Bibliografía: Reflexiones patobiográficas sobre Miguel de Cervantes

Reflexiones patobiográficas sobre Miguel de Cervantes

Bibliografía:

  1. Astrana Marín L. Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra. Inst. Edit. Reus, 1958

Babelon J. Cervantes. Edit. Losada, Buenos Aires, 1947

Cabezas JA. Cervantes, del mito al hombre, Biblioteca Nueva, 1967

Gargantilla P. Miguel de Cervantes, el corazón de Don Quijote. Noticias Médicas, nº 3868,  2005

Gómez Ocaña J. Historia Clínica de Cervantes. Imp. De los hijos de M.G. Hdez. 1899

López Alonso A. Enfermedad y muerte de Cervantes. UAH. 1999

López Méndez H. La medicina en el Quijote. Edit. Quevedo. 1969

Rodríguez Cabezas A y Rodríguez Idígoras MI. Historias de la cirugía. Academia de Ciencias y Humanidades de Santo Tomás, 2000

  1. Noguer Molins L. Exploración clínica. Ed. Científico-médica, 1949
  2. Fue cirujano, lo que quería decir entonces que fue una especie de médico fracasado que, por no saber latín, no ha podido conquistar sus grados (Jean Babelon. Op. cit.).
  3. Creyó (el médico de Cervantes) que en contacto con el campo, los buenos alimentos y el buen vino, tal vez pudiera mejorar de aquella hidropesía: errónea palabra para una enfermedad superior a su ciencia. Y fue echarlo de todo en todo a perder. Porque salido de Madrid el paciente en los primeros días de Pascua de Resurrección, sobre el 4 ó 5 de abril, sea el cansancio de las seis leguas a caballo, en carro o en burro hasta Esquivias; sea la vida regalada u opípara del lugar, le agravó de manera, que no bien transcurrida una semana, hacia el 12 o el 13 del mismo mes, se vio obligado a regresar a la Corte, en unión de dos amigos suyos (quizás uno de ellos su cuñado Francisco de Palacios), con tantas señales de muerto como de vivo; ruta emotiva hasta lo patético, por su encuentro con el estudiante pardal, que narrará poco días después al borde de la muerte (Astrana Marín, op. cit).
  4. La fecha del día 23, que pasó a ser la de su muerte, es la de su sepelio. Según costumbre de la época, figuraba en la partida, como lo demostró cumplidamente Astrana Marín (op. cit.).
  5. De D. Federico Oloriz en su informe a la Real Academia de la Historia, citado por el Dr. José Gómez Ocaña. (op. cit).

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