El orden de las palabras en la frase sí altera el producto

 

“Socialmente, la corrección del habla tiene una importancia comparable a la del aseo personal. La aceptación social de una persona está condicionada –entre otras cosas– por la corrección de su lenguaje, y la conciencia de que esta realidad motiva que muchos hablantes traten de desprenderse de formas de expresión ‘mal vistas’ (demasiado regionales, demasiado populares) y de adquirir otras que no desentonen en los medios donde desean ser admitidos.” (Manuel Seco, Gramática esencial del español, Madrid, Espasa-Calpe, 1991, 2ª e. r. y a., p. 257)

Aunque las cosas están cambiando –especialmente en lo que a regionalismos y vulgarismos se refiere– en la misma medida en que cambia la propia sociedad y sus gustos, no siempre lo hace en la buena dirección: a mayor disgregación, mayor incomprensión. Ya le pasó al latín y a las lenguas germánicas, de modo que no sería nada nuevo, por muy lamentable que sea. El éxito de una lengua radica en su poder comunicativo, extensible al mayor número posible de hablantes. Su riesgo, como dice el propio Seco (1991: 41), está en que ese río caudaloso, al llegar a su desembocadura, se convierta en un delta, cuyos brazos lo disgreguen.

Hay un tercer asunto, nada despreciable, relativo al prestigio de la lengua y por tanto al interés general por mantenerla aseada. Si, frente al latín, el castellano adquirió rango de lengua culta (científica) con Alfonso X el Sabio (s. XIII), hasta imponerse al resto de hablas regionales –no sin antes haberlas integrado en gran medida– y convertirse en español (s. XV) precisamente por su prestigio, ahora caminamos en la dirección opuesta: ¿es posible que esa ciencia dé “fortaleza y supervivencia” (Seco, 1991: 41) al español, cuando su aportación científica ha de publicarse sólo o en su mayor parte en inglés para ser reconocida por las entidades científicas españolas (ANECA) encargadas de “capacitar” al profesor universitario? Ya se han levantado autorizadas voces en el propio mundo anglófono lamentando la cantidad de buenas ideas y mejores trabajos perdidos por el mero hecho de querer canalizarlos en el único idioma y por los pocos medios editoriales “reconocidos” al efecto. Dicho todo lo cual, vamos al asunto que hoy nos trae aquí: el aparente quemasdá* del orden de las palabras en la frase de los textos españoles.

Suele haber común acuerdo en que el francés es una lengua “lógica”. Más le vale, pues de otro modo sería incomprensible. Tras la pérdida fonética de sus desinencias nominales y verbales, ni el verbo puede ir sin sujeto (verdaderas desinencias prepuestas: je, tu, il / elle, nous, vous, ils / elles) ni el sustantivo sin determinante. La diferencia fonética entre pomme y pommes (manzana / manzanas) está en su determinante: une pomme / des pommes, la pomme / les pommes, cette pomme / ces pommes… Con otra particularidad: cuando el sujeto “real” se sitúa detrás del verbo, el francés se ve obligado a inventarse un sujeto “aparente”, siempre neutro (ce / il), con el que ha de concertar el verbo en tercera persona, aunque el sujeto real sea de primera o de segunda: c’est moi, c’est toi, c’est nous… (eso es yo, eso es tú, eso es nosotros…). Lo dicho del francés vale igual para el inglés –lengua que, casi desaparecida tras de la batalla de Hastings en 1066, hubo de rehacerse sobre la base del francés, su gran competidor en las Islas Británicas–: (it’s me, it’s John…). Su grupo nominal carece de género y los determinantes incluso de número (the good pupil / the good pupils). Frente a eso, el español, que felizmente mantiene las desinencias fonéticas, puede permitirse el lujo de ser un lenguaje directo: “soy yo” / “yo soy”; puede enunciar el verbo o el nombre sin necesidad de pronombres ni determinantes. Así, “como manzana” (je mange de la pomme) o “como manzanas” (je mange des pommes); o invertir los términos (“consejos doy, que para mí no tengo”), que ninguna de las lenguas citadas podría decir sin grave riesgo de incomprensión. Además de la carencia de desinencias, la de preposiciones en el objeto directo obliga a dichas lenguas a mantener un orden rígido de los elementos de la frase: sujeto – verbo – complemento. Una frase como “el lobo se come al/el cordero” (le loup mange l’agneau / the woolf eats the lamb), podemos invertirla en español diciendo “al/el cordero se lo come el lobo”, pero no en francés ni en inglés, porque l’agneau mange le loup / the lamb eats the woolf significaría que es el cordero quien se come al lobo. De ahí que su orden sintáctico sea férreo.

 

Dicho lo anterior, hay que añadir, para el caso del español, que no vale cualquier orden de palabras en la frase. Aparte los consabidos grupos de adjetivo-sustantivo (un hombre pobre / un pobre hombre; cualquier hombre / un hombre cualquiera / un cualquiera), igualmente existentes en francés (no así en inglés, donde es preceptivo que el adjetivo anteceda al sustantivo): un homme pauvre / un pauvre homme; une femme grosse / une grosse femme (embarazada / gorda), es normal que en francés el adjetivo siga al sustantivo (un professeur merveilleux), mientras que en español puede antecederlo o seguirlo (un profesor maravilloso / un maravilloso profesor). Las cosas se complican cuando a ese sustantivo no sólo le sigue un adjetivo, sino un complemento determinativo. Y aquí dejamos el análisis comparativo entre las tres lenguas de nuestro entorno para fijarnos exclusivamente en el español. En los ejemplos que siguen, tomados de la prensa diaria y de otras publicaciones de editoriales señeras, irá en cursiva el sintagma señalado; debajo, el comentario y la solución. Como en ocasiones anteriores, no se citarán ni autores ni los medios impresos de los que se han tomado –sería como corregirlos en público–. Únicamente se aporta la fecha y el año de publicación ––según sea prensa o libro– para mostrar su actualidad. Los demás datos quedan en exclusiva reserva.

Entre los grupos sintácticos más usualmente defectuosos sobresalen los compuestos de adjetivo y sustantivo, los complementos determinativos y los complementos directos, indirectos de lugar y circunstanciales.

 

Adjetivo y sustantivo

“La OMS advierte que la vacuna no acabará con la pandemia sola” (Titular de una noticia recuadrada y en tipo mayor, 2020-08-22)

Aparte del queísmo (advierte que), ¿qué más cosas va a llevarse por delante la vacuna? Porque, si no se acaba sólo con la pandemia, la vacuna acabará con algo más… ¿O, quizá, hubiera sido mejor decir que La OMS advierte [de] que (avisa de que) la vacuna sola no acabará con la pandemia? Habida cuenta de que tanto “pandemia” como “vacuna” son femeninas, el adjetivo “sola” especifica únicamente al sustantivo más próximo. Como esto repugna a la razón, nos obliga a releer la frase para encontrarle sentido. Sirva, pues, de criterio aconsejable: cuando hay que volver sobre una frase para encontrarle sentido, es que su redacción es deficiente o incorrecta.

 

“Es indudable que la política española necesita un golpe de timón radical…” (2020-09-05)

Como en el caso anterior, hay dos sustantivos (“golpe” y “timón”), pero un solo adjetivo (“radical”), que afecta a uno solo de los sustantivos. Lógicamente, debe situarse junto al que determina, porque, además, no se conocen “timones radicales”. La frase fluye y muestra mejor su sentido diciendo… un golpe radical de timón.

 

“Se ha pegado un tiro en el pie monumental, asegura sobre Marín y la Reforma del Gobierno un cargo nacional del partido.” (2020-09-13)

Desde luego, con un pie de esas dimensiones, es difícil errar el tiro… A los mismos errores señalados antes (dos sustantivos y un único adjetivo, indebidamente aplicado), se añade el efecto hilarante de la frase, que hubiera podido evitarse diciendo: Se ha pegado un tiro monumental en el pie

 

“Los congresos, las conferencias y las publicaciones que hacen estos investigadores son una intoxicación de la información brutal.” (2020-09-28)

No es de extrañar que, con semejante información, acabemos todos intoxicados… Idéntico defecto (dos sustantivos y un solo adjetivo descolocado), idéntica solución (adjuntarlo a su correspondiente sustantivo) e idéntico resultado: la sonrisa irónica. Es fácil comprobar cuánto gana la frase haciendo lo más sencillo: “…son una intoxicación brutal de la información.”

 

Los complementos determinativos

“Canarias dice ‘no’ al protocolo sobre migrantes de Sánchez.” (2020-08-06)

La primera obviedad es que los migrantes no son de Sánchez, sino el protocolo. La frase en cuestión –titular de un artículo de primeras páginas en un diario nacional– se muestra oscura y necesita releerse varias veces. Justo lo contrario de lo que debiera buscar un titular. De las dos reglas que rigen el buen uso de una lengua, la primera es la garantía de que el mensaje llega nítido al interlocutor; y la segunda, su economía. Ambas están por encima de cualquier ‘originalidad’ de estilo. Aun más, el buen estilo se basa precisamente en ellas. Según la sintaxis, ‘de Sánchez’ es complemento determinativo de ‘protocolo’ y debe seguir su orden lógico: “Canarias dice ‘no’ al protocolo de Sánchez sobre migrantes.” Con ello la frase recupera su nitidez y natural elegancia.

 

“No tuvo bastante con pasar sin despeinarse de las mascarillas “contraproducentes” a las “imprescindibles”. (2020-08-08)

Para no “despeinarse de las mascarillas”, hubiera sido mejor… pasar de las mascarillas “contraproducentes” a las “imprescindibles” sin despeinarse. Que lo bien hecho, bien parece.

 

“Lanza una figura de un indio de tres kilos desde un cuarto piso a los policías que iban a detenerlo” (2020-09-30)

Sería un indio recién nacido, porque para pesar tan poco… En realidad, desorden aparte, sobra el artículo indeterminado “un”: Lanza desde un cuarto piso una figura de indio de tres kilos a los policías que iban a detenerlo. De mantener el artículo, el intento de evitar el “indio de tres kilos” nos conduciría a algo peor: que el detenido sería el indio y no el que lanza su figura: Lanza desde un cuarto piso una figura de tres kilos de un indio a los policías que iban a detenerlo. ¡Qué lío por un simple artículo indeterminado fuera de lugar! ¿Pero tanto cuesta decir las cosas por derecho?

 

“Detenida una antigua presa de ETA por el asesinato en 2001 de Giménez Abad.” (2020-07-22)

La separación entre el complemento determinativo y su núcleo que ocurre aquí, “el asesinato de Giménez Abad”, no impide la correcta comprensión de la frase, pero sí su fluidez: Detenida una antigua presa de ETA por el asesinato de Giménez Abad en 2001. Si cada oveja puede ir con su pareja, siempre será lo más recomendable.

 

Complemento directo

“Hacienda le cede a Velasco Industria y Minas, pero no como se le había hecho creer Energía…” (2020-09-13)

De entrada, cualquiera podría pensar que el tal Velasco se apellida Industria y Minas. Nadie lo dudaría, en cambio, de haberse redactado: Hacienda cede Industria y Minas a Velasco. Y la proposición que sigue, sin más comas, puede inducir igualmente a pensar que “Energía” es el objeto de fe (“se le había hecho creer”), algo evitable reordenando debidamente la proposición: …pero no Energía, como se le había hecho creer. La frase, debidamente ordenada, Hacienda cede Industria y Minas a Velasco, pero no Energía, como se le había hecho creer, recupera de inmediato su sentido. Esto no tiene nada que ver con el hipérbaton como elemento de estilo. Dicho recurso se justifica en poesía, por ejemplo, para mantener un determinado ritmo o rima. No es el caso de la prosa, donde ante todo hay que garantizar que el lector reciba correctamente el mensaje, sin lugar a equívocos. Obligar a releer un texto va contra el segundo principio: la economía del lenguaje, que afecta no sólo a la cantidad de elementos (lo bueno, si breve, dos veces bueno) sino también al tiempo (limitado) en que el lector puede mantener la atención.

 

Complemento indirecto de lugar

“El PP llevará mociones contra la okupación a los ayuntamientos” (2020-09-24)

Nada sabíamos hasta ahora de que los ayuntamientos fueran también objeto de tales prácticas invasivas. Con lo fácil que hubiera sido poner el complemento indirecto de dirección tras el directo, que es su sitio: El PP llevará a los ayuntamientos mociones contra la okupación. De este modo nadie dudaría de que los ayuntamientos corran tal riesgo. Tradicionalmente se ha hablado de complementos circunstanciales de lugar: a donde, en donde, por donde, de donde… Pero tal análisis adolece de falta de sutileza (manca finezza). Pierre Guiraud (La grammaire, Paris PUF, 1970, 5ª ed.), fijándose en lo que ya ocurre en latín (eo Romam –voy a Roma– / amo Romam –amo a Roma), dice que el verbo precisa, explicita la función (p. 31). Es decir, el objeto de un verbo de movimiento es el lugar al que se va; y esto no es ninguna circunstancia. Una cosa es “Voy a Roma” (objeto del viaje) y otra muy distinta “Vivo en Roma” (circunstancia). Esta pequeña aclaración pretende sólo justificar el título del parágrafo. Nada más.

 

Complemento circunstancial de lugar y causa

“El accidente de un avión militar se cobra la vida de 20 cadetes en Ucrania.” (Titular resaltado en negrita y fuente de gran tamaño, 2020-09-27)

Los pobres ucranianos, no sé cómo se las apañan para pagar siempre el pato (…se cobra en Ucrania). Tal y como está redactada la noticia, el lector debe deducir que el accidente ha tenido lugar en Ucrania y que los cadetes eran ucranianos; pero eso no lo dice claramente el texto. Es decir, un testimonio semejante tendría muy poco valor probatorio. El equívoco desaparecería en parte resituando la circunstancia de lugar. Así: El accidente de un avión militar en Ucrania se cobra la vida de 20 cadetes. Aun así, queda la duda de saber si el avión militar y los cadetes eran ucranianos. Podrían ser de otros países, de maniobras en Ucrania. De modo que reduciríamos bastante las dudas si empezáramos afrontando el lugar de los hechos: En Ucrania el accidente de un avión militar se cobra la vida de 20 cadetes. Esto ya suena a noticia objetiva de prensa en la sección mundial de sucesos.

 

“Detenido tras matar a martillazos a su mujer impedida en Jerez. “ (2020-09-11).

Eso le pasa por haber estado impedida en Jerez. Si hubiera estado impedida en Murcia, por ejemplo, a lo mejor se habría salvado. O, a lo mejor, de no haber estado en Jerez, la pobre mujer no habría estado impedida… La hilaridad de la noticia procede de situar indebidamente “impedida” y “en Jerez”. Rehagamos la frase: Detenido tras matar a martillazos en Jerez a su mujer impedida. Tampoco debe situarse “en Jerez” junto a “Detenido”, porque se deslocalizaría el crimen, dando a entender que en la citada ciudad gaditana sólo tuvo lugar la detención del asesino: Detenido en Jerez… (tras una larga persecución).

“Ésta se casa y se acuesta con ese enano nazi por su país.” (2020-07-21)

Es obvio que el motivo de su enorme sacrificio era su país y debe resaltarse poniéndolo en primer término: Por su país ésta se casa y se acuesta con ese enano nazi. ¿Podría darse el caso de que alguien fuera nazi por su país? ¿Podría ser que algún nazi no lo fuera por su país? Mejor, huir del tópico.

 

Preposiciones con hiato

“Amin ha operado a al menos 8 mujeres en el centro Irwin desde 2017.” (2020-09-19)

Terminamos este sucinto muestrario del (des)orden de las palabras en la frase con un espécimen nada raro en la actualidad. Incapaces de reaccionar ante la cacofonía que todo hiato produce, no aprecian la violencia que sufre el texto ni se molestan en aliviarlo de su tensión: Amin ha operado al menos a 8 mujeres en el centro Irwin desde 2017. ¿Tan difícil es?

 

Queda así probado que el aseo de la lengua en sus manifestaciones escritas no es lo que más preocupa hoy a sus autores. A lo mejor ni se han parado a pensarlo. Se vive tan precipitadamente…

 

Quintín Calle Carabias
Presidente de la SEMA


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