Manuel Prados y López, cronista, académico y periodista

 

 

Fotografía de M. Prados y López publicada por ‘La Hoja del Lunes’ en 1961

Si Vallejo y Galeazo y Blanco Coris contaron las guerras de África del siglo XIX, corresponsales sobre el propio teatro de la acción, acudiendo fundamentalmente a la imagen; otro malagueño, Manuel Prados y López, relatará otro conflicto, la guerra civil de 1936 -1939, recurriendo a la palabra, pero no en forma de crónicas, sino acudiendo al relato autobiográfico.

Manuel Prados y López nace en Málaga el 20 de marzo de 1903 (fecha recogida tanto en los escalafones militares, como en los del ministerio de Información y Turismo) en el número 3 de la calle Luis de Velázquez, próxima a la de Pozos Dulces donde, ocho lustros antes, José Blanco Coris había visto la luz. Según María Victoria Verdú González, el nacimiento tuvo lugar el día 16 y era el menor de los tres hijos del matrimonio formado por Manuel Prados Corral y Carmen López Arias.

Los hermanos Prados y López, José, Josefa y Manuel, eran sobrinos de Baldomero y Rafael López Arias; ambos nacidos en Málaga, pedagogos y periodistas de marcada ideología republicana; los dos pertenecían a la iglesia evangélica bautista, de la que Rafael llegaría a ser pastor. En 1907, estos tíos residían en Alicante y después de la ‘Ría’ de Málaga se integraron en una comisión de periodistas creada en aquella ciudad para ayudar a los malagueños, a instancias de Baldomero, éste representando al Heraldo de Alicante y Rafael a El Espectador. Ambos hermanos dirigieron un centro de enseñanza protestante en la capital Alicantina, denominado primero ‘Escuela Moderna’ y luego ‘Escuela Modelo’, al menos desde 1905.

Poco después del nacimiento de Manuel, la familia Prados – López se traslada a la calle Ollerías nº 14. Los hermanos recibirán sus primeras enseñanzas en el colegio evangelista situado en la calle de Torrijos (actual calle Carretería) nº 109. Probablemente por influencia de su tío Rafael, aunque él y Baldomero dejaron Málaga a finales del XIX.

Casa donde vivió en la ciudad de Málaga

Sus comienzos en la literatura se remontan, al menos, a 1919. En efecto, el 21 de mayo de aquel año su hermano José firmaba en Madrid un relato titulado El Príncipe Hampón que estaba dedicado a su hermano Manuel con estas palabras: “A mi hermano Manolo, que firma sus galanuras con el pseudónimo que encabeza esta «historia» muy cariñosamente”. Poco más de un año después, el 24 de junio de 1920, la revista malagueña La Unión Ilustrada publicaría el que, por el momento, es el primer trabajo de Manuel Prados en prensa, titulado ‘Que la vida es triste’ que estaba firmado por “Manuel Prados y López. El Príncipe Hampón. Málaga MCMXX”. Unas semanas más tarde, el 15 de julio, la misma revista publicaba el citado relato de José Prados.

La precocidad de Manuel se manifiesta no sólo en la literatura. Según Verdú González, en aquel año de 1919 se había presentado a las oposiciones para ingresar en la Compañía Ferrocarriles Andaluces, obteniendo el número uno, pero su edad le impidió tomar posesión del puesto obtenido; tendría que esperar dos años, cuando cumplidos los 18 vuelve a repetir la oposición y, de nuevo, el número uno, para comenzar a trabajar en aquella empresa ferroviaria.

Su labor como periodista se extenderá en múltiples medios hasta el comienzo de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936. Unas veces en solitario y otras en compañía de su hermano José. La Unión Ilustrada; Andalucía, revista publicada en Córdoba y autotitulada “Órgano regional de Turismo”; La Esfera, Nuevo Mundo, Heraldo de Almería, Blanco y Negro, Diario de Málaga, Crónica Meridional (Almería) o Algo (Barcelona), son algunas de las cabeceras que, a lo largo de esos 16 años, publicaron los escritos de Manuel Prados.

En ese tiempo se publicaron varias obras firmadas por él: Frivolidad, novela publicada en Málaga en 1923, en la imprenta de Rafael Alcalá; Los hombres, conferencia de Manuel Prados y López, leída en la Real Academia de Bellas Artes de Málaga, editada por la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Málaga en 1929; Horizontes, libro infantil, en 1933; y Pintores malagueños contemporáneos, publicado por la Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga e impreso en la Imprenta Ibérica de Málaga en 1934, que recogía su discurso de ingreso en aquella corporación, leído el 25 de febrero de 1933.

Ciertamente, los méritos de Manuel Prados fueron reconocidos por la institución malagueña que lo había nombrado académico a principios de enero de 1933, según se informaba en El Heraldo de Madrid y en ABC el día 3 de aquel mes. Dos años después era elegido académico correspondiente en Málaga de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la sesión del 14 de enero de 1935. Según La Voz de Cantabria, ya había sido propuesto en sesiones anteriores. El Debate daba así cuenta de esta elección el 15 de ese mes:

“Bajo la presidencia del conde de Romanones celebró ayer sesión la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue elegido por unanimidad académico correspondiente en Málaga don Manuel Prados López, miembro de la Academia de San Telmo de aquella ciudad; el señor Prados López es crítico de arte en el diario “La Unión Mercantil”, y ha colaborado con los señores González Anaya, Bermudes y Burgos en el “Catálogo Ilustrado del Museo de Málaga”; últimamente ha publicado también un ensayo sobre los pintores malagueños contemporáneos”.

Además, participa en diversos homenajes en Málaga. En junio de 1923 en el que la ciudad rindió al pintor valenciano Antonio Muñoz Degraín; Narciso Díaz de Escovar anunciaba la participación de los hermanos Prados y López en Las Provincias: Diario de Valencia, el día 15 de ese mes: “Sabemos que se leerán cuartillas de los literatos don José y don Manuel Prados López, dos jóvenes que empiezan el camino de las letras por donde muchos lo terminan”. En 1928, Manuel Prados se integra en la comisión organizadora del monumento a Salvador Rueda, como secretario; trabajando en dicha comisión con Fernando Guerrero Strachan, como presidente, el escritor Salvador González Anaya y los hermanos Pérez Brián. En julio de 1931 asiste a la inauguración de dicho monumento, en el paseo del Parque de Málaga, leyendo unas cuartillas.

Para entonces, a principios de 1930, Manuel ya había sido elegido secretario primero de la Sociedad Excursionista Malagueña para “el año excursionista 1930-31”. Con esta sociedad viajó a Lucena a finales de noviembre de ese año, como inauguración de la temporada.

También participa en actividades benéficas. Así, el 18 de enero de 1935 se constituye la Comisión interina de Beneficencia de Málaga, bajo la presidencia del gobernador civil de la provincia, entre los vocales nombrados para ella por el Director general de Beneficencia y Asistencia pública se encontraba Manuel Prados, junto a Concepción Benito, viuda de Heredia; Manuel Pérez Brián, Ángel Herrero Herrero, Julio Fernández Ramudo, Antonio Baena Gómez y Carlos La Cámara.

Su fama trascendió más allá del Atlántico. Así lo ponía de manifiesto el periódico Diario de Marina, publicado en La Habana, el 30 de octubre de 1933, que en su sección ‘Ecos de Andalucía’ y en relación a Málaga, destacaba:

“Manuel Prados López es hoy uno de los escritores de más actividad y talento con que cuenta Málaga. Figura como Redactor Jefe del Diario de Málaga. Hace pocas noches dio una notabilísima conferencia en la Radio y se anuncia que dará otra en la semana próxima. Estos días ha editado un libro admirablemente escrito y dedicado a la niñez. Se titula Horizontes y es de lo más apropiado y discreto que hemos visto en su género. Maestro que lo lea es casi seguro que lo recomendará a sus discípulos. Prados López ha dado una prueba más de lo mucho que vale”.

Placa colocada por el Ayuntamiento de Málaga en la casa donde vivió M. Prados y López

En el aspecto familiar hay que destacar que, según Verdú González, en 1929 Manuel contrae matrimonio con María de la Plaza Pacheco, hija de José de Plaza Sesmero y Carmen Pacheco Ruiz. Fruto del matrimonio de Manuel y María serán diez hijos: Carmela, María, José Manuel, Francisco, Luis, Victoria, Fernando, Pilar, Rafael y Carlos Prados de la Plaza. De ellos, los tres últimos nacerían en Madrid.

Al año siguiente, el 4 de enero de 1930, fallece en Alicante su tío Rafael López Arias, a los 49 años y después de una breve enfermedad, siendo enterrado al día siguiente de forma civil debido a sus creencias, pero con un oficio de un pastor evangelista.

Al margen de su labor periodística, Manuel ingresa en el Ejército de Tierra el 1 de julio de 1924. En cumplimiento del Decreto Ley aprobado el 29 de marzo de ese año que obligaba al servicio militar a todos los españoles y establecía la posibilidad de hacerlo como oficial de complemento, Prados López optó por hacerlo como oficial de complemento de Infantería, y tras realizar nueve meses de prácticas (tres como soldado, tres como cabo y tres como sargento) pasó el examen para suboficial en 1925; al año siguiente fue llamado para unas nuevas prácticas de dos meses tras las que se examinó para conseguir el empleo de oficial; así pudo obtener el empleo de alférez de complemento de Infantería con antigüedad del 20 de diciembre de 1927, volviendo a su casa. A partir de 1928 figura en los Anuarios Militares de España, en los que se hace constar su fecha de nacimiento como “20-03-1903”, pero sin prestar servicio activo.

La Guerra Civil supone un gran cambio para Manuel. Por sus artículos en el Diario de Málaga sabemos que hasta pocos días antes del alzamiento militar estaba en Málaga; el 13 de julio de 1936, publicaba en este periódico su habitual ‘Comentario de actualidad’, titulado ‘Heroísmo aldeano’ en el que destacamos una frase profética: “Lo malo es que se trata de diputados a Cortes en una legislatura demasiado seria. Yo diría trágica, si no fuese un hombre de fe”.

No tenemos noticias de las actividades de Manuel mientras Málaga estuvo en manos de los republicanos. Pero el 5 de marzo de 1937 es nombrado delegado de Prensa y Propaganda de la Junta Pro-Catedral de Málaga, constituida ese día bajo la presidencia del obispo de Málaga, don Balbino Santos Olivera, y en la que estaban presentes, entre otros, José Gómez de la Bárcena, como uno de los secretarios, y Francisco García Almendro y José Gálvez Ginachero, como vocales. El propósito de esta junta era: “que nuestra bellísima Basílica Catedral recobre lo antes posible, con su exorno interno, sus retablos de singular mérito y sus obras de imaginería, la posibilidad de la celebración de sus tradicionales cultos” (Boinas Rojas).

Poco duraría la actividad de Prados en la capital malagueña. Apenas un mes después de ese nombramiento, el Secretario de la Guerra del gobierno de Franco, el general Germán Gil Yuste, firmaba una orden invitando a los oficiales de complemento que no estuviesen movilizados a incorporarse al Ejército. La disposición, publicada, en el Boletín Oficial del Estado, en Burgos, el 20 de abril decía así:

“Por resolución de S. E. el Generalísimo, se invita a los Oficiales de Complemento pertenecientes a reemplazos no movilizados, a incorporarse a las filas del Ejército, bastando para ello que lo soliciten dé esta Secretaría, por conducto de los Generales de las Divisiones correspondientes”.

Ciertamente, esa invitación era difícilmente rechazable en aquellos momentos y constituía una orden de movilización en toda regla. Por eso, dos días más tarde era el periódico malagueño Boinas Rojas el que publicaba una orden del gobierno militar de Málaga por la que debían presentarse diversos oficiales en aquel centro “con la máxima urgencia” para hacerles entrega de “un documento de su interés”. Entre los convocados, estaba el alférez don Manuel Prados López.

 

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