El símbolo del agua en ‘Yerma’ de F. García Lorca

Conferencia que pronunciará D. Antonio A. Gómez Yebra, Doctor en Filología Hispánica y Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Málaga.

Presentación del conferenciante a cargo de D. Quintín Calle Carabias, presidente de la SEMA.

Martes, 25 de febrero de 2020, a las 19:30h, en el Salón de Actos de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP, Pl/ de la Constitución, 7) de Málaga.

Organizada por la Sociedad Erasmiana de Málaga (SEMA)

 


 

Profundo conocedor de la literatura de Federico García Lorca, Antonio A. Gómez Yebra dedicó su conferencia a hacer un análisis profundo y pormenorizado de Yerma, teniendo el tema de la esterilidad y la simbología implícita en el agua, como eje conductor.
El agua y su relación con la fertilidad forma parte de los mitos y leyendas de todos los pueblos antiguos. En la Biblia también pueden encontrarse muchos ejemplos de ello. La capacidad regeneradora del agua se plasma en que, en muchas ocasiones, los ritos se concentren en una fuente. En el cristianismo, la inmersión en la pila bautismal es otro buen ejemplo de rito iniciático.

La simbología de los nombres, las situaciones y los diálogos escogidos por F. García Lorca en Yerma habla por sí sola. Hay muchas alusiones a la falta de fertilidad. Se advierte en el personaje de Yerma una situación de sequía; su esterilidad sea o no infértil le causa un auténtico trauma. Ella es fértil y quiere tener hijos pero está condenada a no tenerlos. Su rebelión no le sirve para solucionarlo. Incluso cuando finalmente mata a su marido, lo que queda de ella es una mujer sin marido y, además, marchita. Se reconocen cinco supuestos equivocados en torno a la concepción, que son factores fundamentales de desquiciamiento de Yerma.

Son muchas las situaciones simbólicas que incluyen el agua como elemento central durante el discurrir de la obra a las que ha aludido el conferenciante. Ella llega con cántaros de agua; lanza indirectas a su marido, Juan, para que se preocupe de aumentar el caudal de agua, es decir, que aumente su virilidad; o él ponga como excusa para no ir a su casa a dormir que llega poco agua a los sembrados.
Los nombres escogidos para los personajes de la obra también llevan implícita la representación de su personalidad. Si el de Yerma es obvio, el autor tampoco ha escogido el nombre de Juan al azar. El Bautista administra el agua del Jardín; el otro administra la de sus tierras, como símbolo de la escasez del semen virile. En contraste con lo árido, hay constantes alusiones al agua en distintos formas de presentarse para solucionar la “sequía” de Yerma.
Especificó Antonio A. Gómez Yebra para terminar que Federico García Lorca no hubiera podido escribir esta obra si a lo largo de los siglos no se hubiera creado una gran simbología a través del agua.


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