Fernando Ordóñez y Gamboa, el corregidor que promulgó ‘La Pepa’ en la ciudad de Málaga

 
 
Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”
Universidad de Málaga
 
 

A primeras horas de la tarde del domingo 6 de septiembre de 1812, el corregidor de Málaga, Fernando Ordóñez y Gamboa, salía de las casas consistoriales, situadas entonces en la plaza Mayor o de las Cuatro Calles; encabezaba una comitiva compuesta por seis regidores, el secretario primero del cabildo, Antonio del Castillo Fragua, y parte de los porteros del ayuntamiento malagueño. A la misma hora salía también de las casas capitulares otra comitiva en dirección a la plaza de la Merced con el regidor decano, Manuel Rengel, al frente, el resto de los regidores, el secretario José Sánchez de Castilla y el resto de los porteros. El objetivo de ambas era proclamar la Constitución española aprobada el pasado 19 de marzo en Cádiz. Los citados secretarios del Ayuntamiento dieron testimonio de ambas ceremonias que, posteriormente se insertaron en las actas capitulares.

Grabado representando la plaza de las Cuatro Calles

En cuanto al de la plaza Mayor, Antonio del Castillo Fragua, “escribano público del Número perpetuo de esta ciudad, mayor y más antiguo de su Ilustre Ayuntamiento” certificó que:

“siendo las cuatro de la tarde de este día, el Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad, presidido por el Sr. D. Fernando Ordóñez, su Corregidor, formado en Cuerpo salió de sus Casas Consistoriales y se dirigió a un decoroso tablado de diferentes gradas, cubierto de paños de corte, que estaba formado en medio de dicha Plaza mayor, y habiéndose situado en él por el orden y con la ceremonia correspondiente, dando vista al retrato de Nuestro Augusto Soberano el Sr. D. Fernando Séptimo que bajo un suntuoso dosel estaba colocado en el balcón principal de las Casas Capitulares, con centinelas y cuanta pompa fue posible, de orden de dicho Ilustre Ayuntamiento se impuso por los porteros o maceros al pueblo presente el silencio y atención que debía observar en acto de tanta gravedad, y en seguida se leyó en alta voz dicha Constitución, y el mandamiento de su Alteza la Regencia para su observancia, y concluido se oyó un repique general de campanas y salva de artillería, manifestando el pueblo general júbilo, alegría, y la más tierna obediencia al cumplimiento de dicha Constitución. Esto sin perjuicio de la iluminación general que habrá de verse en toda la ciudad y sus barrios en esta próxima noche y las dos siguientes con orquestas de música en los puntos designados, para lo que ya están colgadas las fachadas de las casas que están habitadas en esta población; y para que conste de mandato de dicho Ilustre Ayuntamiento y para colocar en el libro Capitular doy el presente en Málaga a seis de Septiembre de mil ochocientos doce.”

Una redacción casi idéntica tiene el certificado de Josef Sánchez de Castilla, “escribano público del número de esta ciudad de Málaga, y mayor de su Ilustre Ayuntamiento”, relativo al acto de la plaza de la Merced:

“Siendo las cuatro de la tarde de este día, una diputación del Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad, presidida por el Teniente Coronel agregado al estado mayor de esta Plaza D. Manuel Rengel, su Regidor Decano, formada en cuerpo, salió de sus Casas Consistoriales, y se dirigió a un decoroso tablado de diferentes gradas que estaba formado y cubierto de paños de Corte en medio de la referida Plaza de la Merced, y habiéndose situado en él por el orden y con la ceremonia correspondiente, dando vista al retrato de nuestro Augusto Soberano el Señor D. Fernando Séptimo, que se hallaba en uno de sus ángulos con cuantas pompas fue posible, de orden de dicho Señor Regidor Decano, se impuso por los porteros o maceros al pueblo presente el silencio y atención que debe observar en acto de tanta circunspección, y en seguida se leyó en alta voz dicha Constitución y el mandamiento de la Regencia para su observancia, y concluido se oyó un repique general de campanas y salva de artillería, manifestando el pueblo general júbilo, alegría y la más tierna obediencia al cumplimiento de dicha Constitución. Esto sin perjuicio de la iluminación general que habrá de verse en toda la ciudad y sus barrios en esta próxima noche y las dos siguientes, con orquestas de música en los puntos designados, para lo que ya están colgadas las fachadas de las casas que están habitadas en esta población, y para que conste donde convenga de mandato de dicho Regidor Decano y a los fines que están dispuestos en el Real Decreto de diez y ocho de Marzo de este año, doy el presente por duplicado en la ciudad de Málaga a seis días del mes de Septiembre de mil ochocientos doce.”

Retrato de Fernando VII de Francisco de Goya

Promulgación de la Constitución en Cádiz de Salvador Viniegra

Fernando Ordóñez formaba ya parte del Ayuntamiento de Málaga en abril de 1808, como regidor y teniente de Alférez mayor, cuando se tuvo noticia de los sucesos que precedieron al alzamiento del 2 de mayo y el comienzo de la Guerra de la Independencia.  Se mantuvo en el puesto hasta que el consistorio malagueño fue depuesto por Vicente Abello, el 24 de enero de 1810, pocos días antes de la entrada de las tropas francesas en la capital.
En esos dos años, como regidor y teniente de Alférez mayor, asistió a diversos cabildos; 37 en 1808, entre enero y diciembre de ese año, frente a los 75 en los que participó Francisco de Paula Ayala, el regidor que tuvo mayor participación en el mismo tiempo. Al inicio de la guerra demostró su patriotismo integrándose como vocal en la Junta de Defensa de Málaga, desde su creación el 1 de junio de 1808. Además, contribuyó a levantar, junto con el Conde de Mollina, regidor y vocal de la misma Junta, el Regimiento de Milicias Urbanas de la ciudad, compuesto por 16 compañías de a 100 hombres, que se uniformó a costa de ambos; siendo Ordóñez nombrado sargento mayor de él, mientras que Mollina sería el coronel del nuevo cuerpo. En enero de 1809 fue nombrado, por designación directa, para la diputación de la junta de Reales Obras, junto con José de Ortega y Rengel, cargos que ya habían ejercido el año anterior; además, le tocó por sorteo (suerte de bolillas) otras diputaciones: la de “Alcalde de la Santa Hermandad”, en unión del conde de Puertohermoso, la de “Decuriones con la Real Justicia”, junto a Miguel Rengel, representado por Luis de Molina; la de Jurisdicción; y la de Padre general de menores, estas dos últimas en solitario.

Al iniciarse 1810, seguía como regidor y teniente de alférez mayor en el ayuntamiento de Málaga, aunque sólo consta su participación en el cabildo celebrado el 11 de enero, presidido por Justo Martínez de Baños, como alcalde mayor y corregidor regente, antes de la sublevación de Abello y los San Millán. A pesar de estos antecedentes, volvió a integrarse en el primer Ayuntamiento formado en Málaga, después de ser ocupada por las tropas del rey José. Aunque no estuvo presente en la solemne ceremonia del juramento de lealtad y fidelidad al monarca que se celebró en la catedral el día 8 de febrero de 1810, fue confirmado en su empleo ese mismo día, al igual que todos sus compañeros, por el Comisario Regio D. Miguel José de Azanza.

Su dedicación al gobierno municipal, y hemos de suponer que también al nuevo régimen, le llevaría a ser nombrado corregidor seis meses más tarde -sustituyendo en el cargo a Justo Martínez de Baños-, al formarse la Municipalidad. En efecto, a propuesta del prefecto José Cervera, sería aprobado su nombramiento por el ministro del Interior a finales de agosto y el 29 de ese mes prestaba el juramento de fidelidad, tomando posesión del cargo.
Durante la ocupación francesa tuvo que poner en práctica numerosas medidas para atender a los elevados requerimientos económicos de los franceses, fundamentalmente para el suministro y equipamiento de las tropas imperiales; aunque, en ocasiones, se mostró contrario a las disposiciones de los sucesivos prefectos y gobernadores militares. Su presencia presidiendo los cabildos era habitual, participando en las reuniones más importantes con diputaciones de otras instituciones para elaborar repartimientos, como las citadas anteriormente. Su labor volvió a ser premiada con la continuidad al frente de la Municipalidad en 1811, a pesar de ser sustituidos más de la mitad de los regidores que la integraban.

Continuaría en su cargo hasta que, tras la breve entrada de las tropas de Ballesteros en la ciudad de Málaga a mediados de julio de 1812, fue depuesto del cargo de corregidor por orden del prefecto de fecha 18 de ese mes, la cual comunicó el propio Ordóñez al Ayuntamiento en el cabildo celebrado ese día. A pesar de las protestas y peticiones de los regidores dirigidas al prefecto, no se revocó la orden.

Tras esta deposición o “exoneración” Fernando se retiró al campo y entró en contacto con el general Ballesteros del que consiguió un nuevo nombramiento como corregidor de Málaga, como él mismo reflejaba en un informe presentado al Ayuntamiento constitucional el 28 de septiembre, un mes más tarde del abandono de la ciudad por los franceses el 27 de agosto de 1812:

“consta que por mi parte era autoridad legítima sin estos requisitos, primero por tener un nombramiento especial del Excmo. Sr. Capitán General de las Andalucías D. Francisco Ballesteros para Corregidor de esta ciudad, en tiempo que ocupaban la plaza los franceses, segundo por que al tiempo de su evacuación no lo era pues me hallaba retirado en mi hacienda de campo y sin embargo de que tanto el Gobernador francés como el Prefecto me hicieron venir para que siguiese de Corregidor no lo consiguieron.”

Según manifestó el propio Fernando, al día siguiente de la salida de los franceses fueron a buscarle a su hacienda de campo cuatro alcaldes de barrio, acompañados de porteros y ministros del ayuntamiento “para que viniese a tomar el mando, lo que verifiqué”. El 29 de agosto Ordóñez entraba en el cabildo que se estaba celebrando bajo la presidencia de Manuel Rengel, regidor decano, y se hizo cargo de la presidencia. El acta de este cabildo señala:

“Entró en este cabildo el Sr. D. Fernando Ordóñez, su Corregidor, y tomó el asiento de Presidencia.

En seguida, la Ciudad dio conocimiento al Señor Corregidor de las disposiciones que había tomado para la tranquilidad del pueblo y demás determinaciones sobre el suministro de raciones, intervención del Castillo de Gibralfaro y conocimiento de las existencias que habían dejado los franceses en su retirada, de que inteligenciado dicho Sr. manifestó quedar enterado.”

A partir de esa fecha dirige de nuevo los destinos de Málaga y aunque el 5 de septiembre presentó la dimisión de toda la corporación al gobernador interino, Ramón Alburquerque, no le fue aceptada. Al día siguiente, presidiría el acto de proclamación de la Constitución, celebrado en la plaza mayor de Málaga, reseñado al comienzo.

El día 8 volvía a colocarse al frente del Ayuntamiento para jurar solemnemente la Constitución, ahora en la catedral malagueña. Como corregidor le correspondió aplicar las nuevas disposiciones para la formación del nuevo Consistorio, convocatorias a los vecinos, elecciones en las parroquias, etc. Precisamente, su última actuación al frente del Ayuntamiento sería la toma de juramento a los nuevos regidores. El acto se celebró en el cabildo de 21 de septiembre, celebrado por la mañana, en una ceremonia breve Fernando Ordóñez y Gamboa recibió el juramento de los nuevos cargos, después de lo cual abandonó el cabildo.

Calle Ordoñez en la ciudad de Málaga

El callejero de Málaga recoge varias calles dedicadas a corregidores y alcaldes de la ciudad, pero ninguna de estas vías hace referencia a Fernando Ordóñez. Por otro lado, entre las calles malagueñas existe una con la denominación ‘Ordóñez’. Esta popular vía, que une la Alameda principal con la calle Prim, cuenta con una reseña histórica en la web municipal que remite a Melchor Ordóñez Viana:

“Melchor Ordóñez Viana abogado. Nació en 1811. Murió en 1860. Ocupó el cargo de Decano del Colegio de Abogados de Málaga. Gobernador de Málaga desde el 27 de septiembre de 1843 (época en la que se llamaban Jefes Políticos, hasta 1849 en que volvieron a denominarse Gobernadores Civiles), hasta el 6 de noviembre de 1848 en cinco ocasiones, dimitiendo de su cargo, que nunca aceptó de buen grado. Secretario de Estado y del despacho de la Gobernación del reino con la Reina Isabel II. Gran Cruz de Isabel la Católica. Jefe de primera clase de la Administración Civil. Gentil-hombre de Cámara de S.M. Caballero de la Orden de Carlos III. Intendente Honorario de Marina. Ministro de la Gobernación con la Reina Isabel II. Se propuso dar el nombre de Ordóñez a esta calle el 20 de octubre de 1887, en una relación de hijos ilustres de esta provincia y otros que, sin haber nacido en la misma, le prestaron señalados servicios o desarrollaron en ella hechos de verdadera importancia”.

Ciertamente el nombre se decide en un acuerdo del 20 de octubre de 1887; pero en el informe de la comisión de Ornato que se encuentra en las actas capitulares de ese año, tan solo se citan las calles con el nombre propuesto; sin citar en ningún caso las razones de la propuesta, ni el nombre completo del personaje a que se refería la denominación, como es el caso de la calle Ordóñez. ¿Es posible que la intención de la comisión fuese recordar al corregidor que proclamó la Constitución de 1812, ‘La Pepa’, en Málaga? Y si no fuese así ¿para cuándo ese reconocimiento en nuestras calles?

 

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Pérez Frías PL. Fernando Ordóñez y Gamboa, el corregidor que promulgó ‘La Pepa’ en la ciudad de Málaga. epistemai.es [revista en Internet] 2025 junio (26). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/8682

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