Ángel María Carvajal y Santos-Suárez, Melgarejo y Guillamas nació el 29 de julio de 1899 en Madrid (en algunas fuentes se fija el nacimiento el día 20); hijo de Luis María del Pilar de Carvajal y Melgarejo, Fernández de Córdova y Valarino y de María del Carmen Santos–Suárez y Guillamas, Carrio y Piñeyro.
Siguiendo los pasos de su padre decidió seguir la carrera de las Armas. En julio de 1914 se presentó a la oposición para el ingreso en la Academia de Caballería, en Valladolid; el día 25 de ese mes la prensa daba la noticia de los resultados de las pruebas de ese día, Ángel había aprobado el quinto ejercicio práctico. Cinco días después el periódico La Tribuna de Madrid publicaba las relaciones de los admitidos en las academias de Artillería y Caballería, una vez terminados los ejercicios de ingreso; en el caso de la segunda se habían convocado 35 plazas y entre los que habían conseguido plaza, inicialmente, no se encontraba Ángel Carvajal; sin embargo, estaba incluido entre los aprobados sin plaza “salvo ampliación”.
La relación fue hecha oficial en una Orden del 5 de agosto, publicada en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra dos días después. En ella no constaba Ángel Carvajal, por lo que es de suponer la mezcla de tristeza y esperanza que le debió invadir. En los días siguientes estaría atento a nuevas noticias, pero no tuvo que esperar mucho; una nueva disposición, firmada el mismo día 7 en que se publicó la primera lista, ampliaba el listado de los admitidos en las distintas academias, señalando simplemente:
“El Rey (q. D. g.), de acuerdo con el Consejo de Ministros, ha tenido á bien nombrar alumnos de las Academias militares á los aspirantes que en la convocatoria del corriente año han aprobado la totalidad de los ejercicios en una misma academia, y figuran en la relación que á continuación se inserta.”
El día 8 de agosto se publicaban la disposición y las nuevas listas en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra. En el caso de la Academia de Caballería la relación de los nuevos ingresados incluía a Ángel Carvajal (procedente de paisano), junto con el resto de los que habían aprobado sin plaza. En total 21 nuevos cadetes que se unían a los ya publicados el día anterior.
Todos ellos se incorporaron a la Academia del Arma en Valladolid el 7 de septiembre siguiente; allí se les repartió en dos secciones de clase. Sus estudios en aquel centro durarían tres años, bajo la tutela inicial del coronel Joaquín Roselló Curto, director de la academia, que sería sustituido en 1915 en el cargo por el del mismo empleo Marcelino Asenjo Miguel. En su tercer año tuvo que esperar a los exámenes de septiembre para conseguir el aprobado final, junto con otros 15 compañeros, sin que conozcamos las causas del retraso.
Lo cierto es que mientras parte de la promoción ascendió a segundo teniente con antigüedad del 25 de junio de 1917, Ángel y sus compañeros lo hicieron con la del 4 de septiembre del mismo año. Su primer destino será el regimiento de cazadores Tetuán nº 17 de Caballería, de guarnición en Reus (Tarragona). A finales de junio de 1918 fue aprobada la llamada Ley de Bases del Ejército, como consecuencia de la cual el empleo de segundo teniente pasó a denominarse alférez, cambio que afectó a Ángel Carvajal, sin modificar su antigüedad; además, durante ese año fue destinado al regimiento de Cazadores de Alcántara nº 14, de guarnición en Melilla.
En 1919 es ascendido al empleo de teniente, con la antigüedad del 4 de septiembre de ese año, sin dejar su regimiento, según disponía una Real Orden del 27 de ese mes, en la que se señalaba que el ascenso era en propuesta extraordinaria por haber cumplido el plazo de permanencia en el empleo de alférez (mínimo de dos años) y estar clasificado apto para el ascenso. Este último requisito se había cumplido ese mismo día con otra Real Orden, ambas publicadas en el diario oficial del día siguiente (28 de septiembre). En los dos casos Ángel era el penúltimo de una lista de 14 oficiales, los mismos que habían salido de la Academia de Caballería tres años antes con el empleo de segundo teniente y la antigüedad del 4 de septiembre de 1917.
En enero de 1920 regresa a Melilla después de pasar unos días de licencia con su familia; la prensa daba cuenta de su viaje a África el 21 de ese mes. Pocos días después cae gravemente enfermo, estando a punto de morir, por lo que su madre y hermanas viajan hasta Melilla, tal y como daba cuenta la prensa del 31 de enero; la evolución del enfermo fue seguida con atención en las notas de sociedad de los periódicos en los días siguientes. El 5 de febrero El Universal comunicaba que Ángel estaba fuera de peligro, cuatro días más tarde La Correspondencia de España daba cuenta de su restablecimiento y el 14 El Telegrama del Rif informaba del regreso a Madrid del propio Ángel en compañía de su madre y su hermana María Luisa.
Quizás esta enfermedad fuese una de las razones que le impulsaron a solicitar destinos en la Península, entre ellos un puesto en el Escuadrón de Escolta Real. Desde el 30 de mayo de 1917, los destinos a esta unidad, así como a la Casa Militar del Rey, se nombraban por elección y no por antigüedad. No hay constancia de cuándo Luis presentó la correspondiente papeleta de petición para que fuese cursada al Ministerio de la Guerra; pero, conforme a lo establecido para estos casos, además tuvo que escribir un oficio, en la misma fecha, al Comandante general del Real Cuerpo de Alabarderos señalando los méritos en que basaba su petición. Dicho Comandante general, una vez recibidas las peticiones y producirse las vacantes, cursó una propuesta para cubrirlas al Ministerio de la Guerra. Es muy probable que la propuesta fuese ya firmada por Joaquín Miláns del Bosch y Carrió, teniente general que había sido nombrado jefe de la Casa Militar del Rey y Comandante general de Alabarderos el 27 de mayo de ese año.
Como consecuencia de su solicitud de destino, en septiembre de ese año es destinado al regimiento de cazadores de María Cristina nº 27, por Real Orden del 24 de dicho mes, publicada al día siguiente en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra; pocos días después, sin que se hubiese incorporado a su nueva unidad, es destinado a la Escolta Real por otra disposición del 6 de octubre (DO nº 226, 7 de octubre 1920). Dicha unidad estaba mandada por el coronel Fernando María de Baviera y de Borbón, Infante de España.
En 1920 su padre, el duque de Aveiro, cede sendos títulos a sus hermanas: el de conde de Cabrillas a María Luisa, el de conde de Bailén a María del Pilar y el de conde de Portalegre a Isabel. También cederá a su hermano Fernando el de marqués de Goubea, del que se ordena extender carta de sucesión el 12 de marzo de 1925. Al tiempo su madre haría lo propio, cediendo el de marqués de las Nieves a Ángel en el último trimestre de ese año.
En julio de 1925, por Real Orden del 23 (publicada el 25) asciende a capitán con antigüedad del día 4 de ese mes, en propuesta extraordinaria, junto con otros 31 compañeros de promoción. Por ello ha de dejar su destino en la Escolta Real; luego es destinado al Regimiento de Dragones de Santiago nº 9 y en la Escuela de Equitación. Durante 1926 pasa a situación de supernumerario en la 1ª Región Militar, en la que permanecía cuando se proclamó la República. Tras la publicación del decreto del 22 de abril, que obligaba a los militares a prestar promesa de acatamiento y fidelidad a la República, siguió el ejemplo de su padre y se negó a hacerlo, por lo que también causó baja en el Ejército y paso al retiro.
Tanto el padre como el hijo no pudieron pedir el retiro de forma voluntaria, que se ofreció, por un decreto del 25 de abril de ese año (publicado el 28), a los militares que se encontrasen en situación de actividad o en reserva retribuida, ya que se encontraban en la de supernumerario sin sueldo. Opción a la que sí se acogieron gran número de generales, jefes y oficiales en los meses de julio y agosto de 1931.
Lo cierto es que Ángel en aquel entonces gozaba de una posición económica desahogada, que mejoró aún más tras la muerte de su madre. Así lo demuestran sus declaraciones de la renta presentadas de 1933 a 1936, cuando vivía en calle La Flora nº 1 de Madrid. En las declaraciones de los dos primeros años hacía constar que era propietario de diversas fincas, en proindiviso con sus cuatro hermanos como herederos de Carmen Santos-Suárez, por lo que le correspondía una quinta parte de ellas: el monte ‘Las Nieves’, sito en el término municipal de Torrelodones (Madrid); la finca ‘La Alquería’, sita en el término municipal de Alhaurín de la Torre (Málaga); y las fincas ‘El Retiro y Las Ánimas’ y ‘El Retiro’, sitas ambas en el término municipal de Málaga. A ellas se sumaba la mitad de la casa de la calle de la Flora nº 1 y 3, con vuelta a la de Hileras 17 y 19, de Madrid; correspondiendo la otra mitad a su hermano Fernando.
No sabemos dónde se encontraba Ángel en julio de 1936, cuando se inició la Guerra Civil, pero es muy probable que estuviese en zona republicana, desde donde pudo pasar posteriormente a la zona dominada por el bando de Franco. Una vez en ella, solicitó su reingresó en el Ejército. Por decreto del 1 de junio de 1937 (publicado el 4 de junio) se dispuso su reintegro, con el carácter de provisional, en el servicio activo del Arma de Caballería, con los mismos honores, atribuciones y antigüedad que le hubiera correspondido de haber continuado en tal situación.
Once días después, un nuevo decreto le ascendía a comandante, en promoción extraordinaria de ascensos por antigüedad, asignándole en su nuevo empleo la fecha del 20 de marzo de ese año. Su carrera militar se desarrollará desde entonces pasando por todos los empleos hasta alcanzar el de general de División en 1961. Participa en diversas acciones durante la Guerra Civil y posteriormente pasará por destinos variados, como el mando de la brigada de Caballería Montesa, siendo general de Brigada.
epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Pérez Frías PL. La casa ducal de Aveiro en Málaga: Ángel María Carvajal y Santos-Suárez, Gobernador militar de Málaga. epistemai.es [revista en Internet] 2024 octubre (24). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/8054