La primera de la Legión con el Cristo de Mena (volver a la primera página)
Aunque inicialmente el regreso del piquete estaba previsto para la noche del viernes santo, la intervención de la Congregación de Mena, con el apoyo del gobernador militar, solicitando al Infante Don Jaime de Borbón que los legionarios permaneciesen en la ciudad hasta el lunes siguiente, permitió alargar su estancia y dio lugar a estampas curiosas; como el desfile de la Legión por la calle Larios la noche del viernes santo, detrás de la primera procesión de ese día, la del Santísimo Cristo del Amor, que pasó por la tribuna a las diez. Las fuerzas del Tercio se dirigían al puerto para regresar en el vapor Isleño, pero antes de realizar el embarque les llegó la orden de suspenderlo y su aplazamiento hasta el lunes; al conocer la noticia, según El Cronista, los legionarios “prorrumpieron en vítores al Rey, al Infante y al Gobierno”.
A mediodía de ese día, había tenido lugar la anunciada comida ofrecida por la Congregación de Mena a los jefes y oficiales del Tercio llegados a Málaga. A ella asistió el teniente de alcalde señor Pogonoski, en representación del alcalde, que saludó a los miembros de la comisión en nombre de la ciudad y, según El Telegrama del Rif, se leyeron poemas de Narciso Díaz de Escovar dedicados al Cristo de la Buena Muerte y a la Legión.
La prolongación de la estancia de los legionarios en la ciudad propició su participación en varios actos más relacionados con la Semana Santa y las cofradías. Así, en la mañana del sábado 19, parte de ellos asistieron a la tradicional misa de Privilegio en la iglesia de Santo Domingo, organizada por la Congregación de Mena en honor de Nuestra Señora de la Soledad. Durante la celebración presidida por la imagen de la titular, en el momento de alzar, la banda de cornetas del Tercio interpretó desde el coro la Marcha Real; además, estuvieron en la misa los oficiales de “la unidad expedicionaria del Tercio”, según relataba La Unión Mercantil el domingo. En el mismo periódico, se anunciaba la presencia de “las fuerzas de la Legión con su banda de tambores y cornetas” en la salida procesional del Santísimo Cristo Resucitado, que tendría lugar en la mañana de ese día.
Después de esta procesión la Legión estuvo presente en el banquete que el presidente de la Agrupación de Cofradías de Málaga, Antonio Baena Gómez, ofreció a más de 200 comensales en los Baños del Carmen y al que fue invitado el jefe del Tercio. Además, según El Cronista del domingo 20 de abril, los legionarios asistirían con sus jefes y oficiales a la corrida de toros que tendría lugar esa tarde y en la que torearían Cayetano Ordóñez ‘El Niño de la Palma’, Fermín Espinosa ‘Armillita Chico’, y José Pastor.
En el citado banquete de los Baños del Carmen, tomaron la palabra diversos oradores: Antonio Baena Gómez; el coronel Liniers; el alcalde Narciso Briales; el vicepresidente de la Agrupación de Cofradías, Manuel Cárcer Trigueros; y el ministro de Justicia y Culto, José Estrada y Estrada. Excepto Cárcer, todos ellos se refirieron a la Legión y a su presencia en Málaga, como recogía El Cronista, el 22 de abril, en una amplia reseña del acto. Baena abrió los discursos como presidente de la Agrupación y anfitrión, en su intervención afirmó que la Semana Santa de Málaga había tenido tres acontecimientos, uno de ellos la presencia de la Legión:
El tercer acontecimiento ha sido la presencia en esta capital, desfilando por nuestras calles, de los Caballeros de la Legión, esas fuerzas aguerridas que manda el ilustre Coronel señor Liniers, a quien saluda respetuosamente para que este saludo llegue también al último soldado de la Legión.
El orador terminó sus palabras con vivas al Rey, a España, al Ministro de Justicia y a la Legión. Contestó a sus palabras el jefe del Tercio, cuya intervención recogía así el periódico:
El Coronel del Tercio, señor Liniers, al levantarse para hablar es objeto de una delirante ovación. Con palabra cálida y correctísima dedica un canto a Málaga y a sus bellezas, recordando aquellos tristes días de la guerra de África en que supo colocar su nombre a la mayor altura de todas las provincias españolas, recibiendo primero a los soldados que pasaban para embarcar, y recibiendo después en sus brazos piadosos a los que regresaban de campaña, heridos o enfermos. Málaga supo destacarse como ninguna otra población en aquellos tristes momentos para la Patria, y el Ejército, que no olvida nunca estos hechos, se complace en proclamarlo con toda su alma, ofreciendo su afecto y su cariño a este pueblo hospitalario. Afirma, que durante la permanencia de las fuerzas de la Legión en Málaga, no han recibido más que atenciones y gentilezas que nunca agradecerán bastante y él, llamándose el último soldado de la Legión, levanta su voz en estos momentos para proclamar su gratitud, no ya sólo en nombre de la Legión sino en nombre de todo el Ejército, puesto que el Tercio no es otra cosa que una representación de la Infantería española.
Tras dedicar un respetuoso saludo al ministro de Justicia, que ocupaba la presidencia, y alabar su brillante gestión formando parte del Gobierno; Juan de Liniers terminó su intervención pidiendo a los asistentes que contestasen a sus vivas a España, al Rey y a la Legión.
Intervino después el alcalde, con unas breves palabras, pero en ellas no dejó de elogiar al Ejército y a la Legión, “a cuyos jefes dedica respetuoso saludo en nombre de Málaga” decía el periódico. Le siguió en el uso de la palabra el vicepresidente Cárcer y cerró el acto el ministro de Justicia y Culto, cuyo discurso era reproducido, íntegro, por los periódicos malagueños, como El Cronista y La Unión Mercantil, el martes 22; en él recordó la presencia militar y, particularmente, la del Tercio en las procesiones de Semana Santa con estas palabras:
Este año nuestra guarnición en procesiones y desfiles, se ha confundido con los soldados del Tercio en cuyo nombre, poniéndose el corazón a flor de labios, ha hablado su Coronel. El Tercio, señores, los leones del Tercio, cuyos primeros valientes moldearon sus corazones ante la espada heroica de Millán Astray, del bravo Millán Astray; tan bravo he dicho en otra ocasión y ahora lo repito, “que la muerte siempre que se le acercara sintió miedo y con espanto se retiró después de darle el mordisco”; moldearon también sus corazones ante Valenzuela, el mártir de la Legión; si, el mártir legionario, porque los que mueren como Valenzuela sucumbiera en Tissi Azza (sic), la Patria debe reservarles un puesto en los altares. Y de que Valenzuela tiene derecho a ello, halláis la prueba en que sus restos, porque eran de la tierra más española de España: Zaragoza, están depositados al pie de la Virgen del Pilar. Así, señores, como en un rayo del sol se contienen todos los cambiantes del iris, así todo el heroísmo y toda la caballerosidad de los Coroneles citados y cuantos mandaron la Legión, se compendian ahora en el Coronel Liniers, que para gloria de ella y del Ejército español lo manda, y estando aquí presente un Almirante de nuestra Escuadra, cuyo apellido es más hijo del mar que de la tierra: el ilustre malagueño General Carranza, en él saludo a los caballeros del mar.
Los últimos actos en los que intervinieron representantes de la Legión tuvieron lugar el lunes 21 de abril. Por la mañana una comisión del Tercio, encabezada por su jefe y compuesta por el teniente coronel Rada y los capitanes José Merino Mantilla de los Ríos y Carvajal Sobrino, fue al cuartel de la Trinidad para despedirse de los jefes y oficiales del Borbón nº 17, unidad que se alojaba en dicho cuartel. Allí, fueron recibidos por Antonio Cano Ortega, coronel jefe de aquel Cuerpo, quién acompañado de los demás jefes y de numerosos oficiales, mostró a los visitantes el cuartel y las mejoras introducidas recientemente en los servicios. La visita terminó con un “lunch” en honor de los visitantes.
Por la tarde, los tenientes del Tercio Francisco Albiac Franc, Eduardo Artigas Rivero y Juan Vilches Arenas, acompañados de los hermanos de la Congregación del Cristo de la Buena Muerte, Fernández de la Torre, Funes, Páez y Serrano de las Heras, visitaron la sede de la empresa La Unión Mercantil. Su secretario general, Justo Mensayas, acompañó a los visitantes en un recorrido por las distintas dependencias, explicándoles cuanto atañía al funcionamiento de la maquinaria y confección y tirada de los periódicos. Según recogía La Unión Mercantil, del día 22, los tenientes del Tercio reiteraron “la gratitud de la Legión, y suya, particularmente, hacia el pueblo de Málaga, que no escatimó medios para hacerles agradable su estancia en nuestra ciudad”.
Como estaba previsto, las fuerzas del Tercio regresaron a Ceuta ese mismo día, a las doce de la mañana, en el barco que les había traído a Málaga, el vapor Isleño. Antes de embarcar fueron despedidos por Liniers y numerosos jefes y oficiales, junto a una nutrida representación de la Congregación de Mena, encabezada por su hermano mayor Joaquín Mañas. Además, se acercó al puerto numeroso público que, según La Unión Mercantil, “tributó a los valientes legionarios una despedida en extremo cariñosa” en la que no faltaron “vivas entusiastas al Cristo de la Buena Muerte y a la Legión”; termina la noticia señalando que: “el buque arrancó en medio de una atronadora y prolongada salva de aplausos”.
Por su parte, el coronel Liniers, el teniente coronel Rada, y sus ayudantes, los capitanes Merino y Carvajal, embarcaron esa noche hacia Melilla, donde el primero inspeccionaría las unidades del Tercio estacionadas en aquella circunscripción. En el mismo barco viajaron otros oficiales de la Legión que regresaban a sus destinos, el capitán Manuel Carrera Fresneda, y los tenientes Munar Munar, Bernardo Sacedón Marro y otro más apellidado Fernández. Este último podría ser bien Dionisio Fernández de los Ríos, o Antonio Fernández Sevillano, o Emilio Fernández Fernández, los tres de Infantería, o quizás el teniente de caballería Gonzalo Fernández de Córdoba Ciburo.
Todos ellos fueron despedidos por miembros de la junta de gobierno de la citada Congregación. Antes de subir al barco, según La Unión Mercantil, Liniers rogó que:
Hiciéramos público el agradecimiento de los jefes, oficialidad y Tercio, en general, al pueblo de Málaga por la hidalga acogida que les ha dispensado y por los continuos agasajos y afectuosas pruebas de simpatía de que hicieron objeto; en todo instante, a los representantes del Tercio. Añadió que guardarán todos vivo recuerdo del pueblo malagueño y que la Legión se hallará siempre dispuesta a venir a Málaga y corresponder a las múltiples atenciones recibidas.
Prueba de la sinceridad de este ofrecimiento es que al año siguiente la Legión volvió a Málaga para desfilar con el Cristo de Mena y, por primera vez, darle guardia de honor en Santo Domingo. Como aún hoy, noventa años después de la primera ocasión, lo sigue haciendo.
Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”
Universidad de Málaga