El pasado año de 2021 se cumplieron doscientos años del nacimiento en Málaga, el 15 de agosto de 1821, de José Vallejo y Galeazo, un dibujante, pintor, litógrafo y periodista que, según Antonio David Palma Crespo, contribuyó a crear la moderna crónica de guerra con sus ilustraciones de la guerra de África (1859 – 1860) realizadas sobre el terreno, junto con las crónicas de Alarcón, la pintura de Fortuny y las fotografías de Facio. Sin embargo, esta efeméride ha pasado casi desapercibida en su ciudad natal, por no decir que totalmente ignorada.
Poco sabemos de la infancia y juventud de José Vallejo. Según la necrológica publicada por La Ilustración Española y Americana, publicada pocos días después de su fallecimiento –ocurrido el 19 de febrero de 1882 en Madrid-, “desde los primeros años de su juventud manifestó inequívocas señales de su vocación artística” y antes de cumplir los veinte años ya destacaba en Madrid por la corrección de sus dibujos.
Con apenas veintitrés años, en 1844, ya dirigió la ilustración de la Historia Militar y Política de Zumalacárregui y de los sucesos de la guerra de las provincias del Norte, enlazados a su época y a su nombre; obra escrita por Francisco de Paula Madrazo, ilustrada con más de 120 grabados, publicada por entregas a partir de diciembre de 1844. Además de dirigir la ilustración de la obra, Vallejo realizó el retrato de Tomás Zumalacárregui, que abría la obra y que se regaló a los suscriptores con la última entrega, además de más de 50 ilustraciones que recogían diversos episodios del héroe carlista, dibujos trasladados a la imprenta por diversos grabadores como Sáez, Cibera, Sierra y José Benedicto.
Muy poco tiempo después de haberse finalizado la publicación de aquella obra, en septiembre de 1845, se anunciaba un nuevo libro ilustrado bajo la dirección de José Vallejo. En esta ocasión se trataba de la novela María o la hija de un jornalero, escrita por Wenceslao Aiguals de Izco.
La fama de José Vallejo le lleva a colaborar con sus dibujos en La Elegancia, revista semanal de “las modas y novedades de París, Londres y Madrid”; publicación dirigida por Tomás Serrano Servér que apareció a principios de 1847 y en la que también colaboraba Francisco de Paula Madrazo.
A mediados de ese año el Boletín de Segovia, anunciaba a los suscriptores de la novela María o la hija de un jornalero que, al final de la obra, se les regalaría: “el retrato del autor dibujado por el acreditado artista español Don José Vallejo y grabado sobre acero en París por el famoso Hopwood”.
Sus colaboraciones en prensa son numerosas; así, el 26 de mayo de 1849, el periódico La Ilustración de Madrid publicaba una caricatura de Vallejo en alusión a la situación que se vivía en aquel tiempo en Italia. En ese mismo año, La Linterna Mágica, periódico autotitulado “risueño” y dirigido por Wenceslao Ayguals de Izco, anunciaba una nueva novela, titulada Pobres y Ricos ó la Bruja de Madrid, cuya ilustración sería dirigida por “los entendidos artistas” José Vallejo y Vicente Urrabieta, que serían también los autores de todos los dibujos; contando también con un retrato del autor dibujado por el propio Vallejo.
Al año siguiente, ambos autores participarían en la ilustración de la obra de Bossuet Páginas de la vida de Jesucristo sacadas de la Historia Universal; en este caso como litógrafo, junto a Lozano, Legrand, Letre y López, cuyos trabajos (21 láminas) fueron impresos en el establecimiento litográfico de Julio Donon. Además, en ese año de 1850, José Vallejo litografió el retrato de Juan Bravo Murillo que abría la obra Historia científica, parlamentaria y ministerial del Excmo. Señor D. Juan Bravo Murillo, actual Ministro de Hacienda. También ilustró la novela Jarilla de Carolina Coronado.
En 1854 se publica Un cuento de Amores, escrito por José Zorrilla y José Heriberto García de Quevedo e ilustrado con ocho dibujos de José Vallejo tirados aparte en papel vitela. Al año siguiente ve la luz Cortes Constituyentes. Galería de los representantes del pueblo, obra en la que José Vallejo retrató, de forma individualizada, a los diputados presentes en aquellas Cortes de 1854, además de asumir él mismo la edición. Un ejemplar de este libro se encuentra en la biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga, a falta de la portada en la que se recoge que fue impresa en Madrid, en la imprenta de T. Fortanet, en 1855.
En agosto de 1857 la Academia de Nobles Artes de Madrid propone a José Vallejo como el primero de una terna para cubrir una plaza de profesor de dibujo en la escuela especial de Ingenieros de Minas. En esta oposición, a la que se presentaron ocho candidatos, los aspirantes debían realizar dos paisajes, uno en acuarela y el otro dibujado a lápiz. El periódico El museo universal reseñaba el día 30 de ese mes, los trabajos de los tres candidatos y señalaba respecto a Vallejo:
“El señor Vallejo ha presentado su acuarela figurando un país quebrado con un arroyo y montañas en lontananza; todo bien compuesto y hábilmente ejecutado. Hay en él una figurita montada en un asno, perfectamente colocada. El dibujo al lápiz, del mismo autor, representando también un país quebrado, es a nuestro juicio superior a la acuarela; además de revelar un gran talento artístico, prueba la práctica que el señor Vallejo tiene como dibujante. Su obra está excelentemente ejecutada y nada exageramos comparándole a un dibujo de Calame”.
Como resultado de esta oposición, ingresa en el profesorado de Bellas Artes el 3 de septiembre de ese año. Lo cual recordaría la citada necrológica de La Ilustración Española y Americana al decir: “en 1857 ganó por oposición una plaza de profesor de dibujo en el Conservatorio de Artes”.
En agosto de 1859 comienzan las primeras hostilidades en Ceuta entre los moros y la guarnición española, que es reforzada por dos batallones el 30 de ese mes. En septiembre se reúne en Algeciras un cuerpo de ejército de observación, bajo el mando del Mariscal de Campo Rafael Echagüe y, a finales de ese mismo mes, una división independiente en Cádiz a las órdenes del Mariscal de Campo José de Orozco. El 22 de octubre el gobierno de Leopoldo O’Donell declara la guerra contra Marruecos y dispone que se organicen tres cuerpos de ejército, más una división de reserva y otra de caballería, para ser enviados a África.
Es entonces cuando José Vallejo es enviado por Emilio Castelar y Ripoll, Francisco de Paula Canalejas, Gregorio Cruzada Villaamil y Miguel Morayta y Sagrario, socios y editores de la publicación Crónicas de la Guerra de África como corresponsal gráfico de guerra. En noviembre de ese año Vallejo se traslada a su ciudad natal, donde se estaba organizando el tercer cuerpo de ejército bajo el mando del general Antonio Ros de Olano y Perpiñá. Allí fue agregado al cuartel general de aquel cuerpo de ejército, mandado por el general Ros de Olano. No sabemos la fecha exacta de su llegada, pero sí que fue testigo del incendio del vapor Génova, ocurrido el 29 de aquel mes, buque de 1.048 toneladas de desplazamiento que había fondeado en la bahía malagueña a las siete y media de la mañana de ese día con tropas, ganado, pertrechos de guerra y 400 quintales de pólvora, y en el que nada más anclar se declaró el fuego. El corresponsal de las Crónicas decía respecto al pintor malagueño: “Creo que tendrán una reproducción exacta de la escena, porque en el muelle se distinguía a Vallejo, con su imperturbabilidad de artista, copiando al buque incendiado”.
Y efectivamente así fue, a los pocos días publicaba la revista las láminas 3 y 4, firmadas por Vallejo en Málaga, que recogían este suceso; la primera, con el título ‘Incendio del vapor Génova en el puerto de Málaga’, estaba fechada el 30 de noviembre y la segunda con el título ‘Declaración del incendio a bordo del vapor Génova’. También en Málaga recoge Vallejo el embarque del tercer cuerpo de ejército en dos dibujos, publicados en la Crónica como láminas 1ª y 2ª y tituladas, respectivamente: ‘Llamada á las tropas del 3er cuerpo para el embarque’ y ‘Embarque del 3er cuerpo de ejército en el muelle viejo de Málaga’. Estos dos últimos dibujos los realizaría el corresponsal el 11 de diciembre, fecha en la que se realizó el citado embarque a bordo de 13 vapores de transporte y 4 de guerra; tras zarpar a las ocho de la tarde de ese día, llegarían a Ceuta el 12, comenzando el desembarque que terminó al día siguiente.
A partir de entonces se suceden los dibujos autógrafos firmados por José Vallejo que recogen distintas escenas y personajes de la guerra, hasta completar treinta y siete dibujos reunidos en 35 láminas, de las que las tres últimas publicadas fueron los retratos de los generales Leopoldo O’Donell, general en jefe del ejército de África; Luis García, jefe del Estado Mayor de aquel ejercito; y Juan Prim, jefe del 4º cuerpo de ejército (reserva). Todos ellos serían litografiados en Madrid por Julio Donon.
Pero su labor en África no se limitó al aspecto gráfico, ya que también mandó cartas y noticias escritas que, también, fueron incluidas por Castelar y sus socios en las sucesivas entregas de las Crónicas. Además su decidida entrega a España le llevó a participar de forma activa en importantes combates, como en la batalla de los Castillejos y en la de Tetuán. Por su actuación en ésta última, el 4 de febrero de 1860, fue recompensado sobre el propio campo de batalla con la Cruz de San Fernando por el general O’Donell. Así lo relataba el 21 de febrero La Correspondencia de España, se hacían eco al día siguiente otros periódicos, como La Discusión, La Iberia y El Clamor, y otros en días posteriores:
“El Sr. Vallejo, que ya en la acción de los Castillejos había quemado dos paquetes de cartuchos, se incorporó el día 4 del corriente á una compañía. Todos los oficiales de ésta fueron muertos ó heridos; los soldados vacilaron un momento; pero en el mismo instante, el Sr. Vallejo arengó con breves frases á la compañía, púsose á su frente, y dirigiéndola con el mayor denuedo, penetró de los primeros en la trinchera. Este acto de valor, y el espectáculo de una compañía que cargó entre los enemigos á las órdenes de un paisano, llamaron la atención del general Turon, que dirigiéndose al encuentro del señor Vallejo, le presentó al jefe del estado mayor general, señor García. Éste le condujo á presencia del conde de Reus, quien le dio las gracias en nombre de la Reina, al frente de las tropas del segundo cuerpo de ejército. Cuando el conde de Lucena tuvo noticia de lo sucedido, mandó que le presentasen al bizarro español, y sobre el campo de batalla condecoró á don José Vallejo con la cruz de San Fernando.”