” en Revista de Folklore Nº 7, 1981. p. 23.

3. Ambas publicaciones fueron dirigidas por Machado Álvarez contando con la ayuda económica y editorial de Alejandro Guichot.

4. Tras la guerra civil desaparece el interés por el folklore. Muchas de las personas interesadas por estos estudios que emprendieron el camino del exilio o fueron reprimidas y cualquier interés por el saber popular se consideró sospechoso. Esta situación puede verse muy en especial en Andalucía donde la cultura popular se identificaba con el agro andaluz y jornaleros, cuyas ideas anarquistas y socialistas las situaba al lado de los vencidos. El concepto de folklore se va poco a poco empobreciendo; por su parte, los lingüistas y lexicógrafos, sólo se ocuparán, desde sus métodos científicos, por la literatura oral: romances, leyendas, cuentos…; y por otro lado el término folklore se circunscribe a la música, los bailes y los trajes típicos y populares a cuya recuperación se dedicó la Sección Femenina de la Falange Española a través de los Coros y Danzas.

5. Autorretrato, (1909).

6. Pérez Ferrero, Miguel. Vida de Antonio y Manuel Machado. Colección Austral, Espasa Calpe, Argentina, 2ª edición. Buenos Aires, 1953, p. 155.

7. Habría de tenerse en cuenta el tema de las relaciones entre el folklore y la Historia. A este respecto, según Guichot y Sierra, Manuel Salas y Ferré publicó el Tomo I de su Compendio de Historia Universal donde admitía el Saber Popular entre “las fuentes de conocimiento histórico”…

8. Cansinos- Asséns, Rafael. La novela de un literato. Vol. I. p. 116. Alianza Editorial. Madrid, 1982.

9. Grande, Félix. El Cancionero Anónimo Olvidado. Conferencia pronunciada por el poeta, crítico y ensayista extremeño dentro del Festival Flamenco, celebrado en el Auditorio del Instituto Cervantes en Londres, el 1 de marzo de 2007.

 

Referencias de las imágenes:

a. Attribution: Unknown author / Public domain. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:DemofiloyAnaRuiz_(cropped).jpg

b. Attribution: Joaquín Sorolla / Public domain. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/9a/Antonio_Machado%2C_por_Joaqu%C3%ADn_Sorolla.jpg

c. Attribution: Fot. Cartagena / Public domain. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/17/Manuel-Machado-1914.jpg


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