Conferencia: ‘Derechos humanos: ¿bulo o bula?’

Conferencia de D. Antonio Remiro Brotóns, Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Autónoma de Madrid y Socio de Honor de la SEMA.

Presentación: D. Quintín Calle Carabias, presidente de la SEMA.

 

3 de diciembre de 2024, en el Salón de Actos del Rectorado de la Universidad de Málaga (Avda. de Cervantes, 2).

 

 


La seguridad ha sido siempre un concepto central en la construcción de un sistema institucionalizado de relaciones internacionales. La Carta de las Naciones Unidas hizo de ella su columna vertebral. Pero esa seguridad, la seguridad de la Carta, se entendía en estrecha relación con la paz. Esa vinculación es la que da a la seguridad toda su energía positiva; más aún cuando la paz se asocia con la libertad, la justicia, el desarrollo.

Ahora la paz, la justicia o la libertad se aprovechan como muletillas retóricas o eslóganes de legitimación de ilícitas acciones unilaterales; la seguridad, como referente básico del nuevo orden, prefiere a la vieja relación con estos conceptos una acumulación de adjetivaciones que la presentan como democrática, energética, ecológica, económica o demográfica, acentuando la percepción de que se vive en una sociedad de alto riesgo. La hipótesis de que los otros puedan sentirse amenazados por nosotros o la forma en que su seguridad pueda verse comprometida por nuestras acciones es descartada de plano.

Una presentación así refuerza el retorno a la autotutela individual y grupal en detrimento de las respuestas de Naciones Unidas. La seguridad, como concepto vertebrador de toda clase de abusos, ha dado cobertura al crimen con el beneplácito de amplios sectores de las sociedades primimundistas adoctrinados para vivir en clave de permanente amenaza. En los países democráticos las primeras víctimas han sido -y son- los derechos individuales y colectivos, las libertades públicas, las garantías judiciales, la transparencia de la información y la pluralidad informativa, la restricción en el uso de la fuerza represiva.

La seguridad es un concepto puramente negativo si no va acompañado de estos valores. Instalados en la habitación del pánico, vivimos tiempos oscuros. El Mal existe y hay motivos más que sobrados para estar preocupados. La idea de ser los buenos frente a los malos parece irresistible para las masas intoxicadas, capaces de endosar fraudes, falsedades, bombardeos y sanciones filantrópicas. En un mundo gobernado por psicópatas que disponen de armas nucleares, el escenario es aún más inquietante.

Pero cultivemos, aún vivos, otros sueños, los utópicos, las metas inalcanzables que justifican el camino, evitando los trillados que se nos han venido ofreciendo. Conservar el planeta y satisfacer las necesidades básicas de la población forman parte de ese camino. Hay que volver a la Carta de las Naciones Unidas y, a partir de ella, gestar un nuevo modelo de vida, dando sentido a la noción de humanidad, la patria genuina de todos nosotros, aldeanos del mundo. Con eso rescataremos también la noción de comunidad internacional, hoy objeto de saqueo por la llamada oligarquía global. Persigamos las sombras para mantener viva la esperanza.


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