Baltasar Peña Hinojosa, abogado, escritor, poeta, académico y político

 

Placa de la calle dedicada a Baltasar Peña Hinojosa

En 1961 la revista Gibralfaro, editada por el Instituto de Estudios Malagueños, publicaba un artículo sobre un pintor malagueño del siglo XIX, José Vallejo Galeazo; cinco años más tarde la misma revista sacaba a la luz otro trabajo sobre el llamado ‘Jardín de la Abadía’ y su relación con el general Francisco Javier Abadía. Ambos estaban firmados por Baltasar Peña Hinojosa, personaje sobradamente conocido en aquella época por su labor como abogado, escritor y poeta, así como su intensa participación en la vida cultural y política de Málaga. Como en esta ocasión dedicamos La Plancheta a uno de estos dos personajes olvidados en el callejero de nuestra capital, justo es dedicar nuestra atención a quien hace medio siglo ya defendía su memoria.

Retrato de Baltasar Peña Hinojosa

Según nos dice Amparo Quiles Faz en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, Baltasar Peña Hinojosa nació en la localidad malagueña de Campillos el 5 de marzo de 1906; hijo de Francisco Peña Calvente, médico, y Josefa Hinojosa Carvajal. Pocos datos familiares más da la autora, salvo su matrimonio con María Álvarez Gross, el 5 de enero de 1931, en Málaga y que de esa unión nacieron tres hijos.

Lo cierto es que, gracias a Internet, sabemos que Baltasar era nieto por línea materna de Francisco Hinojosa Casasola e Isabel Carvajal Vergara, de cuyo matrimonio nacieron, al menos, otros dos hijos además de Josefa (o María Josefa): José María y Salvador. El segundo de ellos, según cuenta Rosa Ruiz Gisbert en la revista Isla de Arriarán, casó con Asunción Lasarte Juárez, de cuya unión nacerían seis hijos: Isabel, Francisco, José María, Asunción, Pilar y Rosario Hinojosa Lasarte.

Fotografía de la boda de Baltasar Peña Hinojosa publicada por ‘La Unión Ilustrada’

Respecto al matrimonio de Baltasar y su descendencia, hay que señalar que la revista malagueña La Unión Ilustrada daba cuenta de este enlace con una instantánea, informando de que la ceremonia había tenido lugar en el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. De esa unión nacerían siete hijos: María, Cristina, Pilar, Francisco, Carlos, María Victoria y Baltasar Peña Álvarez.

Además, Baltasar tuvo, al menos, tres hermanas: María, Rosario y Ana. María contrajo matrimonio en 1917 con Francisco Blázquez Bores, de cuya unión nacieron Francisco, Concepción y María Blázquez Peña. Rosario casó el 2 de agosto de 1931 con Rafael Blázquez Bores, en Campillos; de cuyo matrimonio nacieron María Isabel y María Rosario Blázquez Peña. Mientras que Ana lo hizo en diciembre de 1930 con el ingeniero agrónomo José Fernández Natera, también en Campillos.

Tras estudiar en la universidad de Sevilla la carrera de Derecho inicia su vida profesional como abogado, labor que compaginaría a lo largo de su vida con su trabajo como escritor. Así, en 1927, con apenas 21 años, publicó su primer libro de poesía, titulado Miniaturas; obra editada por la Imprenta Sur de Málaga, la cual había sido creada dos años antes por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. A mediados de enero de 1928 el periódico quincenal La Gaceta Literaria, fundado el año anterior por Ernesto Giménez Caballero, decía de esta obra y su autor:

“Baltasar Peña, poeta andaluz. Andalucía no suele dar miniaturistas líricos. Sólo ha producido uno: Juan Ramón. Y aún éste, después de cuantas tamizaciones. El andaluz es demasiado melódico, espontáneo, fluyente. Al contrario del miniaturista, que debe ser lento, esforzado, premioso, minucioso. Peña Hinojosa hace en su libro diversas escalas en tonos diferentes. Tiene buena pulsación de poeta. Buen sentido de la lírica. Pero no ha elegido todavía el tono definitivo, entre cuyos andamios ha de levantar su obra. El romance, la décima, el simple cantar. Bemoles de imágenes. Habilidades de apoyaturas. El poeta afina bien la voz. Pero le falta —precisamente— adentrarse en el significado de la miniatura. Trabajar. Ahondar. Recogerse en extensión y limitarse un poco en profundidad. Buscarse a sí mismo. (Porque el árbol debe, primero, afianzar las raíces; después, echar la pompa de sus ramas.).”

 

Dos meses más tarde, el 8 de marzo, era el periódico El Sol el que publicaba una crítica de Miniaturas y su autor, firmada por el malagueño Esteban Salazar y Chapela. En ella destacaba así las cualidades del novel autor:

“Existe un verso surista, una poesía surista, un grupo surista de poetas. Al cual corresponden en Sevilla, Huelva, Málaga y Murcia las revistas suristas respectivas: “Mediodía”, “Papel de Aleluyas”, “Litoral”, “Verso y Prosa”. Existe un verso surista, andalucista. Brillante y luminoso en el ambiente puro andaluz. Un verso explotador de las cosas poéticas de Andalucía. De tono comunicativo, de tono menor, de voz delgada, recamado de nombres, giros y alusiones populares. Verso de gran ascendencia oriental. Pero que los nuevos poetas andaluces esconden a veces, adoptando una firme, dura, apretada forma gongorina. Existe un grupo, una escuela, un griterío poético bético. Sin trascendencia, dicen unos. Trascendental, afirman otros. Existe un grupo surista de poetas, cuya trascendencia podrá verse más adelante, dentro de un lustro, cuando destaquen y dibujen por sí mismas su perfil propio, inconfundible, las distintas personalidades. Por ahora, atendamos a la poética greguería. Afinemos nuestro oído escuchando. Y procuremos hallar las diferencias, los matices separadores, las lindes. Porque estos poetas andaluces, la verdad, se parecen mucho, se parecen entre sí extraordinariamente. Demasiado. Y dan la sensación de mirar el mismo paisaje poético desde un mismo poético punto. Ahora es Baltasar Peña Hinojosa. Su verso es claro, sencillo, adolescente. Su libro es confundible –desde lejos- con algunos otros libros de versos andaluces. La misma voz, diríamos. Los mismos tonos, motivos y recursos. El verso andaluz comunicativo, oriental, recamado de nombres, giros y alusiones populares. De lejos, otro libro, un libro más. De cerca, un libro nuevo. Con su visión propia, con sus nuevas, exclusivas posibilidades. Con su mundo lírico intransferible. Alguien ha dicho que gana el Norte contra el Sur. Rojos contra azules. La prosa contra el verso. Toda afirmación –a priori- es peligrosa. ¿Lo es ésa? Hay que esperar. Tenemos que esperar. Para afirmar luego, seguros, como el personaje poético, imaginario, invisible, de Maeterlinck.”

Carta a Xavier Tuxell

También en 1927, vio la luz el poema ‘Y el río…’, dedicado por Baltasar a Pedro Pérez Clotet, compañero en la facultad de Derecho sevillana, con quién compartía profesión y la inclinación a la poesía. Su amistad queda acreditada, cuando al año siguiente es Pérez Clotet el que le dedica un poema a Baltasar. Ambos poemas fueron publicados en sendos números de la Revista del Ateneo, de Jerez de la Frontera. Pero estos no serían los únicos poemas relacionados con Peña Hinojosa publicados en aquella revista gaditana; en efecto en su número 47 (correspondiente a los meses de agosto y septiembre de 1928) se incluía el poema ‘Romance de la Albuqeira. El Agua’, firmado por Baltasar en Málaga ese mismo año.

Pero no será hasta después de la Guerra Civil cuando Baltasar publique la gran mayoría de sus obras, tanto en libros, de los que Quiles ofrece una detallada relación, como en artículos. Entre estos últimos, además de los poemas citados, podemos señalar:

En Gibralfaro, revista del Instituto de Estudios Malagueños:
-‘La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga’, en el nº 8 (1958), pp. 77–89.
-‘La pintura malagueña en las exposiciones nacionales’, en el nº 10 (1959), pp. 3–5.
-‘José Vallejo, reportero gráfico de la guerra de África’, en el nº 12 (1961), pp. 37–42.
-‘A la Cueva de Nerja’ (poesía), en el nº 12 (1961), p. 62.
-‘El Colegio de Abogados de Málaga’, en el nº 14 (1962), pp. 67-69.
-‘El Jardín de la Abadía’, en el nº 18 (1966), p. 5–10.
-‘Importaciones en desuso’, en el nº 21 (1969), pp. 21–23.
-‘Cartas de Salvador Rueda’, en el nº 23 (1971), pp. 87–98.
-‘El Liceo: medio siglo de vida cultural malagueña’, en el nº 24 (1972), pp. 163-180.

En la revista Jábega, de la Diputación Provincial de Málaga:
-‘También las flores tienen historia’, en el nº 2 (1973), pp. 10–11.
-‘El Polígono de los cien años’, en el nº 3 (1973), pp. 22–23.
-‘Don Francisco Romero Robledo, poeta antequerano’, en el nº 5 (1974), pp. 96–99.
-‘XXV aniversario de la Caja de Ahorros Provincial’, en el nº 6 (1974), pp. 6–7.
-‘Bodas de Plata’, en el nº 8 (1974), pp. 6-8.

En otras revistas:
-‘Itinerario por la Málaga decimonónica’, en Arquitectura: Revista del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, nº 187 – 188, 1974, pp. 4–15.
-‘Aproximación a la pintura malagueña del siglo XIX’, en el Boletín del Museo Diocesano de Arte Sacro, nº 1-2, 1981, pp. 137–145.

 

Toma de posesión como presidente de la Diputación

Su dedicación a la literatura no le impidió participar en otros campos. Así, en 1933 fue nombrado vocal suplente del Jurado mixto de la propiedad rústica de Ronda, con jurisdicción en su partido judicial y en los de Gaucín y Campillos. Durante la Guerra Civil fue nombrado oficial tercero honorífico del Cuerpo Jurídico Militar del Ejército, en el bando de Franco; en el que causó baja en enero de 1941 como consecuencia de una orden, de fecha 23 de octubre del año anterior, que disponía la baja en aquel cuerpo de: “todos los oficiales Honoríficos del Cuerpo Jurídico Militar que no se encuentren prestando servicio en la Asesoría de este Ministerio, Consejo Supremo de Justicia Militar, Auditorías de Guerra y Fiscalías Jurídico-Militares, y que no pertenezcan a reemplazos actualmente en filas”. Cinco años más tarde era elegido presidente de la Diputación de Málaga, cargo que simultaneó con el de procurador en Cortes por Málaga desde mayo de 1946 hasta 1956, repitiendo la designación en tres legislaturas por el cupo de “Representantes de las Diputaciones y Mancomunidades Interinsulares Canarias”.

En el ámbito cultural, también en 1946, ocupa la presidencia de la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga e ingresa como académico de número de la Academia de Bellas Artes de San Telmo de la misma ciudad, institución que llegará a presidir treinta años más tarde, permaneciendo al frente de ella hasta 1986. Seis años después, el 6 de junio de 1992, fallecía en dicha capital Baltasar Peña Hinojosa.

Su memoria se guarda en el callejero malagueño desde el año 2003; cuando se da su nombre a una calle, a petición de su hija Cristina. Esta vía, situada en la zona de expansión de ‘Colinas del Limonar’, aguarda la llegada de nuevos residentes que se preguntarán quien fue este defensor de la memoria histórica de Málaga y su provincia; en particular la de su pueblo natal, Campillos, donde tiene otra calle y del que, además, era hijo predilecto.

 

Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”
Universidad de Málaga


epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Pérez Frías PL. Baltasar Peña Hinojosa, abogado, escritor, poeta, académico y político. epistemai.es [revista en Internet] 2022 octubre (18). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/5190

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