Patografía del emperador Carlos. De la acromegalia de la princesa al prognatismo imperial

La orgullosa águila bicéfala de su escudo contempla la toledana

Puerta de Bisagra, entrada a la ”peñascosa pesadumbre,

 gloria de España y luz de sus ciudades”.

Miguel de Cervantes.

El emperador Carlos I de España, pintado por Tiziano, 1532-1533. Museo del Prado

Antecedentes Personales

Año de 1500, palacio de Ten Walle en Gant (Bélgica). Durante la celebración de un gran baile en el palacio, la archiduquesa Juana –Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos– sintió los primeros síntomas del parto inminente. Juana estaba casada con el archiduque Felipe de Austria, Gobernador de los Países Bajos por ser el primogénito del emperador Maximiliano I y de María de Borgoña. A las pocas horas, las tres y media de la madrugada (1) del martes del día 24 de febrero del año 1500, festividad de San Matías, la hija de los Reyes Católicos dio a luz al segundo de sus hijos que recibiría el nombre de Carlos –su hermana Leonor le había precedido algunos años antes–. El que habría de ser heredero de las coronas de Castilla y Aragón, de las Casas de Austria y Borgoña y titular del Sacro Imperio Romano Germánico (2) acaba de ver la luz, según testimonios ciertos, en el excusado del castillo.

Isabel la Católica (3), al conocer la buena nueva, exclamó: «Este será el que se lleve las suertes». Fue bautizado con el nombre de «Carlos» en memoria de su bisabuelo Carlos el Temerario (1433-1477), último Duque de Borgoña, casado con Margarita de York, hermana de Eduardo IV y de Ricardo III de Inglaterra. Carlos El Temerario había intentado hacerse con los Países Bajos e iniciar una monarquía que rivalizara con las ya existentes. Para ello ocupó el Ducado de Lorena, pero no pudo obtener del emperador Federico III el beneplácito para constituir el reino de Borgoña que habría colmado sus ambiciones territoriales. Se distinguió como uno de los príncipes más notables de su época; muy instruido, inteligente y valeroso, sostuvo numerosas guerras con el emperador Federico III de Alemania y con Luís XI de Francia, que finalmente le arrebató el Ducado de Borgoña. Este fracaso no impidió la ventajosa boda de su única hija, María de Borgoña con Maximiliano (1459-1519), hijo y sucesor de Federico III al frente del Imperio. Carlos El Temerario murió en el sitio de Nancy el 5 de enero de 1477.

Carlos el Temerario (1433-1477). Pintura de Rogier van der Weyden de 1454. Gemäldegalerie, Berlin

Carlos, fisonómicamente, heredó -en teoría- de los Habsburgo el prominente labio inferior (4) y de la Casa de Borgoña (5) el prognatismo mandibular que le impedía cerrar adecuadamente la boca, rasgo que se cuidaron muy bien de no exagerar los numerosos retratistas de la época, ni los pintores de tiempos posteriores (6). Antes de cumplir un año, su padre le armó caballero de la Orden del Toisón de Oro y le cedió el Ducado de Luxemburgo.

En 1506, tras la imprevista muerte de Felipe El Hermoso acaecida en Burgos, Margarita de Austria –ya doblemente viuda; en 1497 del príncipe Juan, primogénito de los Reyes Católicos, y en 1504 de Filiberto de Saboya– fue nombrada por su padre, el emperador Maximiliano I, Gobernadora de los Países Bajos. Fue ella –la bonne tante Margueritte– quién se encargó de supervisar la educación del joven y la que escogió al deán de Lovaina y futuro papa Adriano VI, Adriano de Utrecht, como tutor de Carlos. Luís de Vaca fue encargado, si bien al parecer con escaso éxito, de enseñarle castellano. Años después, solo hablaba francés, desconocía el flamenco, chapurreaba el castellano e ignoraba el latín, aunque fue aprendiéndolos más adelante. Como primer camarero y fiel guardián tuvo al señor de Chièvres, Guillermo de Croy, que le influyó de forma decisiva. Mercurino Arbóreo, futuro cardenal Grattinara, le familiarizó con su idea de lo que debía ser el comportamiento de un emperador y con el concepto «IMPERIO».

Erasmo de Róterdam también influyó en Carlos desde pequeño y más adelante sería su consejero. Aunque sus avisos sobre «huir de las guerras como del fuego», nunca fueron tomados en cuenta con excesivo celo por el «Emperador Guerrero».

A pesar de sus eminentes tutores, Carlos, en su infancia, no dio muestras de poseer una inteligencia precoz. Prefería la caza, los deportes y los torneos, actividades en las que llegó a destacar. También estudió música y fue aficionado a tocar la espinela y el órgano. Pero, ante todo, en el joven Carlos quedaron grabados profundamente los conceptos de honor y defensa de la fe católica, tal como estipulaban los estatutos de la Orden del Toisón de Oro (7).

 

Medio Social

Constantinopla cayó en 1453, y con ella todos los restos del Imperio Bizantino, ante el empuje otomano cuyos ejércitos hacían estragos entre los reinos cristianos de los Balcanes. España y Portugal iban consolidando sus imperios de ultramar. Francia e Inglaterra superaban la Guerra de los Cien Años entre las Casas de York y Lancaster y Francia finalizaba victoriosa sus luchas con los borgoñones. Las nacionalidades inglesa, francesa, española y portuguesa se aglutinaron, respectivamente, en las dinastías Tudor, Valois, Trastámara y Avis.

En Italia, importante encrucijada comercial y cultural, surgen con vigor las cortes renacentistas de Florencia, Milán, Mantua, y Ferrara, así como la Roma de los papas y la Venecia de los mercaderes. Italia no existía como nación y como tal no tenía consistencia política ni territorial. Carlos VIII de Francia se adentraba en el Milanesado. Los Reyes Católicos habían pasado de Sicilia a Nápoles (8) y turcos y alemanes tanteaban su incorporación a semejante banquete.

Las figuras de Botticelli (8), Leonardo da Vinci (1452-1516) (9), Durero (1471-1528), Erasmo (10), Rafael (11), Miguel Ángel (1475-1564) (12) y Tiziano (1490-1576) (13) encabezaron las expresiones de un arte sin par y difícilmente superable en los siglos venideros.

También es necesario recordar algunos de los grandes problemas, tanto de la sociedad del siglo XV, como de la del XVI (14). En primer lugar, la lucha contra las grandes distancias ya que, como máximo, un correo real recorría unos cien kilómetros al día. También la casi nula defensa frente a las numerosas enfermedades y a la alarmante mortalidad infantil y, en particular, contra la peste que hacía estragos en las ciudades. Estas, eran batallas no ganadas a la naturaleza. Cuando la noche se cernía sobre las ciudades, el bandolerismo suponía una peligrosa amenaza para los retrasados en refugiarse a cal y canto en sus hogares. Las gentes, como en los remotos tiempos de la antigua Grecia, seguía gustando de los temas misteriosos y de los libros de caballería (15), así como de la astrología y de las ciencias de adivinación y curación.

 

Antecedentes familiares

En febrero de 1496 se realizó la boda por poderes entre la infanta Juana y el archiduque Felipe. En agosto, una armada de 120 navíos con 15.000 hombres a bordo acompaña a la infanta hasta Flandes. La misma armada se encargaría de traer a España a la archiduquesa Margarita, hermana de Felipe, para sus nupcias con el heredero del trono español, el príncipe Juan, constituyendo un doble enlace sucesorio entre las coronas peninsulares y la dinastía austríaca.

Fernando II de Aragón, el Católico, pintado por Michel Sittow a principios del siglo XVI. Kunsthistorisches Museum, Viena

Cuando los esposos se encontraron cara a cara por vez primera surgió entre ellos una fuerte atracción que alcanzó tal grado que, sin esperar a los esponsales oficiales, esa misma noche se retiraron a sus aposentos para consumar el vínculo matrimonial.

El 16 de noviembre de 1498 nació en Bruselas la infanta Leonor (16), hermana mayor del futuro emperador Carlos. Para entonces ya habían llegado a Castilla rumores sobre las graves desavenencias del joven matrimonio. Juana, celotípica y con razón, no podía soportar los devaneos extraconyugales de su marido, conocidos de toda la corte. Poco a poco esta situación fue amargando y enrareciendo su carácter.

Juan, el heredero de los Reyes Católicos, había fallecido en 1497. Isabel, siguiente en los derechos de sucesión, fallece de parto en el año 1498, y poco después también lo hace su hijo, Miguel de la Paz (1498-1500), cuando ya había sido reconocido como príncipe heredero por las Cortes de Castilla. Los Reyes Católicos, ante esa situación, reclaman la presencia en España de Juana y Felipe, dado que Juana se ha convertido en la heredera de los reinos españoles y debe estar en ellos. Los archiduques cruzaron Francia con numeroso séquito y ajuar y el 29 de enero de 1502 entraban en España por Fuenterrabía. El 22 de mayo fueron reconocidos como príncipes de Castilla y de Aragón. Juana habría de ser la primera mujer que, por derecho propio, reinara sobre los aragoneses.

Felipe se saturó pronto de la severa y aburrida, para él, corte castellana y regresó a Flandes, dejando en España a su esposa que estaba embarazada del que sería el tercero de sus hijos. El infante Fernando nace en 1502 y su madre decide dejarle en España al cuidado de sus abuelos y seguir a su esposo a los Países Bajos, lo que no consigue hasta 1504, por la fuerte oposición de sus padres a que deje el reino. Reunida con su esposo, la vida en común se hace cada vez más difícil, y Juana La Terrible, como era apodada en Flandes, celosa patológica, y además con razón, empezó a perderla definitivamente.

Las tristes noticias sobre su hija aceleraron la muerte de Isabel la Católica que en su testamento nombraba gobernador de Castilla a su esposo Fernando en ausencia de su hija, añadiendo premonitoriamente:

 …que en viniendo esta y no queriendo o no pudiendo gobernar, gobernará el rey Don Fernando.

Añadía que, en caso de incapacidad de su hija, la regencia debería ser desempeñada por éste hasta la mayoría de edad de su nieto Carlos. La reina falleció el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo.

Isabel la Católica (1451-1504), pintado a principios del siglo XVI por Juan de Flandes. Palacio Real, Madrid

Lo que Felipe pretendía es que su suegro se desplazara cuanto antes a su reino de Nápoles y le dejara gobernar en solitario en Castilla, como sucedería finalmente después de varios encuentros entre ambos. Felipe comenzó a gobernar, pero no pudo conseguir mantener incomunicada a su esposa como deseaba, pues los procuradores del reino, tras entrevistarla, no hallaron razones para ello. El 12 de julio fueron jurados por las Cortes de Castilla, reunidas en Valladolid, como reina y rey consorte. Juana se hallaba embarazada de cinco meses de la infanta Catalina, que sería el sexto de sus hijos en nueve años de matrimonio. Antes de ella habían nacido María, futura reina de Hungría, e Isabel (17), reina de Dinamarca, aparte de los ya nombrados Leonor, Carlos y Fernando.

Aquel año las malas cosechas y la propagación de la peste sumieron a la población castellana en una grave situación de hambre y mortalidad. La corte se trasladó a Burgos y allí el 25 de septiembre de 1506, tras una rápida y violenta enfermedad, muere Felipe El Hermoso con tan sólo 28 años, sin haber cumplido los tres meses del tan ansiado reinado. Se pensó que había sido envenenado por orden de su suegro, pero la opinión más extendida fue que fue víctima de la epidemia de peste que venía extendiéndose por España desde 1502. Su virulenta y fulminante enfermedad, que le llevó a la muerte en tan solo cuatro días, se produjo después una jornada de caza que fue seguida de un partido de pelota, durante el que bebió agua helada.

Su cuerpo fue embalsamado y su corazón enviado a Flandes en un cofre de oro. Doña Juana enloquecida de dolor, inició un largo y fúnebre peregrinaje por tierras de Castilla hacía Granada, sin separarse en ningún instante del féretro que contenía los restos mortales de su esposo (18).

 

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epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Rodríguez Cabezas A, Javier Pérez Frías J.  Patografía del emperador Carlos. De la acromegalia de la princesa al prognatismo imperial. epistemai.es [revista en Internet] 2023 octubre (21). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/6643

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