De la Cirugía del Romanticismo al quirófano hispano. Sus aventuras lingüísticas

 

La historia de la cirugía supone, a lo largo del tiempo, una especie de carrera de obstáculos, donde la técnica quirúrgica, cada vez más precisa, lucha contra el dolor, la infección y la hemorragia. Uno y otras fueron vencidos finalmente, pero antes de lograrlo los cirujanos buscaron afanosamente un hábitat adecuado donde realizar sus intervenciones.

En una xilografía que ilustra la portada de la obra de Paracelso, Grossen Wundartzeney (1563), se muestra una sala de operaciones. El cirujano está operando en la cabeza de un paciente. Al fondo dos camilleros transportan a otro enfermo en parihuelas, mientras otro más entra por el fondo apoyándose en muletas. Puede verse diverso instrumental quirúrgico, redomas, y a los pies del cirujano una gran vasija junto a un perro que observa acostumbrado la escena.

«The Gross Clinic». Thomas Eakins. 1875. Óleo s/ lienzo. Jefferson Medical College. Filadelfia

Tras un impulso histórico de tres siglos, quizás lo que el Dr. Diego de Argumosa Obregón (1792-1865) afirmaba, en pleno período de la Cirugía del Romanticismo, nos pueda resultar un tanto jocoso aunque necesario, si se analiza bajo el prisma de la relatividad a la que está sometido todo logro científico. En su primer contacto quirúrgico, en pleno conflicto bélico de la guerra de la Independencia, decía el Dr. Argumosa: «El enfermo se debe intervenir en su cama o fuera de ella sobre tablado o mesa. La posición horizontal tiene la ventaja de hacer más tolerable el tormento para los enfermos, de hacer menos fácil el desmayo y más pronta la disipación de él. El local en que se haya de hacer la operación debe de reconocerse y señalarse con anticipación. En los hospitales no conviene operar en las salas donde se hayan reunido los enfermos, pues, presenciando estos la escena, reciben impresiones poco favorables para la curación de sus enfermedades o se arredran o retraen de las operaciones que necesitan. Conviene operar en una sala o anfiteatro aislado, donde puedan colocarse los espectadores sin dificultar la acción del operador, con buena luz natural».

«Anestesia». Robert Hinckley. 1882. Óleo. Countway Library of Medicine. Cambridge

En este discurso se introduce por primera vez el concepto de espectáculo, que abarca, en la incumbencia docente, toda actuación quirúrgica, al preocuparse por la buena disposición de los espectadores.

Pronto el recinto donde se intervenía al enfermo adquirió carácter de exclusividad para este fin, y su nomenclatura especiales peculiaridades.

Es mi intención, en este artículo, significar que el vocablo «quirófano», para designar al lugar del hospital donde se realizan las operaciones, sólo se utiliza en España y en algunos países de habla hispana. Los franceses lo llaman salle d’operations y los anglosajones operating room.

Quirófano es voz de origen griego, y el Diccionario Etimológico de Helenismos Españoles, de Crisóstomo Eseverri Hualde (Ed. Aldecoa, 1988) lo define como «recinto encristalado, a través del cual presencian los discípulos las operaciones quirúrgicas». Quirófano: de ceir, mano y jainw, mostrar).

Quirófano moderno

Pero antes, en 1892, el Dr. Andrés del Busto, figura señera de la medicina española, cirujano, obstetra, higienista, forense y catedrático de San Carlos, fue el creador del neologismo, expresándolo en una memoria que redacta con motivo de la construcción de un quirófano en el Hospital de San Carlos. Dice: «… teniendo que instalar en aquel local el departamento quirúrgico, al que dimos nombre de Quirófano, por entender que este nuevo nombre, formado por dos raíces, que significan cirugía y transparente, representaba bien la idea de poder realizar en él las operaciones de modo que pudieran ser vistas por los discípulos sin hallarse ellos en la misma sala operatoria».

El invento del Dr. Del Busto fue doble, pues descubrió no sólo el vocablo sino también la disposición de la sala dedicada a operar, que tenía la novedad de contar con un anfiteatro elevado, acristalado y aislado del propio recinto, desde donde los estudiantes intentaban ver las intervenciones con escaso éxito, ya que desde esa perspectiva era más ilusión que realidad llegar a alcanzar con la vista el campo operatorio.

Fue más tarde, en 1925, cuando el académico de la R.A. Española, Sr. Rodríguez Carracido, propone el término Quirófano pero renunciando en su enunciado al carácter de escenario en el sentido de albergar espectadores, ya que la papeleta de introducción del término en la RAE reza: «Quirófano.- Recinto de planta redondeada con profusión de grandes ventanas, destinado a operaciones quirúrgicas». Aparece, pues, la palabra quirófano por primera vez, oficialmente, en la XV edición del Diccionario de la RAE del año 1925.

De todas formas, ahí quedó el término quirófano en el territorio hispano haciéndose fuerte ante las embestidas lingüistas anglosajonas.

 

 Dr. Ángel Rodríguez Cabezas
Vicepresidente Tercero de la Sociedad Erasmiana de Málaga


 

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