Entre las numerosas calles malagueñas relacionadas con la Guerra de la Independencia está la denominada “General Blake” nombre que fue aprobado en Comisión permanente el 18 de febrero de 1872. Es una vía pequeña que atraviesa una parcela que durante muchos años fue propiedad del Ministerio de la Guerra (después llamado del Ejército) en Gamarra, destinada en un principio a construir un cuartel; el proyecto nunca se llevaría a efecto, y en su lugar se construyeron viviendas militares. En este lugar de connotaciones tan castrenses se recuerda la memoria del malagueño Joaquín Blake y Joyes.
Nacido en una familia de ascendencia irlandesa. Ingresó en el ejército, como cadete en el regimiento de infantería de América, en 1774; había tomado parte en diversas guerras: contra Inglaterra, de 1779 a 1783, participando en el bloqueo de Gibraltar y en la expedición de Menorca; de 1793 a 1795, contra la República francesa, en Guipúzcoa, Navarra y Cataluña; y de 1801, contra Portugal, ostentando empleos inferiores al generalato.
En 1802 fue comisionado para organizar el recién creado regimiento de Zapadores Minadores y en 1803 para redactar y ensayar un nuevo reglamento de infantería que, a pesar de los elogios recibidos, no llegó a entrar en vigor.
Al iniciarse la guerra de Independencia ostentaba el empleo de Coronel, graduado de Brigadier, y se encontraba en Portugal con la División del General Taranco que formaba parte del ejército expedicionario francés; pero al tener noticia del alzamiento de mayo pasó a Galicia donde se le dio el mando del regimiento de Voluntarios de la Corona. El 20 de junio de 1808 fue designado por la Junta de Galicia General en Jefe del Ejército, al mismo tiempo que se le ascendía a Teniente General, sin pasar por los empleos de Brigadier y Mariscal de Campo.
Como jefe del Ejército de Galicia dirigió las operaciones contra los franceses en Castilla y País Vasco, siendo derrotado en la Batalla de Medina de Rioseco (13 de julio de 1808); ocupó Bilbao, después del repliegue general francés como consecuencia de la Batalla de Bailén; y fue nuevamente derrotado en Espinosa de los Monteros (11 de noviembre de 1808). Después de ello fue relevado por el Marques de la Romana.
Destinado a Valencia por la Junta Central obtuvo la victoria en la Batalla de Alcañiz (23 de mayo de 1809). Trasladado a Cataluña logró introducir dos socorros en la plaza de Gerona, dimitiendo del mando del Ejército del Principado en diciembre de ese año. En febrero de 1810 fue reclamado a Cádiz, donde se le encargó de la Inspección General de Infantería y la creación del Cuerpo de Estado Mayor que se completa en junio de ese mismo año. A partir de entonces pasa al Ejército del Centro y desde Murcia actúa contra el Cuerpo de Ejército de Sebastiani que ocupaba el Reino de Granada.
El 28 de octubre de 1810 fue designado miembro de la Segunda Regencia, junto con Ciscar y Agar, aunque no tomaría posesión hasta el 8 de diciembre. En el desempeño de este cargo se distingue por su oposición a los intereses británicos que pretendían dar al Duque de Wellington el gobierno de las provincias limítrofes con Portugal.
El 16 de mayo de 1811 participó al mando de un Ejército expedicionario en la Batalla de Albuera, donde luchó junto con Castaños y el inglés Beresford; su actuación en ella le valió el ascenso al empleo de Capitán General, a pesar de las fuertes críticas inglesas por su desempeño en esta batalla. Encargado del ejército que defendía Valencia y Murcia, tuvo que hacer frente a la defensa de estos territorios frente al Cuerpo de Ejército del General Suchet. El 24 de octubre de 1811 fue derrotado en Murbiedro (Sagunto) y se vio obligado a retirarse a Valencia, capitulando el 9 de enero de 1812, siendo conducido prisionero al castillo de Vincennes donde permaneció desde el 13 de febrero de 1813 hasta el final de la guerra. El 9 de febrero de 1814 fue conducido al Castillo de Saumur donde permaneció hasta el 16 de abril que fue puesto en libertad.
Al regresar a España desempeñó el cargo de Ingeniero General de de los Reales Ejércitos, Plazas y Fronteras, con fecha 28 de abril de 1815, cargo que mantendría hasta el año 1820 cuando, con el trienio liberal, fue designado Consejero de Estado. Como constitucionalmente ambos cargos era incompatibles, renunció al de Ingeniero General, siéndole aceptada su renuncia el 5 de mayo de ese año.
Después de la expedición del Duque de Angulema y la vuelta al absolutismo, en 1823, fue separado de su cargo y obligado a solicitar cuartel lejos de la Corte. Caído en desgracia fue desterrado a Valladolid, a pesar de sus deseos de regresar a Málaga -su ciudad natal y donde todavía tenía alguna familia-, en la capital castellana viviría hasta su fallecimiento, el 27 de abril de 1827, olvidado de todos y de su Rey al que había ofrecido siempre su lealtad y sus servicios.