Si febrero es el mes del Carnaval, los tres meses siguientes son de la mujer y las letras. Marzo se abre con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (el día 8), que actualmente ha perdido ya el adjetivo “trabajadora” para quedar como “Día de la Mujer”; el mes de abril es la fiesta de las letras, con el eje central en el 23, “Día del Libro”; y, finalmente, mayo nos ofrece el “Día de la Madre”, este año el domingo 5.
La conjunción de estas tres celebraciones es la razón que me impulsa a dedicar la Plancheta a las mujeres escritoras y madres, presentes o ausentes en el callejero de nuestra ciudad. Ciertamente, la lista de calles malagueñas dedicadas a escritoras es extensa; por ello, me he permitido escoger a cuatro de ellas que vivieron en los siglos XVIII al XX y que, de muy distintas formas, están presentes en la geografía urbana de Málaga, además de en su historia: Inés Joyes; Rosa de Gálvez; Josefa Ugarte y Barrientos; y Ángeles Rubio Argüelles.
Inés Joyes y Joyes, pionera del feminismo en el siglo XVIII
Madrileña de nacimiento, de ascendencia irlandesa y malagueña de adopción. Así podemos resumir la naturaleza de la mujer a la que Mónica Bolufer y otros estudiosos consideran autora de Apología de las mujeres, ensayo publicado en 1798 y prácticamente su única obra conocida. Además, Bolufer se muestra de acuerdo con el juicio de Pilar Oñate, que la consideró una de las primeras feministas españolas.
Inés Joyes, nacida en Madrid el 27 de diciembre de 1731, era hija de Patricio Joyes, procedente de Galway —una ciudad universitaria y comercial en la costa occidental de Irlanda— y de Inés Joyes, natural de Nantes (Francia), casados en Madrid en la parroquia de San Ginés y de San Luis. Allí, en Galway, estaban los orígenes familiares ya que los Joyes pertenecían a una de las llamadas Fourteen tribes of Galway (Catorce tribus de Galway), fundadoras de la ciudad en tiempos normandos en el siglo XIII. El padre era hijo de Tomás Joyes y de Juliana Butler y nieto por línea paterna de Patricio Joyes y por la materna de Catalina French, todos ellos naturales de Galway. La madre era hija de Domingo Joyes, nacido en Galway, y de Inés Browne, y nieta por línea paterna de Roberto Joyes y Cristina Kirwan (también procedentes de Galway), y por la materna de Jacobo Browne, natural de Currighodoy.
Como muchas familias irlandesas, los Joyes pertenecían al mundo de la burguesía que hizo fortuna en Madrid, centro indiscutible de la actividad bancaria en los siglos modernos, y también en ciudades de la periferia como Málaga, Cádiz o Barcelona, asentándose en el ámbito de las finanzas y el comercio. El padre de Inés, Patricio Joyes, había fundado en Madrid a principios del XVIII la casa ‘Patricio Joyes e hijos’, que acabaría siendo una de las más poderosas firmas de banqueros que operaron en la España del siglo XVIII; en 1752, un tío de Inés, hermano de su madre, Diego Joyes (o Joyce), participaba en la firma ‘Borges, Joyce y Macnamara’, una de las 25 casas que configuraban el Alto Comercio Malagueño. También operaban en Málaga otros tíos maternos, los hermanos Browne (Fernando e Isabel); Isabel tras la muerte de su hermano, había constituido en nuestra capital, en 1743, la casa ‘Browne, Joyes y Black’, junto con sus sobrinos Agustín Blake y el citado Diego Joyes.
En 1745 falleció en Madrid el padre de Inés, dejando seis huérfanos —Tomás, Francisco, Inés, Juliana, Pedro y Gregorio— a cargo de la madre. Durante algunos años la familia siguió residiendo en Madrid, pero entre octubre de 1751 y febrero de 1752 Inés se traslada a Málaga, probablemente acompañada de su madre y alguno de sus hermanos. Allí, el 15 de febrero de 1752, contrajo matrimonio con el citado Agustín Blake, doce años mayor que Inés. Dos meses después de la boda, el 23 de abril, se celebraba la misa de velación, ritual que solemnizaba el matrimonio. La pareja se estableció en nuestra capital, en la parroquia del Sagrario; ésta era una zona de la ciudad céntrica y próxima al puerto, donde en el siglo XVIII se concentraban un buen número de residentes extranjeros, teniendo como ejes principales las calles del Cister y Santa María.
Precisamente serán los esponsales de Agustín e Inés los que permiten el desarrollo comercial del cabeza de familia; pocos días antes de la boda (4 de febrero de 1752) la tía y socia comercial de Agustín, Isabel Browne, con la que vivía hasta entonces, le donaba 15.000 pesos escudos de ocho reales de plata antigua (unos 225.000 reales de vellón) en reconocimiento de sus servicios y prueba de afecto.
A ello se unía la dote de Inés que alcanzaba los 180.000 reales de vellón, según consta en la carta de dote otorgada en Málaga por Inés Joyes (madre), que se incrementaba con las arras aportadas por Agustín, 75.000 reales de vellón que suponían el 10 % de su capital. Este capital le permite formar su propia compañía comercial: ‘Agustín Blake y compañía’ que en 1754, según una pieza separada que se realiza para completar las respuestas generales para el Catastro de Ensenada, tiene una ganancia anual de 60.000 reales de vellón y forma parte de las 24 casas comerciales más importantes de la ciudad, agrupadas en el denominado “Alto Comercio Marítimo”.
El primer hijo de la pareja no llegaría hasta el año 1756, cuando nace María Josefa Nicolasa, tres años después lo hará Joaquín; en los años siguientes nacerán Teresa, Ana, José, Manuel, Agustín, Inés y Juan, los dos últimos nacidos en Vélez Málaga.
Al poco tiempo de nacer Joaquín, la familia se traslada a vivir en los alrededores de la parroquia de San Juan. Allí recibe Inés la noticia del fallecimiento de su madre en Madrid, el 20 de octubre de 1760; tres años después Agustín Blake, representando a su esposa Inés, renuncia a la herencia de aquella, considerando que la dote que había recibido en su día excedía la cantidad que pudiera corresponderle. La familia Blake Joyes decide establecerse en Vélez Málaga, entre 1767 y 1771, en ese año Agustín Blake inicio un pleito de hidalguía ante la Real Chancillería de Granada, donde consta como vecino de Vélez. Aunque no sabemos exactamente donde residió inicialmente la familia, en el año 1775 aparece Agustín empadronado en la calle de la Alhóndiga, en el barrio de las Tenerías.
Lo cierto es que la familia tenía en aquel municipio diversas propiedades, una de ellas la finca ‘La Mayora’ en Algarrobo que sería vendida a mediados del siglo XIX por los descendientes de Inés. Pero también conservaron otras fincas en Málaga, como la llamada ‘Finca de Browne’, en el partido de Jaboneros, al este de la ciudad.
En 1782 Inés queda viuda, a los 51 años de edad, por el fallecimiento de su esposo Agustín en Málaga, donde fue enterrado, después de haber sufrido la quiebra de su casa comercial. En el testamento dictado unos días antes de su fallecimiento por Agustín, se reconoce que tienen casa en Málaga, a pesar de ser vecinos de Vélez. Por ello es muy probable que Inés viva desde aquel momento repartiendo su tiempo entre las dos ciudades.
A partir de entonces se alternan las alegrías y las desgracias en la vida de Inés Joyes. En 1784 fallece su hija Teresa y contrae matrimonio su hija mayor, María Josefa; en 1789, ve como se casa su hijo Joaquín; un año después morían María Josefa y dos de sus hijas, con escasos meses de diferencia.
En 1798 se publica en Madrid su traducción de El Príncipe de Abisinia, de Samuel Johnson, novela a la que sigue en el mismo volumen el ensayo citado de Apología de las mujeres, en forma de carta a sus hijas. El sábado 26 de mayo de ese año el Diario de Madrid anunciaba su publicación, indicando que su autora era “Doña Inés Joyes y Blake” y que se podría encontrar la obra en la Librería de Sancha, en la calle del Lobo.
En 1801 se casa su hija Inés y tres años más tarde lo hace José. Antes lo habían hecho Manuel y Ana María. Inés Joyés murió cuatro años después de esta última boda, en Málaga, en mayo de 1808; según consta en su partida de enterramiento de la Parroquia de Santiago:
En Málaga en el día ocho de mayo del año mil ochocientos y ocho se enterró en el campo santo después de las exequias en esta Parroquia de Santiago a Dª Inés Jolles, viuda de d. Agustín Blecc, natural de Madrid y vecina de ésta, de edad de 75 años. Enfermedad vejez. Testó ante D. Antonio del Castillo Fragua, vivía en la Plaza de la Merced. Solicitaron sus albaceas D. Juan de Priego, Presbítero, y D. Gregorio Martínez.
Seis días antes se había producido el alzamiento popular en su ciudad natal contra los franceses. Se había iniciado la Guerra de la Independencia en la que su hijo Joaquín tendría un papel muy destacado. Como su obra, Inés Joyes y Joyes ha pasado desapercibida para la memoria de Málaga. Sin embargo, está presente —en cierta forma— en nuestro callejero, gracias a la calle que la ciudad tiene dedicada a aquel, con el nombre de ‘General Blake’.
Pedro Luis Pérez Frías
Doctor en Historia y miembro del Grupo de Investigación HUM333 “Crisol Malaguide”,
Universidad de Málaga