Exposición: ¿Anduvimos…?

 

¿Anduvimos…? es un título que merece alguna explicación, resulta demasiado indefinido y vago. Podríamos haberlo perfilado con ¿‘Anduvimos el sendero’? o ¿‘Anduvimos el mismo sendero’? como si de una pregunta confidencial entre amigos se tratara y que hubieran recorrido cada uno por su cuenta el camino de Santiago. Pero yo no he hecho el camino reglamentariamente y el conocimiento que tengo de él es el de un enamorado del estilo románico, nada más. He visitado de forma un tanto desordenada las tierras de Burgos, Palencia, Valladolid, Zamora Orense y La Coruña, todas ellas con piedras y cielos evocadores, pero no he tenido la experiencia, seguro que extraordinaria, de hacer el camino.

Cartel de la exposición

El autor, Juan Fernández Ruiz

Detalle. Tinta china sobre papel

Por eso la pregunta va más allá del peregrinaje jacobeo. La pregunta que se hace en el título de la exposición se refiere al sendero de la existencia, que todos hacemos con mayor o menor consciencia. Así la pregunta podría formularse:

¿Compartimos la experiencia de un andar sin punto fijo?

¿Caminamos despistados por atajos que no van a ninguna parte guiados solo por el ruido silbo, agudo y profundo, de pájaros escondidos en el soto de la alameda?

¿Escalamos los mismos cerros impulsados por el deseo de subir y subir sin que importara ni mucho ni poco la satisfacción del deber cumplido?

Me apetece contestar con desvarío, / el desvarío del universo cuántico: / se es onda y se es partícula, / dos cosas aparentemente contradictorias. / Se tiene la seguridad de la incertidumbre./ ¿Muerto o vivo?/ Hasta no abrir la caja el gato estará vivo y muerto al mismo tiempo.

La piedra en la nube deja de pesar / se vaporiza y se ablanda / para caer en gota fina / que endulza y enternece el alma. / Y la palabra se encarna / cobra cuerpo, rostro y significado, / se hace cuerpo que acaricia y acoge. / Repleta de trazos fuertes / deja su impronta en existencia colmada, / de los otros que te abrazan. / Es esto que compartimos / lo que nos hace humanos / y cubre nuestra faz del alma / de divinidad imitada.

Y esto que digo no es una obligación que justifica mi obra, sino en mí necesidad.

Y cuando intento explicar mi obra sólo sé decir lo que no es.

Portada. Tinta china sobre papel

Capitel. Tinta china sobre papel

Mi pintura no es realista, entonces tendrían que aparecer una correspondencia entre lo representado con algo existente y no la hay. Se aleja de lo que debiera ser una fotografía fiel de la realidad. Y salta a la vista que mi habilidad no llega a tanto, pues soy un poco manazas. Pero si esto nos lleva al surrealismo, tampoco creo que pueda enmarcarse en esa tendencia pictórica, pues lo surreal no tiene existencia, es pura fantasía carente de base sustancial y lo que intento representar (que quizá no lo consiga) sí tiene para mí sustancia, es real, aunque sea inmaterial e imperceptible (el cariño de una madre, aunque no se pueda palpar, existe).

Lo que pretendo representar mediante imágenes es un relato posible. Ellas, las imágenes, pretenden hacer visible lo que intuimos y no somos capaces de ver, el ente, lo que es, que siendo Uno se manifiesta como múltiple, la materia vibrando en ondas diferentes, una la extensa, fenoménica y palpable y otra, la inextensa, evanescente y trascendente.

Y deja que fluya… Óleo sobre chapón entelado

Mitografía. Óleo sobre lienzo

Sé que la pintura no es filosofía. Sé que no utiliza la razón como herramienta discursiva y de que su pretensión no es la de convencer a nadie de ninguna cosa, pero sí sé que es una forma de conectarnos (como las neuronas en sus sinapsis) con los semejantes a base inputs emocionales, la urdimbre del alma.

Sé que tiene algo de las tres emes, misterio, mito y mística. Misterio de lo que no tiene materia extensa, de naturaleza espiritual abarcable solo en su concreción fenomenológica. Mito como relato metafórico de una realidad paradójica y contradictoria pero que es el único asidero para comprender la realidad que nos envuelve. Y Mística como experiencia de conocimiento a través de un lenguaje que, siendo fónico, simbólico y gestual, lleva a realidades inaudibles, reales y palpables (el lenguaje emocional).

Y otra vez la misma canción resuena en mi memoria como goteo inacabado y eterno: ‘Nubes de piedra y piedras evanescentes’.

El espíritu se materializa / y el cuerpo se diviniza. / La piedra adquiere significado, / no es solo ya materia extensa, / es Palabra ya encarnada.

Así, cargada de miseria humana, / revestida del drama de la existencia / se hace forma sensible, recta o curva, / y si llegara, una y otra, recta y curva, / al límite de su frecuencia, / el Todo nos parecerá uno, / cuerpo y alma de un ser, recta y curva, / repleto de interrogantes y dudas.

La pintura entonces / no pedirá ser comprendida, / se hará estado de ánimo, / se hará caricia y ternura, / comprensión o aturdimiento, / consuelo o remordimiento. / Y en el peor de los casos, / aullido de un animal dolorido / que busca, sin encontrarlo, / puerto amigo que lo acoja.

 

 

Juan Fernández Diaz
Doctor en Historia, Especialidad en Prehistoria, Titular de Universidad y Secretario Gral. de la SEMA.

 

Visitas a la exposición: desde el 15 de enero al 7 febrero de 2025 en la Sala de exposiciones Ciriaco y Paula, Santos Patronos de Málaga (Calle Muro de las Catalinas, 10).


epistemai.es – Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga – ISSN: 2697-2468
Fernández Diaz, J. Exposición: ¿Anduvimos…? epistemai.es [revista en Internet] 2025 octubre (25). Disponible en: http://epistemai.es/archivos/8271

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