El año 2020 cumple, y celebra, su primer centenario uno de los cuerpos más distinguidos del Ejército español: la Legión. Desde los primeros momentos de su creación, con la denominación de Tercio de Extranjeros, la ciudad de Málaga siguió los pasos de la nueva unidad con interés; así como los de su creador y primer jefe, el teniente coronel José Millán Terreros, que más tarde sería conocido como Millán-Astray Terreros al unir, legalmente, los apellidos paternos en enero de 1928.
Lo cierto es que ya en septiembre y octubre de 1919, el entonces comandante Millán Terreros había viajado a Argelia para conocer y estudiar la Legión extranjera francesa; tal y como destacaba el corresponsal en Orán del periódico francés L’Écho de Paris, el 27 de octubre, en un telegrama publicado al día siguiente por La Correspondencia Militar, en Madrid, que se iniciaba así:
Ha embarcado para España el comandante de Infantería D. José Millán Astray, del Estado Mayor español, encargado por el ministro de la Guerra para estudiar la organización de la legión extranjera francesa.
Esta comisión de servicio le había sido encomendada por el ministro de la Guerra, el teniente general Antonio Tovar y Marcoleta, el cual había sustituido en esa cartera al malagueño Luis de Santiago y Aguirrevengoa, el 20 de julio de ese mismo año. Pero ya en 1916 otro malagueño, Agustín Luque y Coca, ocupando la misma cartera, había presentado a las Cortes un proyecto de reorganización del Ejército que incluía, según Ballenilla, la creación de una Legión extranjera.
Este proyecto de ‘Ley Orgánica militar’ había sido elaborado por el recientemente refundado Estado Mayor Central del Ejército, dirigido por el general Valeriano Weyler Nicolau. Este organismo, además, había redactado un estudio para organizar el Ejército de África, según lo dispuesto por una Real Orden de 21 de junio de ese año. El anteproyecto fue presentado en el Senado por el general Luque en la tarde del 28 de septiembre y, tras su discusión, fue aprobado en aquella cámara a finales de noviembre. El 27 de ese mes entró en el Congreso de Diputados y, tras pasar a comisión, el 5 de diciembre quedó listo el dictamen para su votación en pleno. Sin embargo, no se llegaría a discutir hasta 1918, dando lugar a la famosa Ley de bases del Ejército.
En dicha ley se establecía que el denominado ‘Ejército Colonial de África’, formando parte del ‘Ejército de primera línea’, se nutriría “en la mayor proporción posible” de la recluta voluntaria y que estaría compuesto de “tropas peninsulares e indígenas”.
Tras regresar de Orán, José Millán se reincorporó a su destino en el regimiento de Infantería Saboya nº 6, de guarnición en Madrid, y también a su puesto de vocal agregado de la Comisión de Táctica. A pesar de su ascenso a teniente coronel por Real Orden de 7 de enero de 1920, permaneció en ambos hasta que por otra disposición similar, de fecha 27 de aquel mes (publicada el 28), fue destinado al regimiento de Infantería Príncipe nº 3, de guarnición en Oviedo. El mismo día 28, firmaba el Rey Alfonso XIII el Real Decreto que disponía la futura creación del Tercio de Extranjeros, el cual sería publicado al día siguiente. Era el primer paso de un largo camino que dura cien años.
En esta ocasión, el ministro de la Guerra era el general José Villalba Riquelme. En una breve exposición de motivos señalaba que para disminuir los contingentes de reclutamiento en la zona del Protectorado español en Marruecos, proponía “como ensayo”:
La creación de un Tercio de extranjeros, constituido por hombres de todos los países que voluntariamente quieran filiarse en él para prestar servicios militares, tanto en la Península como en las distintas Comandancias de aquel territorio.
El Real Decreto contaba con un artículo único, cuyo texto, salvo fijar el nombre de la nueva unidad, no hacía otra cosa que establecer una mera declaración de intenciones y dejaba la creación en manos del ministro correspondiente: “Con la denominación de Tercio de extranjeros se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y Reglamento por que el ha de regirse serán fijados por el Ministro de la Guerra”.
Tres días después, el general Villalba disponía que el teniente coronel Millán Terreros se quedase en Madrid, en comisión de servicio, para organizar el Tercio de Extranjeros, sin perder el destino de plantilla en su nuevo cuerpo, en el que ya prestaban servicio, entre otros, el comandante Francisco Franco Bahamonde y los capitanes Álvaro Sueiro Villarino, Luis Valcázar Crespo y Francisco Franco-Salgado Araujo, futuros integrantes de la Legión.
A partir de entonces Millán-Astray, como se le nombraba ya en la prensa, difunde sus ideas sobre la nueva unidad entre sus compañeros y da conferencias en otras ciudades. Especial importancia tendrá la que impartió el 14 de mayo de ese año en el Centro del Ejército y de la Armada de Madrid, a la que asistió el recién nombrado ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, vizconde de Eza, que había relevado en dicha cartera a Villalba Riquelme el día 5 de ese mes. El apoyo del nuevo ministro a Millán-Astray se manifestaría unos meses más tarde, cuando le nombra jefe del Tercio de Extranjeros.
Mientras tanto la planificación en el ministerio seguía su curso. Un Real Decreto del 31 de agosto, publicado al día siguiente, ratificó la intención de crear aquella unidad: “Para llevar a la práctica mi decreto de 28 de enero del año actual, por el que se dispone la creación de un Tercio de extranjeros”, disponía el primer artículo de forma taxativa: “Se procederá desde luego a la organización de la citada unidad” y encargaba al ministro de la Guerra que fijase “los efectivos, haberes y reglamentos por que ha de regirse”. En el segundo se daban las directrices económicas para atender a los gastos del Tercio, asignando diversas partidas presupuestarias para ello. En el tercero se relacionaba directamente la creación del nuevo cuerpo con la reducción de efectivos de recluta obligatoria en África:
El aumento de gasto que ocasione la creación de la citada unidad será compensado con las economías que se obtengan, como consecuencia de dejar sin cubrir todas las bajas que ocurran en las tropas peninsulares de África durante el actual ejercicio, por repatriación de unidades, y, entretanto, por el licenciamiento de individuos del tercer año de servicio en las referidas tropas, en la proporción de dos de éstos por cada soldado filiado en el Tercio.
El proceso recibía así un impulso fundamental, al que se uniría la designación de Millán-Astray como jefe del Tercio el mismo 1 de septiembre. Esta designación era anunciada ya por la prensa (La Correspondencia de España) en ese día, señalando que el Rey había firmado entre otros “decretos” uno: “Confiriendo el mando del Tercio de extranjeros, de reciente creación, al teniente coronel de Infantería D. José Millán Astray”. Sin embargo, hasta el día 3 de ese mes no sería publicado oficialmente el nombramiento; en realidad, una Real Orden firmada por el vizconde de Eza, con fecha 2 de septiembre, en la que, además, se ponía de manifiesto la diferencia entre lo popular y lo oficial en cuanto a los apellidos:
El Rey (q. D. g.) por resolución fecha primero del actual, se ha servido conferir el mando del Tercio de extranjeros al teniente coronel de Infantería D. José Millán Terreros, con destino actualmente en el regimiento Príncipe número 3.
Dos días después, el domingo 5 de septiembre, el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publicaba una Real Orden Circular, firmada por el ministro Marichalar el día anterior, por la que se establecían tanto los efectivos, como los haberes y el reglamento que regirían en el nuevo cuerpo, a través de 46 reglas.
De todas ellas, tenía especial relevancia para Málaga la creación de una oficina específica de reclutamiento para los futuros legionarios, con el nombre de ‘banderín de enganche para el Tercio de Extranjeros’, al igual que en todos los gobiernos militares de provincia de la península.
Atendiendo a lo establecido en el reglamento, el gobernador militar de la plaza y provincia de Málaga, el general de brigada Francisco Perales Vallejo, tuvo que designar en los días siguientes al oficial que debía estar al frente del banderín de enganche malagueño, el local que ocuparía éste, el personal auxiliar de tropa con el que contaría y señalar el horario de oficina, que debía ser diario. Además, dio las órdenes oportunas para la propaganda del reclutamiento, se dirigió a los jefes militares que de él dependían para que colaborasen en las operaciones de propaganda y recluta y pidió la cooperación necesaria a las autoridades civiles de la provincia.
Aunque la recluta de voluntarios debía comenzar a los treinta días, contados a partir de la fecha de la Real Orden Circular (regla 33ª, apartado v), la organización de los banderines y su puesta en marcha fue tan rápida que diez días después de su publicación, el día 15, la prensa de distintas provincias anunciaba la apertura de algunos de ellos y el nombre de sus responsables.
En esa misma fecha, el ministro de la Gobernación, Gabino Bugallal Araujo, que había sustituido el día 1 de ese mes al malagueño Francisco Bergamín García, enviaba un telegrama a todos los gobernadores civiles, comunicando una petición de colaboración del ministro de la Guerra, en la que se incluían los principales aspectos de la propaganda y se solicitaba que se enviasen a todos los alcaldes.
Por otro lado, el 11 de septiembre había llegado Millán-Astray a Ceuta comenzando enseguida los trabajos de organización, a pesar de que hasta el día 28 de ese mes no se publicaría el destino de los primeros mandos que le acompañarían en esa labor. En efecto, según una Real Orden del 27 pasaban destinados al Tercio de Extranjeros, al que debían incorporarse con urgencia, los comandantes Francisco Franco Bahamonde y Adolfo Vara de Rey Herrán; los capitanes Justo Pardo Ibáñez, Luis Valcázar Crespo, Eduardo Cobo Gómez y Pablo Arredondo Acuña; los tenientes Ignacio Olavide Torres, Javier Castro Calzado y Camilo Menéndez Tolosa; los del mismo empleo de la Escala de Reserva Luis Gracia Bastarrica y Julián Garrido Cañavate; y los alféreces Joaquín Nieves Herrero y Luis Pardo Álvarez.
Según la historia oficial de la Legión, el 20 de septiembre tuvo lugar la incorporación del primer legionario, aunque en los días siguientes la prensa daría cuenta de diversas inscripciones en distintos puntos. Una de ellas fue la de Rafael Rodríguez Reina, natural de Antequera, de 18 años de edad que se alistó en el banderín de enganche de Córdoba, según publicaba el Diario de Córdoba del 30 de septiembre. Pero unos días antes, los días 25 y 26 de ese mes, el periódico malagueño El Regional había dado la noticia del reclutamiento de 182 voluntarios para el Tercio en Barcelona, entre los que se encontraban dos argentinos, tres mejicanos, un portugués, un argelino y un marroquí, así como la salida del grupo en el tren hacia Valencia. El 1 de octubre la prensa de Cádiz señalaba que ya se habían filiado en el Tercio 526 españoles y 17 extranjeros.
Prácticamente un año después, en una entrevista publicada por El Debate el 7 de octubre de 1921 y tres días más tarde por La Unión Mercantil (en Málaga), Millán-Astray afirmaba:
Los tres primeros jefes, los cinco primeros capitanes y los ocho primeros tenientes los busqué yo o me buscaron ellos. Luego vinieron los demás por sí mismos o traídos por sus compañeros legionarios.