Weegee, un fotógrafo intimista del espectáculo

 

Autorretrato con una cámara Speed Graphic, 13/10/1950. Colección Manfred Friedman, Fráncfort

Es relativamente fácil encontrar las ideas de los mejores fotógrafos expuestas en palabras, generalmente en un intento -buscado por otros- de explicar hechos de su fotografía. Pero suelen estar mucho más escondidas las imágenes, ideas plasmadas visualmente, que autoidentifican al fotógrafo. De ahí que las imágenes que dan comienzo a la exposición de ‘Weegee. Autopsia del espectáculo’ merezcan una detención sosegada, porque es necesario tomar sus autorretratos como la auténtica declaración de intenciones que son. Tal vez, me atrevo a elucubrar, fue su forma de decirnos “eso que ves quizá no es lo que soy, pero sí lo que quiero que creas que soy, para eso soy un maestro del espectáculo”. ¿Lo era? Sí, lo era.

Supe de ‘Weegee’, seudónimo escogido por Arthur H. Fellig (Zolochiv, 1899- Nueva York, 1968), gracias a la película The public eye (El ojo público) (Howard Franklin, 1992), una historia con un protagonista muy especial: un fotógrafo bajito y muy avispado, precursor en el arte de llegar el primero, muchas veces antes que la propia policía, a los escenarios de la infinidad de crímenes que tenían a las mafias neoyorquinas como verdugos y víctimas entre los años 1935 y 1945. Esa es precisamente una de las vertientes más conocidas de Weegee; la otra, las fotocaricaturas de personajes públicos que realizó entre 1947 y 1951. Podría decirse que su maestría era el espectáculo, pero lo era, sobre todo, no nos equivoquemos, en mostrar lo que había ‘detrás’ de la apariencia.

En 1935, tras años de trabajo como técnico de revelado, Weege emprendió su carrera como fotorreportero. La primera parte de su trayectoria coincidió con el auge de la prensa sensacionalista. Era época de transformación de los hechos en espectáculo. Su crónica nocturna de una década de sucesos en Nueva York empezaba por la escucha del canal de la policía y acababa en la foto del suceso iluminada por el flash. “Asesinatos e incendios (mis dos grandes éxitos de ventas)”, declaró. Cada noche, Weegeee recorría la ciudad en busca de fotos de impacto. Los incendios nocturnos en la ciudad, propiciados por las malas condiciones de los edificios, componían un espectáculo entre humo y chorros de agua que también estaban a la altura de sus aspiraciones. Y una delicia para los tabloides, donde él se movía como pez en el agua: “La fotografía de prensa es mi medio”, definió. Periódicos en formato grande requerían fotografías con gran capacidad de atracción, algo así como ser activistas forzosas en un mar de texto.

Un policía fuera de servicio entra en servicio y mata a un pistolero que intentaba cometer un atraco, en ‘PM Daily’, 03/02/1942, p. 11. Tinta sobre papel. Colección Manfred Friedman, Fráncfort

Solo añadir agua hirviendo. Nueva York, 18/12/1932. Weegee Archive. International Center of Photography, Nueva York

Otra de sus actividades favoritas en aquellos años era esperar en comisaría la llegada de los detenidos. “El desfile de presos bajando del furgón no se termina nunca”, explicó. Unos segundos críticos que él describía sin tapujos: “Para mí era un reto que los delincuentes intentaran taparse la cara. Aparte de destapársela en sentido literal, también destapaba toda la negrura de sus almas”. En aquellos instantes diferenció muchos perfiles. En la respuesta a la presencia del fotógrafo no solo había confusión o intento de ocultación, a veces también una reafirmación explícita contra lo prohibido que él sabía captar a la perfección.

La búsqueda de las emociones en el rostro de las personas que miran una escena es una constante en Weegee. “Fotografiar es encuadrar, y encuadrar es excluir”, escribió Susan Sontag en su libro Ante el dolor de los demás. Entre las muchas singularidades de la fotografía de Weegee destaca su interés por mostrar a los propios interesados en un determinado motivo en el momento de máximo descuido. Por eso le gustaba perder de vista el objeto de la expectación y centrarse en los espectadores o incluso en los otros fotógrafos que asistían a la escena. En Naked City, su libro de mayor éxito, incluye un apartado especial para ‘Los curiosos’, una forma personalísima de poner en evidencia la sociedad de espectadores del país en esa época, que él mostraba más allá de la simple apariencia. De esa capacidad para analizar y captar el efecto que producía una determinada escena le surgió la idea de hacer retratos a los espectadores en las salas de cine, pero pasando inadvertido. Para ello utilizaba película infrarroja y conseguía que las pupilas dilatadas destacasen en la oscuridad y los gestos de concentración revelasen esas emociones que él buscaba.

Todo lo que destacaba visualmente en esa sociedad del espectáculo era un buen motivo para ser protagonista de su fotografía. Nunca desperdició oportunidades de captar masas de gente ni en general nada que pudiera impactar al receptor. Una intención de amplio espectro: desde las multitudes de Coney Island a las atracciones y los personajes de los circos, o la icónica toma de ‘La mujer obús’ saliendo disparada de un cañón. En su etapa en Los Ángeles tampoco dejó pasar oportunidades, y además de fotografiar a las grandes estrellas de Hollywood, desarrolló una forma personal de fotocaricatura con lo que llamó ‘lente elástica’ que comenzó a publicar con gran éxito en 1947.

 

Hombre mirando hacia donde se ha estrellado un avión en el Empire State Building. NY, 28/07/1945.  International Center of Photography, NY

Hombre detenido por travestismo. Nueva York, 1939. Archivo Louis Stettner, París

 

Marilyn Moroe. Distorsión. 1955. Weegee Archive. International Center of Photography, Nueva York

Vecinos durmiendo durante una ola de calor. Lower East Side, Nueva York, 23/05/1941. Archivo Louis Stettner, París

La crítica. Nueva York, 22/11/1943. Colección Manfred Friedman, Fráncfort

A pesar de la cercanía y el reconocimiento que tenía su fotografía del espectáculo, Weegee no olvidó nunca sus raíces. Como emigrante ucraniano en la ciudad de los rascacielos, conoció de primera mano la miseria y se ocupó también de documentar con extrema sensibilidad las muchas formas de discriminación hacia la gente humilde y la precariedad de sus trabajos y viviendas en esa gran urbe. “La gente de estas fotografías es real”, describió para los escépticos.

Cuando le preguntaban cuál era la mejor fotografía que había hecho en su vida, él contestaba que su obra maestra era una en la Metropolitan Opera House. Situar intencionadamente a una mujer pobre en la entrada de una función de gala, forzando el contraste de su apariencia con la de dos mujeres de la alta sociedad, fue la forma de criticar la brecha entre ricos y pobres del capitalismo estadounidense de este cronista de una etapa concreta de la sociedad estadounidense y maestro incomparable del flash.

 

La exposición ‘Weegee. Autopsia del espectáculo’ ha estado en la Fundación Mapfre de Madrid hasta enero de 2025.

Reportaje fotográfico: Mª Ángeles Jiménez

Mª Ángeles Jiménez
Farmacéutica y socia de Número de la SEMA


epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Jiménez, MA. ‘Weegee’, un fotógrafo intimista del espectáculo. epistemai.es [revista en Internet] 2025 octubre (25). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/8340

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